sábado, 13 de mayo de 2017

Boomerang.

Este jueves perdí un paquete, un sobre chico. Cuando llegue a la dirección del mismo no lo tenía, tras revisar la camioneta a fondo llame a la oficina para reportarlo; lo había tenido en mis manos a primera hora y estaba en el listado por lo tanto debería estar en la camioneta y si no era así, lo había perdido. No apareció en el transcurso de la tarde y se confirmó que no lo tenía.
Llegue a la base tras terminar la ruta, revise tres veces la camioneta, la última con uno de los encargados y nada. La sospecha de que sos un ladrón se dispara inmediatamente; el malestar que sentía no era tanto por eso, básicamente nacía en que no se pueden perder paquetes o no se deberían perder, pero pasa y yo me lo tomo muy en serio para que a mí no me pase, cuestión de honor, de orgullo, de responsabilidad y de reputación.                                                                                             

Si sos honesto y derecho cuando pase algo y necesites que te crean honesto o directamente te consideren como tal, será más fácil que te den crédito y cierto margen mientras se dilucida que ha pasado. El problema son los que no se pierden pues se los queda el mensajero y/o cualquiera que se hace pasar por el destinatario; pasa, pasa más seguido de lo que se pueden imaginar y en ambos casos repercute en todos aquellos que cada mañanita salimos con una camioneta a reventar de mercadería que se nos confía y que en la mayoría de los casos sube a varios miles de euros; que no robamos pero no estamos exentos de entregar mal un envió y que parezca que lo robamos aunque se suele aclarar en cada caso que paso, puede tardar un día, una semana o un mes pero al final aflora la verdad. Llevamos GPS, algunos paquetes tienen chicharra, son señuelos y otros van destinados a personas que hacen de contralor a las que no tenes identificadas; si robas, antes o después te cazan; probablemente antes. Los departamentos de seguridad tienen personal y medios; los clientes llaman a las oficinas para quejarse o informar, no sé si para felicitar por el servicio o agradecer las ganas del mensajero que termina por hacer una entrega difícil tras varios intentos y llamadas, mientras corre contra reloj para cumplir con todo el reparto asignado más lo que le van metiendo sobre la marcha; todo redunda en un control efectivo y es muy difícil que algo se pierda a tal punto de que no se sepa perfectamente qué ha pasado.
No apareció y me fui a casa molesto. Tuvo que caerse en el estacionamiento del centro comercial, fue imperativo vaciar la camioneta para organizar la carga y separar lo que se tenía que entregar en ese punto, era eso o que se me fuera pegado a otro sobre, es algo que se da pues el plástico húmedo tiene tendencia a pegarse a otra superficie plástica; es algo con lo que hay que tener cuidado. El caso era que había perdido un paquete y no estaba para nada contento.
El viernes estacione en el centro de L'eliana tras terminar el centro comercial, en un excelente lugar que está a mano de todo, hago las entregas caminando, me llevo seis o siete paquetes en una bolsa y voy entregándolos por zonas, no voy corriendo pero casi. Si son grandes o pesados llamó al destinatario antes de bajarlos y pegarme la paliza con el carro por veredas atestadas de gente, si confirmo la presencia de alguien para asegurar la entrega, salgo con la carga. Eran las 1022, tengo que salir de la zona, teniéndola finiquitada lo antes posible, las 1200 es mi hora vertical, si la rebasó estoy completamente muerto pues quedan recogidas con hora límite las 1300 o 1330 y entregas de antes de las 1400 desparramadas por las urbanizaciones.                                                                       
Un flaco, mensajero pues llevaba un carrito con un paquete pasa por mi lado, mira la carga y se frena.
- ¿ASM?
-Si.
- ¿No perdiste algo ayer?
-Un sobre, dirección Paseo Leman 34. Para Enrique Tercero López.
-Lo tengo. Se fue un coche del Osito (Centro Comercial) cuando yo llegaba y lo vi, vamos a mi furgo y te lo doy.
Le acompañe, estaba estacionada a escasos treinta metros. Hay que destacar que no voy uniformado de ASM, llevo una camiseta de GLS y la camioneta es blanca, sin serigrafiar; Dani estaba buscándome activamente, fijándose en la carga de las camionetas o lo que los mensajeros llevaban en las manos o carros; quería encontrarme y lo consiguió; eso le da más valor a su gesto, reafirma su honestidad, tuvo que dedicar tiempo a encontrarme cuando es justo lo que no tenemos.
- ¿De qué empresa sos?
Iba sin uniforme y no veía la etiqueta del paquete.
-Correos Express.
- ¿Ribarroja?
-Si.
-Cuando llegues mañana a la base decile a Ana, tu jefa que me acabas de hacerme este favor, mándale un beso de Rafa, el papá de Luna. ¿Tu nombre?
-Dani. ¿Te conoce?
-Sí, nuestras hijas son amigas. Gracias loco, sabes que me salvaste; siempre piensan que los robamos.
-Si. Ojalá lo hicieran conmigo si me pasa. ¿Vas mal?
-Hoy no tanto, pero se puede complicar en nada. ¿Y vos?
-A tope. Nos vemos.
-Claro, gracias.

Avise inmediatamente a mi Jefa y a la oficina que lo había recuperado. No lo había robado, pero lo había perdido y puede parecer lo mismo, aunque no lo sea ni de cerca. Sabía que no lo había robado y en ese aspecto estaba tranquilo, pero lo había perdido y era mi responsabilidad; fue un alivio tremendo que lo encontrara el compañero, lo guardase intacto y me buscase para devolvérmelo.           
Suerte, destino o los Dioses; lo que sea, pero principalmente la solidaridad de otro mensajero que sabe perfectamente lo que implica perder un paquete y es tan honesto como para guardarlo y buscar a quien lo perdió para devolvérselo.       

En un mundo frío e impersonal donde solo miramos nuestros ombligos y nos preocupamos casi exclusivamente de lo que nos atañe directamente, brilla intensamente semejante gesto.                                                                                                                                                                                          
¡Gracias Dani!                                                   

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