Tres amigos,
llegan a una
casa en Puerto
Montt, la dirección se
las dio a
uno de ellos,
un Chileno que,
vive en Córdoba,
Argentina. Son bien
recibidos por la
familia que, vive
en la casa,
una señora jovencita
con un bebote
y el marido.
Les prestan para
dormir una cabaña
que, tiene quemada
la parte de
arriba pero es
perfectamente habitable abajo.
Llevan más de
dos semanas de
viaje y unos días, durmiendo
cómodos, calientes y
comiendo bien, les vendrá
bárbaro.
Recorren la
ciudad sacando fotos,
comen en casa
de sus anfitriones
y uno del trió se
desubica mal con la señora,
ofendiéndola al punto
de que, ella
los hecha, de
la casa, furiosa.
Camino de la
cabaña, donde tienen
las mochilas, discuten
agriamente, uno de
los mochileros esta
increpando duramente al
que, ofendió gratuitamente
a la señora. Arman las
mochilas pensando en
irse por la
mañana, la noche
ya está llegando
y el frio
de la noche
se hará sentir.
Pero el más
molesto e indignado,
agarra su mochila
y desanda el
camino, él, no
se va a ningún
lado
sin disculparse por
la ofensa del
compañero de viaje.
Frente a la
puerta, duda, antes
de golpear con
firmeza. Cuando ve
a la señora,
habla.
-Perdóneme la
molestia, Señora. Mi
compañero no tiene
disculpa, ninguna, solo quería pedirle
perdón por haberla
ofendido. Yo me
voy ahora de
la cabaña, muchas
gracias por la
hospitalidad, la comida,
el trato, todo; han
sido ustedes generosos
y amables, les
hemos correspondido, zafiamente,
de verdad, discúlpenos
por ser tan
maleducados.- La mujer
mira al hombre
joven que, tiene
enfrente, les separan
tres o cuatro
años, apenas. Mira
a los ojos,
de frente, como
debe mirar quien
ha cometido un
error y pide
disculpas, pero, él,
no la ofendió,
al contrario, es
exquisito en el
trato, modales, todo
y hay algo más. Y
es pensarlo y
su niño de
menos de tres
años sale tambaleándose y le estira los
brazos al visitante
que, la mira
y espera que,
ella asienta para
levantarlo y hacerle
reír.
-Pasa que,
hace frio. No
te vas, ni
ahora ni mañana.
Tráeme toda la
ropa y la de tu
hermano, la lavo
y se seca
entre mañana y
pasado. Él que,
se la lave
donde pueda. Vengan
a desayunar y
a comer, los
tres. Tú has
sido ejemplar y
ahora estas demostrando
una valentía hermosa,
disculpándote por algo
que, no hiciste.
Mi hijo disfruta
jugando contigo y
no es muy
dado a brazos
que, no conoce.
Yo siento que,
puedo confiar en
ti y mi
hijo también, además
te has portado
perfectamente, para mi
es suficiente.-
-Muchas gracias,
de verdad.-
-Adondequiera que,
vayas o te
encuentres, sigue portándote así,
como ya sabes
muy bien, es
la manera correcta
de ir por
la Vida. Has
mimado a la
mujer y a
la madre, tu sabiduría
es
profunda, quienes te
enseñan saben lo
que, hacen. Pedir perdón
es
un acto de
humildad, pedirlo por
otro, es un
acto de amor
al prójimo. Sorprendente
en un jovencito
de 20 años.-
-Tengo 19, recién
estrenados.-
-Más razón tengo.
Resulta interesante. Les
espero mañana y
gracias, lindo regalo.-
Con la
mochila bien enganchada
camina hasta la
cabaña. Dentro habla
en voz baja.
-Mañana vamos
a desayunar, la
Señora nos invita.
Llegas, te disculpas
y cerras la
boca. Si la
miras, si haces
un comentario que,
no me guste,
lo que, sea,
bueno, te saco
del forro del
culo y te
cago a palos.
Sos una vergüenza.-
Dos días más tarde
es hora de
agradecer, despedirse y
seguir viaje. La
Señora se abraza
con uno de
los mochileros, apretado,
casi indecente, no
hablan ni se
dicen nada. Ella querría quedárselo para
que, le enseñara
a todos los
hombres de Puerto
Montt, como se
trata a una
mujer. En tres
días le quiero
como a mis
hermanos, ¡tres días!
Un hombre que,
pide perdón………y no
por sus actos,
es un tesoro
que, una debería poder
quedarse.