domingo, 10 de septiembre de 2017

Un Dojo. Todos los Dojos

Por cuestiones laborales estoy viviendo en Madrid y me he buscado un lugar donde entrenar; parar julio y agosto ya era mucho; así he llegado a Bushido, en Canillejas.
Si, Bushido, como Bushido de Lagomar, Canelones, Uruguay; el Dojo donde empezó mi periplo por los tatamis en los que procuran enseñarme Judo…donde he tratado de aprender un poco…sigo intentándolo.
Me han recibido y abierto las puertas de su casa gracias a lo que otros Senseis en infinidad de Dojos me han enseñado; puede que yo tenga algo que ver, puede, pero eso es posterior, es el trabajo de ellos, los Senseis el que pesa, el que soporta cualquier escrutinio y pasa el análisis que ojos nuevos hacen del Judo que atesoro; por poco que sea: ven que se saludar, ven como me ato el cinturón y lo bajo que lo llevo, ven como caigo, como agarro, como me levanto…me ven reír, disfrutar sudando a mares.
Se cumple aquello de que no pasare vergüenza en ningún tatami y que los Dojos abrirán sus puertas para recibirme como a un alumno, un hijo más, integrándome fácilmente a las rutinas propias de cada uno; cada Dojo es un universo en sí mismo, pero todos tienen coincidencias, raíces hermanas; fue un vaticino, una premonición del Sensei Firpo; pareciera que hace unos 18 años supiese que pasaría por muchos Dojos; yo no lo había pensado ni imaginado y se ha cumplido, se está cumpliendo; por algo es Sensei, no se ejerce de Sensei durante décadas en balde.                                                 Corriendo el riesgo de repetirme y ser un plomazo voy a dar las gracias a los Senseis que me han tenido a su cargo y agregare a mis compañeros que han debido soportarme y sufrirme; sin unos y otros, no sabría caer ni saludar, no sabría nada de Judo y le doy las gracias a Luis, el Sensei que por lo menos durante septiembre trabajará para intentar que aprenda algo más que a saludar y caer. Todos se vuelcan, todos te dan lo mejor de si mismos y aunque sea repetitivo, creo que debo dejar constancia de que es así; sin importar que esa es la manera como debe ser y que se haga sistemáticamente: ¡Gracias Senseis!

Si están en o por Madrid, llevan tiempo queriendo acercarse al Judo o tratando de volver, no duden en pasar por Bushido; un Dojo a la antigua, de esos que se van perdiendo, con un Sensei y sus alumnos de diferentes niveles trabajando para que el Judo perviva.               
Pero si no es el caso y viven en otra ciudad, país o continente, busquen un Dojo, acérquense y descubran de qué escribo, porque lo hago, atrévanse a ser parte de la tribu, del Clan Judoka.       

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