sábado, 18 de marzo de 2017

Saber elegir entre Ortodoxia y Efectividad.


El Judo es un Arte Marcial. Lo más cerca que nos ponemos de una situación real, de un combate a muerte son los Shiai, tanto en clase como en campeonatos; es altamente improbable que nos veamos inmersos en una pelea (combate) fuera de los Dojos o de un tatami donde nos enfrentemos a otros Budokas o a Luchadores que no sean Budokas y por axioma básico, no usamos lo que aprendemos en el Dojo fuera de este salvo rigurosas excepciones lo que nos facilita olvidar que estamos aprendiendo a COMBATIR cuando estudiamos Judo, entre otras muchas cosas.
Si, combatir, pelear, luchar, fajarse, etc.
Disfrazamos al Judo de deporte civilizado, tanto que perdemos de vista la fuerza, la efectividad y la capacidad de ser letal que nos proporciona; no pensamos que aprendemos a matar y no sabemos que cada Ippon simboliza la muerte de quien fue proyectado o se rindió. Si, cada vez que te rendiste o fuiste proyectado, moriste simbólicamente, te superaron, te ganaron, te mataron. Y está bien conseguido, espectacularmente conseguido; entiendo que es una de las mejores cosas que posee el Judo, puede pasar por ser dócil, civilizado e inocuo; algo muy positivo de cara a formar a los jóvenes que para cuando saben el poder que han adquirido, han absorbido el marco filosófico para administrarlo y eso es absolutamente genial.
Para transmitir, enseñar adecuadamente, se debe ser ortodoxo e insistimos tanto en eso que llevamos a quienes practican a creer, pensar que siempre deben ejecutar las técnicas de esa manera, pero al hacerlo les limitamos pues no siempre resulta adecuado, estando inmersos en un combate.         
¿Cuántas veces nos han superado pues han agarrado sutilmente diferente? ¿O radicalmente? ¿O sencillamente nos hicieron algo que no está en ningún lado reflejado? Yo puedo decir que cientos de veces y que soy uno de esos que guardan la ortodoxia técnica para el examen o para enseñar, trasmitir pues considero que atarse en un combate es condenarse a ser derrotado. La ortodoxia te hace previsible y ese es un lujo que ante un Judoka, Budoka o Luchador de la clase que sea no te podés permitir. Ni siquiera en la clase frente a los compañeros que despuntan, aquellos que están entrenados y van muy finos; los fuertes, rápidos…los técnicos o los veteranos que no parece que tengan nada en sus Judoguis con lo que amenazarte y resulta que son letales cuando les das medio segundo para prepararte la emboscada.
Donde más lo veo en el suelo, en Ne Waza pues muchas veces se les escapa la oportunidad por querer agarrar como si fuera un examen. Cambian la postura, se mueven para hacerlo generando una oportunidad que el compañero aprovecha para escapar e incluso les contra llevándoles a rendirse; pasando de una situación ideal para imponerse a una derrota.                                                    

Resulta complicado hacerles ver la diferencia y la sutileza que esconde; es contradictorio lo que lo hace engorroso. Para alguien con experiencia resulta natural, pasa de un modo al otro sin pensarlo, sin pararse a considerar lo que hace o el motivo, salvo que sabe por experiencia que necesita cambiar para superar al compañero y simplemente lo usa.                        
Cuando estas con un compañero que sabe tanto o más que tú, ganará quien sorprenda; quien más haya trabajado, quien más veces haya repetido el movimiento, la técnica hasta pulirla y hacerla efectiva. Lo hacemos habitualmente, sin pensarlo; buscamos engañarle; recurrimos a amagues, combinaciones y todo tipo de estrategias que solo buscan esconderle el ataque que será definitivo y estacionamos la ortodoxia con alevosía para conseguirlo.

No quiere decir que la ortodoxia no sea efectiva, no; pero cuando solo somos ortodoxos perdemos efectividad al no tener el factor sorpresa-engaño de nuestra parte pues el compañero-adversario sabe perfectamente que vamos a hacer y así es mucho más difícil ganarle.Y lo más importante: primero se aprende la base, la ortodoxia y después se pasa a ser un artista que crea sobre la marcha según necesidades puntuales del momento sea Randori o Shiai.          
Sin Ortodoxia no hay nada que construir, es la base desde la cual nos proyectamos, pero llega un punto en el que debemos abandonarla siempre que sea necesario en harás de ser efectivos; hacer que se entienda lleva tiempo; ni siquiera sé cuándo lo entendí o quien me lo hizo ver; simplemente me descubrí no siendo ortodoxo y nadie me llamó la atención al respecto, me dejaron ser creativo con una sonrisa ladina que recién hoy comprendo cabalmente; esa sonrisa del Sensei que solo suelta cuando ve a un alumno que por fin entiende las enseñanzas dándole esperanzas de que no es estéril tanto trabajo, tantas explicaciones, tantas horas quemadas sin ver resultados pero sin abandonar jamás la convicción respecto a lo que otros le enseñaron y él procura perpetuar.                                                                                             
Créanme si les digo que esa sonrisa no es patrimonio de un solo Sensei, se la he visto a varios en el transcurso de mi periplo aprendiendo Judo; todos apretan con la ortodoxia y todos apuestan a que sepas elegir un día cuando toca usarla y cuando no, fíjate que como mucho te dirán que en un campeonato eso que acabas de hacer no vale pero que es perfectamente válido si hablamos de Judo.

La ortodoxia es efectiva, sin ninguna duda pero se llega a un estadio en el que nos limita, entenderlo, saberlo y actuar en consecuencia nos liberará de ataduras haciéndonos más efectivos que es de lo que se trata estando inmersos en un Randori o ni hablar en un Shiai.

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