Ser
Sensei y llevar adelante un Dojo es una tarea que demanda horas y esfuerzo
constante durante décadas y se empieza cuando se hacen cargo de la primera
tanda de alumnos. Cuadrar las cuentas no es fácil; captar alumnos y
conservarlos tampoco; algunos abandonaran y los que destaquen te serán arrebatados
justo cuando empiecen a destacar en la fase competitiva. Muchos con condiciones
para destacar se alejaran de la mano de una novia, de otro deporte, por una
mudanza, por pura vaguería o por las vueltas de la vida.
Pensar
las clases, hacerlas amenas, tener variedad para no aburrir a las nuevas
generaciones que son propensas y siempre conseguir que sean eficaces en el
apartado físico para ir fortaleciendo a los alumnos amén de meterles la carga técnica
que posibilite un crecimiento continuado en ese apartado tampoco es moco de pavo.
Robar horas de donde no quedan para ver videos que le mantengan al día y le den
ideas para reforzar apartados técnicos de sus alumnos o reflotar aquellas técnicas
que antaño se mostraban tan efectivas y se han ido estacionando a un costado,
por su dificultad, por moda, tendencia o por la mala calidad del arbitraje que
hace que quienes compiten dejen de lado aquello que no puntúa claramente tras
realizarlo un par de veces y ver que el esfuerzo que requieren y los riesgos
asumidos no compensan.
Ingentes
cantidades de trabajo. Una notable carga de trabajo llevada a cabo con una convicción
no menos notable. Monitores, Profesores y Senseis son quienes mantienen la
llamita flameando; para llagar a Sensei hay que ser alumno, llegar a Sho Dan,
convertirse en Monitor, pasar a ser Profesor y tras esa larga travesía
traducida en años, pasar a ser Sensei, bastiones donde el Judo es acunado,
mimado y trasmitido a quienes desembarcan en su estudio.
Hace
tiempo que se que es así y hace años que decidí que la única manera que tenía
de devolverles algo, una ínfima porción de lo que ellos me han regalado era no
solo observar las reglas, cuidar la etiqueta, mimar a los jóvenes y trabajar
sobre mis deficiencias; era encontrar lo que fuera que les proporcionar un
retorno; tenía que haber algo más que yo pudiese dar, regalarles para honrarles
a todos, los que ya no pueden tenerme en su Dojo ni verme estudiando Judo y a
quien hoy es el Sensei que trabaja para que yo pueda mejorar, si eso es posible
a tenor de mis limitaciones.
¿Se
han fijado que son extremadamente serios? Lo son, saben que están moldeándonos,
ayudan a nuestros padres a educarnos y es difícil sacarles una sonrisa, pero
perfectamente posible. Así que decidí que buscaría hacerles sonreír, disfrutar
de tenerme en su Dojo, sin importar lo que me falta, sin considerar lo que no
se, hay algo que si puedo regalar: Entrega, entrega absoluta. 1-Tratar de no
faltar salvo fuerza mayor. 2-Obligarle a pararme cuando ve que paso mis limites
físicos que conoce perfectamente. 3-Trabajar duro sin serlo con quienes saben
menos y ser exigente con quienes me pueden dar una paliza sin apretar. 4-Buscar
Iponnes limpios, claros, preciosos con la pasión necesaria sin importar cuantas
veces sea proyectado por arriesgar en su búsqueda. 5-No rendirme hasta que ya
no me quede un gramo de energía por quemar e incluso entonces, lanzar algo
parecido a un Kiai e intentar una salida más que me deja completamente desarbolado
bajo el control de mi compañero o libre.
No
es nada fácil pero no tiene que serlo, cada tanto lo consigo. El jueves sonrió
ante un Harai Goshi espectacular por la derecha que fue Ippon; por inesperado,
por el momento en el que ataque, por como llegue hasta la posición desde donde
ataque, por mi Uke que no era ni es una papita, por ser un randori extra, fuera
de la clase, ya se habían ido todos menos nosotros tres que seguíamos trabajando
en pulir aquello que debe ser pulido.
Si
tenerme en un Dojo hoy en día puede ser un aporte positivo, es por aquellos
Senseis que trabajaron conmigo y para mí, nunca para ellos; sacarle una sonrisa
al Sensei es honrarles. Intenten honrarles e intenten hacerles disfrutar, sonreír
de verles practicando Judo, estudiándolo; ellos nos miman, mimémosles.
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