Es
todo aquel mensajero que le pongan donde le pongan, cae de pie y saca la ruta.
De esos he tenido a mi lado a varios y a un par ejerciendo de Maestros, enseñándome
a manejar el rabo y los cuernos. Hace tiempo se fue Víctor a otra empresa y
esta semana, Iván me dejó huérfano; tenerle a mano era una red de seguridad y
contar con su ayuda, incluso hasta el último momento, era oxígeno vital, me
daba tiempo del que siempre vamos deficitarios.
Cuando
empecé y les vi trabajar, me asusté pues lo que hacían era evidentemente
complicado, de un grado de exigencia mental muy grande; además había que ser
piloto, saber cubicar una furgoneta, ser organizado, responsable y ser capaz de
manejar mientras escribís en la agenda electrónica o atendes llamadas a la
misma que no entran por bluetooth y estas atento a los mensajes que te llegan
al teléfono; incluso escribir la información que te pasen en una llamada
mientras pisas el acelerador, se trabaja contra reloj. De eso van a cumplirse dos años; en este tiempo me he ido descubriendo copiándoles
tácticas y estrategias e incluso, desarrollando nuevas que al comentarlas con
alguno de ellos les sorprendió pues no son propias de un novato, son
atribuibles a los Mensajeros Mutantes de Nivel Diablo y para redondear, las
adoptaron carcajeándose; no hay nada como ayudar a un perejil a convertirse en
alguien efectivo, eficaz y si se arrima a ser uno más de la exclusiva categoría
de los Diablos, mejor que mejor.
Saberte
respetado por esos que despuntan, te ayuda a aguantar todo lo que se debe
soportar para llegar a poder sacar adelante una ruta como mensajero: máxime si
la que te ha tocado es para que la haga un Diablo y no un novato, más perejil
que otra cosa. Ese detalle no se les escapa; solidarios te tienen paciencia y
te ayudan, saben que nadas en excrementos y te ven pelearla con coraje
desmedido a diario sin entregarte jamás, sin aflojarle ni sacarle el culo a la
jeringa. Te
observan y saben que no tenes ni idea de que esa ruta que te dieron es para que
la encare alguien experimentado tirando a Diablo, ahí empiezan a respetarte las
ganas y a darte información vital para poder manejarla; alguno siempre la
conoce y te pasa los datos que son fundamentales, te ayuda a cortar camino. O
directamente te saca paquetes para que puedas parara a morder algo a mediodía;
o hacen todo eso y más.
La
tardecita que le mostras un truco tuyo, propio, que nadie te enseño, te lo inventaste,
a uno de ellos y percibís que no solo le gusta, lo hace suyo pues es una
genialidad propia de un Diablo; caes en la cuenta de que te estas convirtiendo
en uno de ellos; cuando el truco es adoptado por todos, sabes que estás en el
camino correcto. Kilómetro
a kilómetro, entrega a entrega, vas acercándote a ser como ellos y solo es cuestión de tiempo que estés
a su altura; percepción que se afirma cuando despidiéndote del ahora amigo, los
otros Diablos opinan que ya sos uno de ellos, un Mensajero Mutante de Nivel Diablo.
Me
falta, me falta, no soy un Diablo, pero lo seré antes o después, no hay ninguna
duda, no las tengo; no hay nada como tener buenos Maestros de quienes aprender,
así es todo mucho más fácil; además hago trampas, jejejejejejejej, dado que
recurro a las enseñanzas obtenidas en el estudio del Judo; las aplico
descaradamente en busca de conseguir sacar adelante el trabajo por aquello de
que el Judo no empieza ni termina en el tatami, y sus principios son aplicables
a cualquier aspecto de la vida. Un Diablo no sigue el camino que le marcan, inventa uno propio; hace lo que le
sale de los cuernos pues si sigue los protocolos, la ruta no sale… en ese
aspecto ya soy un Diablo.
¡Gracias
Iván! ¡Nos vemos en el asfalto!
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