Llegue al Judo por un camino tortuoso, con una
necesidad concreta y me quede estudiándolo, sigo haciéndolo, al descubrir que
estaba cargado de una sencilla sabiduría, fácil de asimilar, comprender y de
poder defender; además de sentir que me ayudaba y ayudaría con mi problema. Lo hace, ayudarme, desde entonces; es una
herramienta de una consistencia colosal, flexible, ecléctica y efectiva en
cualquier circunstancia.
En Judo, nadie te dice nunca que algo vaya a ser
fácil o rápido, no te mienten jamás, hasta exageran para que te parezca menos
complicado. En Judo, quienes más saben, son puntales firmes que sirven de guía,
de ejemplo y no se escudan en excusas de ningún tipo, asumen sus responsabilidades
con naturalidad y no por saber más, escurren el bulto en cuanto a cumplir con
la etiqueta, antes bien: son los primeros en seguirla.
En Judo, jamás te exigen lo que no podrás dar
pero tampoco ni un cachito menos de lo que en buena ley, deberías ser capaz de
conseguir. Cada uno según sus circunstancias pero arrancando de un mínimo que
no se negocia y es para todos, nadie esta liberado de observarlo.
En Judo, jamás un cinturón superior abusara de
ti. ¡Te cuidara como axioma y sin excusas! Importante cuando sos el último en
llegar e igualmente vital cuando ya no estás al final de la fila, ni en el
medio, te acercas a la cabeza o sos la cabeza.
Se espera mucho de un aspirante, todo en verdad
y aún sabiendo que no todos permanecerán entrenando, no se hace distinciones, a
todos se les enseña como si fueran los elegidos para perpetuar al Judo. En
Judo, no se escamotea, esconde ni guarda nada, todo se trasmite, enseña con
paciencia hasta que prenda en el candidato más torpe o negado.
Valores, el Judo los tiene, son su esqueleto y
su coraza. Eso que tanto falta en esta sociedad frenética donde por cazar
pokemones, la gente se mata o mata a otros al provocar accidentes o por manejar
drogado; por poner dos ejemplos de rabiosa actualidad. El primero como fenómeno
nuevo y el segundo por rancio.
Aprender a tener valores, a sentirlos y hacer
uso constante de ellos, es relativamente fácil; sorprendentemente fácil si
consideramos que los haces tuyos por convicción, al ver que funcionan mucho
mejor que otras cosas o la ausencia de valores. Y por el ejemplo del Sensei y
sus alumnos aventajados que te muestran constantemente que no es una pose para
tenerte pagando una cuota ínfima que no alcanza para pagar el valor de lo que
te enseñan en el Dojo; te das cuenta de que creen en ellos.
Todo sin que lo veas hasta que ha pasado el
tiempo. Es gradual, van pasando los meses que se hacen años y una clase te descubrís
enseñándole a alguien que acaba de llegar y a quien debes explicarle las cosas
y hacerlo de manera que lo pueda entender, algún día. Pero hace tiempo que
cuidas más que te cuidan; explicas o corregís cuando ves algo equivocado o le
regalas a un compañero, esa contra con la que más temprano que tarde, te ganara
en Randori y Shiai. Ves que no encuentra el camino para ganarte y se lo
facilitas, le explicas posibilidades y las pulís con él; cuando lo tiene
dominado, te toca esforzarte para superarte y superarlo y vuelta a empezar. En Judo, ganar no lo es todo, como se gana y
como se pierde, si. (Sensei Firpo Dixit).
Una clase una niña de 9 años te pide un Randori…definitivamente
algo ha cambiado, has cambiado, tanto como para que esa niña quiera ponerse
contigo, desdeñando tus 90 kilos, tu experiencia, tu fuerza, las técnicas que
medio dominas; con plena confianza en que no solo no la lastimaras, además saldrá
volando y si la entrada que te hace es correcta, caerás. En
ese instante, cuando la niña se inclina y te saluda ante el pasmo de la madre,
los otros padres, los compañeros y cualquiera que esté por ahí y sepa que pasa,
en ese momento, sentís que puede ser que estés en el camino. Las risas de la
niña, cayendo o lanzándote, cuando encadena con rapidez de mangosta y ataca tu
cuello con determinación de luchadora, de guerrera experimentada, adiestrada,
cuando no es nada de eso, todavía no y te rendís tras intentar una salida como
premio a tanto coraje, a tantas ganas, a
tanto espíritu, el mismo que puede que te adorne; en ese momento decía, sentís
que no te equivocaste al abrazar al Judo o permitir que este te abrazara. La
niña sabe que te dejaste, entiende el premio y se esforzara para que un día, cuándo
los años hayan pasado, debas rendirte ante sus ataques o si ya no estás en la
clase, otras niñas y niños, la busquen
sin titubear, ajeos a todo lo que no sea esa confianza ciega que le tienen;
cimentada en el respeto.
Valores, es lo que hace tan diferente al Judo y
a quienes lo aprenden. Sin valores, no sería Judo, no es Judo.
Dejeme decirle estimado maestro que usted ah comprendido el legado que el maestro nos dejo, es un honor inclinarme y ladudar a un maestro que piensa de esa forma orgullo de sabes que es un judoka que va a seguir transmientendo el verdadero camino del do del zen, estas palabras alientan un poco mas en el esfuerzo y dedicacion de superarse un poco mas cada dia. oss ezequiel bergara bsas
ResponderEliminarGracias. Para Maestro me falta Camino por recorrer aunque me gusta pensar que voy a conseguir serlo, algún momento en el futuro.
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