Algunas cosas tienen que pasar,
pasarte para que te percates de que suceden. Nadie te las cuenta, no están escritas
ni filmadas; no sabes que son posibles ni que podés trabajar para que ocurran.
Y hasta que las vivís, ignoras que existen.
Un compañero me manda un video donde
Muneta da una lección de efectividad, oportunidad, capacidad técnica, rapidez
mental y de acción, uso de la sorpresa, del desequilibrio, de la fuerza, de la
oportunidad y un largo etcétera. Lo habrá visto mil veces, yo lo he visto unas
cuantas pues es una maravilla que no te cansa por mucho que la visiones.
Hasta acá, normalidad: Un compañero
te pasa un video de Judo, conducta habitual, diaria y sistemática en el chat
del Dojo. Y ahí se termina la cotidianidad empezando otra cosa, la sorpresa
absoluta.
Hace tres o cuatro años cuando llegue
a su Dojo buscando asilo, roto desesperado, buscando cordura en el Judo, única certeza;
él entrenaba sin poner toda la carne en el asador, cumplía lo justo; hoy cuándo
ve ese video ve que ese agarre lo tengo y cree que soy capaz de hacer esa técnica
y me lo manda para que yo también me vea haciéndolo. En el medio, infinidad de
clases, randoris, explicaciones, trabajo, sudor, risas y lesiones. Le he
ayudado a pulir su Judo, a mejorarlo, a mejorar él como luchador; mientras él
me cuidaba y cuida con exquisitez Judoka, me trata con mimo, se cuida mucho de pasarse,
aunque sepa exactamente cual es mi límite físico y se quede justo apenas por
abajo para ayudarme a seguir creciendo.
Rápido aprendió que soy intenso,
exigente y se amoldo. Aprendió, aprende y trabaja, poco a poco se fue
implicando, escucha con atención como si yo supiese más de lo que se y
obediente transpira buscando conseguir que salgan las cosas.
Se ríe cómplice cuando vuelvo
locos a los jóvenes pidiéndoles que se aten bien el cinturón, que no hablen,
que se sienten bien o cuando se quejan amargamente de lo tramposo que soy
cuando empiezan a trabajar conmigo y van descubriendo el arsenal del que
dispongo y como ejecuto algunas de las técnicas que se van perdiendo y se ven o
sufren poco. Él ya pasó por ese proceso, les lleva ventaja y les entiende
perfectamente, no soy un compañero cómodo el tiempo justo en el que descubrís
que mi amor por el Judo no me cabe en el pecho, cuando lo sabes, aceptarme y/o
tolerarme es hasta fácil. (Llegar a quererme es harina de otro costal.)
Es la primera vez que quiere aportar
algo a mi Judo, ayudarme a mejorar y es una sensación espectacular pues implica
que ha dado el salto y está implicado a fondo: vive al Judo. Que al ver a
Muneta crea que soy capaz de algo remotamente parecido, que lo vea y que lo
piense y además me lo mande es indescriptible. Y es una sorpresa, no lo
imagine, no lo esperaba, no sabía que era posible vivir algo así.
Ayer lo empecé a intentar y le vi sonreír,
era mi Uke. ¡Disfrutaba tanto como yo! Ya no le pesa caer, ya no le pesa el cansancio,
ya no le pesan los dolores, ya no le lastra el posible fracaso, ya no le
importa cuánto pueda costar, se enfoca en conseguirlo o propiciarlo. ¡Propiciar
que el compañero crezca, mejore, se supere! Notable.
En el medio me ayudo a conseguir
estabilidad, algo de cordura, contribuyó a proporcionarme un lugar donde me
siento respetado y querido, apreciado…valorado… al que me fascina ir; al que
necesito.
Beneficio y prosperidad mutuos: ¿Les
suena?
Judo, gente…Judo.
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