Por cuestiones
laborales estoy viviendo en Madrid y me he buscado un lugar donde entrenar;
parar julio y agosto ya era mucho; así he llegado a Bushido, en Canillejas.
Si, Bushido, como
Bushido de Lagomar, Canelones, Uruguay; el Dojo donde empezó mi periplo por los
tatamis en los que procuran enseñarme Judo…donde he tratado de aprender un poco…sigo
intentándolo.
Me han recibido y
abierto las puertas de su casa gracias a lo que otros Senseis en infinidad de
Dojos me han enseñado; puede que yo tenga algo que ver, puede, pero eso es posterior,
es el trabajo de ellos, los Senseis el que pesa, el que soporta cualquier escrutinio
y pasa el análisis que ojos nuevos hacen del Judo que atesoro; por poco que sea:
ven que se saludar, ven como me ato el cinturón y lo bajo que lo llevo, ven
como caigo, como agarro, como me levanto…me ven reír, disfrutar sudando a
mares.
Se cumple aquello
de que no pasare vergüenza en ningún tatami y que los Dojos abrirán sus puertas
para recibirme como a un alumno, un hijo más, integrándome fácilmente a las
rutinas propias de cada uno; cada Dojo es un universo en sí mismo, pero todos
tienen coincidencias, raíces hermanas; fue un vaticino, una premonición del
Sensei Firpo; pareciera que hace unos 18 años supiese que pasaría por muchos
Dojos; yo no lo había pensado ni imaginado y se ha cumplido, se está
cumpliendo; por algo es Sensei, no se ejerce de Sensei durante décadas en balde. Corriendo
el riesgo de repetirme y ser un plomazo voy a dar las gracias a los Senseis que
me han tenido a su cargo y agregare a mis compañeros que han debido soportarme
y sufrirme; sin unos y otros, no sabría caer ni saludar, no sabría nada de Judo
y le doy las gracias a Luis, el Sensei que por lo menos durante septiembre
trabajará para intentar que aprenda algo más que a saludar y caer. Todos se
vuelcan, todos te dan lo mejor de si mismos y aunque sea repetitivo, creo que
debo dejar constancia de que es así; sin importar que esa es la manera como debe
ser y que se haga sistemáticamente: ¡Gracias Senseis!
Si están en o por Madrid,
llevan tiempo queriendo acercarse al Judo o tratando de volver, no duden en
pasar por Bushido; un Dojo a la antigua, de esos que se van perdiendo, con un
Sensei y sus alumnos de diferentes niveles trabajando para que el Judo perviva.
Pero si no es el caso y
viven en otra ciudad, país o continente, busquen un Dojo, acérquense y
descubran de qué escribo, porque lo hago, atrévanse a ser parte de la tribu,
del Clan Judoka.
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