domingo, 26 de agosto de 2018

No me consideran tan bueno.


Dicen por ahí que no soy tan buen mensajero y en mi lugar tuvieron que poner a tres y no eran capaces de sacar la que fuera mi ruta año y medio largo. Ahora son dos.                                               

Y en la que les conseguí asegurar tras dos días haciéndola ahora el que la hace recibe ayuda, yo la sacaba solito. Y por supuesto cobrando una miseria; alguien se forró; puede que no fuesen quienes me pagaba, pero eso se debe a que no tienen ni idea de lo que hacen, alguien, léase plataforma, les comía la tostada con descaro.                                                                                                   

En la construcción fueron necesarios cuatro operarios para cubrirme cuando renuncie, uno de ellos maquinista y cobrando como tal, yo simplemente recibía el mínimo, lo que ganaba un peón; si bien es cierto que entonces nadie tuvo la osadía de decir que no era tan bueno y me reconocieron a la cara que era alguien destacado; ahí están las lamas del hospital Nueve de Octubre de Valencia para acreditarlo entre otras muchas cosas.
Ahora que he cambiado nuevamente de empresa, sigo de mensajero, se ha dado la circunstancia de que el lunes próximo pasado un compañero fue a hacer una ruta y se le atraganto tanto que se negó a volver y me pusieron a mi que conseguí sacarla sin conocerla y un mínimo de ayuda el primer día, el segundo ya me hice cargo solo. El cometario de mi jefe fue: “Sabia que eras bueno, pero va a resultar que eres incluso mejor de lo que pensaba.” Ya empieza a ver que por algo le exigí en la negociación previa cobrar más de lo que pretendía pagar, aunque sigue siendo menos de lo que terminara por pagarme si quiere conservarme pues eso de regalar mi trabajo pertenece al pasado.

No vale lo mismo quien destaca positivamente que quien apenas saca el mínimo. Ni quien mantiene las camionetas limpias y cuidadas, enseña a los compañeros nuevos y es compañero con todos aquellos que se merecen ser tratados con consideración que no son todos ni siquiera la mayoría. Aquel que es puntual y limpio, huele bien a cualquier hora, tiene buena presencia, no falta y se toma el trabajo en serio no vale lo mismo que quien no tiene esas cualidades, pero es alcahuete, hermano o cuñado.
Tarde poco en demostrar que soy diferente, muy poco. Mientras me fajaba con una ruta desconocida pensaba en quienes tiene la osadía de decir por ahí que no soy tan bueno o me han engañado que también los hay; viven llorando que no hay personal para contratar que sea valido pero igualan para abajo y se dan el lujo de no reconocer cuando hay talento y de pagarlo amen de mentir descaradamente y no cumplir lo pactado ni las promesas que hacen. Así les va. Les comen las tostadas y no se dan cuenta, aunque se creen muy inteligentes.
Yo sigo a lo mío, no aflojo. Aunque nunca lo reconozcan sé que se retuercen de rabia viéndome con otros uniformes, comparándome con sus empleados que salvo excepciones no tienen mi calidad ni se parecen en nada a mi manera de trabajar.            

Se sorprenden al verme entrar contratado por otros a cargar o cuando intentan meterme un gol y les clavó una goleada sin despeinarme aquellos que tras ser avisados de que no jueguen conmigo, amagan a hacerlo.
También pierdo, sí, sí, hay quien te miente a la cara sin sonrojarse y lo hacen tan bien dada la costumbre habitual de hacerlo que te la cuelan. Al final ya no cuentan conmigo ni contaran y no hay muchos como yo para contratar ni siquiera pagando el doble de lo que suelen pagar, escaseamos los mensajeros Diablo, algunos empiezan a verlo y van procurando pagarles mejor para no perderlos y contar con ellos; hasta que lleguen los drones y los vehículos autónomos seremos necesarios, una década más o menos.

Yo trabajo como aprendo Judo: sin ponerme límites. Decidido a cruzarlos e imponerme otros sintiéndome orgulloso cada noche al llegar a casa de como me desempeñe sin importar la miseria que me pagan por trabajar, solo por ese orgullo del trabajo bien hecho. Por cumplir con mi parte por más que las empresas no cumplan con la suya. Para que cuando dicen por ahí que no soy tan bueno quienes los escuchen y me conozcan, me llamen para comentármelo entre risotadas y nos burlemos abiertamente de dichos ingenuos que no tienen palabra, honor ni ética e incluso diría que son de inteligencia limitada o no se explicaría que les timen como lo hacen.                                                                                                  
Mi trabajo, como me desempeño llevándolo a cabo habla por mi y nunca me deja mal porque pongo todo lo necesario para que eso no sea jamás una opción, siendo que mi orgullo, mi reputación esta en juego no me ando con chiquitas.
Tres, cuatro, uno y medio para cubrir mi hueco…rutas que compañeros con mas años de experiencia se niegan a hacer, si al final voy a ser una leyenda; ladren lo que ladren quienes no supieron ver el talento ni pagaron para conservarlo.

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