Hace poco confirme,
de forma independiente, que
alguien que fuera
mi amigo, muchísimos años,
tiene muchos problemas,
derivados de su
consumo de drogas,
principalmente cocaína. Tiene
el cerebro quemado,
según me han
dicho, y como
ya son tres,
las campanas, lo
doy por confirmado.
No me sorprende,
era de los
que sostenían que
no pasaba nada
y periódicamente, compraba
cocaína y la consumía. Lo
hablamos miles de veces, mi
postura era de
rechazo e intransigencia absoluta
y eso le
provocaba risa. Había
vivido en USA un tiempo, recorrido
más mundo que esa miserable
aldea que era
nuestro barrio y creía
que
había aprendido a
dominar y amaestrar
demonios; otro querido amigo que nunca salió del barrio más que para pagar la condena de cárcel por posesión, opinaba parecido y si me ve no me reconoce, no sabe quien soy pero si me escucha, algo reverbera en su interior, me abraza y llora. Firmemente lo creían, sin
ninguna duda: coquetearian con las drogas y no sucumbirian ni a la denigracion ni a la muerte.
Hoy yo también me asome al mundo y vi, como supongo que vio él, como se consumen las drogas, con inusitada alegría. Aunque me cuentan que hoy, en Uruguay, también se consume con alegría y no solo maría o cocaína, pasta base, pegamento, speed, mdma y a saber, que mas. Sigo opinando igual, las drogas, usadas por hedonismo, son venenosas y tan tóxicas, que te destrozaran e incluso, te asesinaran. Usadas como medicamento, ayudan a quienes están enfermos, a vivir o curarse y aunque sean adictos, no es lo mismo, como leí por ahí, ni cerca.
Ese era su problema, quería una vida placentera a tiempo completo y compraba el polvo blanco, que le proporcionaba un sucedáneo, una mentira; confundiendo el camino. Y confundiendo, como todos los que creen que una raya, un porro o una jeringa te darán algo más que, un espejismo, una mentira; la realidad con un viaje de corta duración por el que pagarán, inevitablemente, un precio descomunal.
Nunca lo imaginé, muerto por sobredosis ni como está ahora, siempre mantuve la esperanza de que se saliera de esa espiral, mentirosa y autodestructiva; sólo porque era mi amigo o supimos serlo, nada racional, sólo el deseo de verle bien, saberle sano y pleno, tal y como lo recuerdo.
Como otros tantos deseos, no se plasmara, pero este es, de los que debió, hacerse cruda realidad. Él, como tantos, coqueteaba con la muerte, despreciándose a sí mismos; buscando excusas para envenenarse y matarse; pero sin ponerse razones para vivir, sin esforzarse por vivir; como si buscaran, morir.
Estás muerto amigo, no lo sabes, tu cerebro no te aviso; espero que haya valido la pena y que ahora, no sufras.
La respuesta es no, sigo sin probarlas, yo soy valiente de verdad como te dije en 1989, 22 de diciembre. Seguro no te acordas y a estas alturas poco importa, poco...salvo que sigo pensando que me sobran huevos y que la estabas cagando mal. Cuidate.
Hoy yo también me asome al mundo y vi, como supongo que vio él, como se consumen las drogas, con inusitada alegría. Aunque me cuentan que hoy, en Uruguay, también se consume con alegría y no solo maría o cocaína, pasta base, pegamento, speed, mdma y a saber, que mas. Sigo opinando igual, las drogas, usadas por hedonismo, son venenosas y tan tóxicas, que te destrozaran e incluso, te asesinaran. Usadas como medicamento, ayudan a quienes están enfermos, a vivir o curarse y aunque sean adictos, no es lo mismo, como leí por ahí, ni cerca.
Ese era su problema, quería una vida placentera a tiempo completo y compraba el polvo blanco, que le proporcionaba un sucedáneo, una mentira; confundiendo el camino. Y confundiendo, como todos los que creen que una raya, un porro o una jeringa te darán algo más que, un espejismo, una mentira; la realidad con un viaje de corta duración por el que pagarán, inevitablemente, un precio descomunal.
Nunca lo imaginé, muerto por sobredosis ni como está ahora, siempre mantuve la esperanza de que se saliera de esa espiral, mentirosa y autodestructiva; sólo porque era mi amigo o supimos serlo, nada racional, sólo el deseo de verle bien, saberle sano y pleno, tal y como lo recuerdo.
Como otros tantos deseos, no se plasmara, pero este es, de los que debió, hacerse cruda realidad. Él, como tantos, coqueteaba con la muerte, despreciándose a sí mismos; buscando excusas para envenenarse y matarse; pero sin ponerse razones para vivir, sin esforzarse por vivir; como si buscaran, morir.
Estás muerto amigo, no lo sabes, tu cerebro no te aviso; espero que haya valido la pena y que ahora, no sufras.
La respuesta es no, sigo sin probarlas, yo soy valiente de verdad como te dije en 1989, 22 de diciembre. Seguro no te acordas y a estas alturas poco importa, poco...salvo que sigo pensando que me sobran huevos y que la estabas cagando mal. Cuidate.
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