viernes, 1 de marzo de 2019

Bajo Ataque.

La jovencita estaba tirada en su litera con los auriculares puestos, se había sacado las botas para estar más cómoda, eran pesadas por todos los refuerzos metálicos que tenían y si su madre la veía con ellas puestas encima de la litera, la tendrían y no quería pelearse con ella, no por eso.
La música la paseaba por el universo, varias trompetas la sacudían a un ritmo frenético, pero no movía ni los párpados que tenía cerrados; estaba muy lejos, muy, muy lejos de ese pozo infecto que era DG591, su hogar, todo su mundo que quedaba acotado a la Estación Experimental haciéndola sentirse miserable, desperdiciada.
Estaba condenada a morirse del asco y de un aburrimiento atroz, como todas las jovencitas colonas o prácticamente todas; no podía avanzar mucho más en sus estudios pues sus padres no podían matricularla en la universidad, quedaba fuera del alcance de la economía familiar, completamente fuera en verdad.
Con catorce años había alcanzado la cota máxima en su formación; en DG591 no había trabajo, no existía como tal, se trabajaba labrando la tierra una y otra vez con la esperanza de que por fin las semillas germinaran y crecieran plantas que dieran a su vez semillas o crecieran fuertes y sanas para servir como alimento, en una patética pérdida de tiempo que había consumido a sus abuelos, consumía a sus padres y la consumiría a ella. Por no hablar de conseguir novio, un amigo estable o un amante como mandan los cánones; en DG591 era una quimera y ya estaba harta del consolador que escondía en su ropero y como su madre lo encontrase la pelea no solo estaba asegurada, la penitencia que le impondría sería descomunal, la consideraba demasiado joven para usar esos juguetes.
Con un esfuerzo de voluntad impidió que la rabia y la frustración la invadieran, se concentró en la música que siempre le funcionaba cuando se trataba de levantarle el ánimo. Menos mal que tenía la música para evadirse, ella no era proclive a usar drogas; en los archivos había visto en que convertían a las personas que recurrían a ellas y prefería ahorrárselo.
Sintió un ruido que no era habitual al que no prestó demasiada atención; había empezado a mover los pies intentando seguir el ritmo frenético de la música que la llenaba y evaluaba la conveniencia de irse a uno de los hangares donde poder dar rienda suelta a sus ganas crecientes de bailar desatada; algo que su madre no veía con buenos ojos pues la exponía a la mirada febril de los hombres, como le repetía a la mínima oportunidad; sin caer en la cuenta de que salvo en su habitación, siempre estaba expuesta a ser observada, febrilmente o no.
Otro sonido que no sabía catalogar le hizo sacarse los auriculares y girar la cabeza para escuchar atentamente; en segundos captó gruñidos, exclamaciones ahogadas y de repente gritos desesperados, le sobraba para intuir que en los corredores de DG591 algo no iba nada bien.
Salto de la litera, de un manotazo movió la tranca de la puerta, una antigualla que había encontrado en un cajón de uno de los hangares con un montón de cosas viejas e inútiles y que tras mucho esfuerzo había conseguido instalar de manera que fuese efectiva para rabia de sus padres; por la cabeza no se le pasó la idea de asomarse a ver qué pasaba, la conducta normal que todos habrían seguido en su lugar; a toda mecha se puso las botas que no ato, considero que no había tiempo que perder. Manoteo la campera pesada del ropero, se la puso con movimientos ágiles y buscó febrilmente un destornillador que usaba para desarmar el secador cuando dejaba de funcionar, estaba al fondo del cajón el maldito; lo empuño y se abalanzó sobre la rejilla de ventilación que había a ras del suelo que daba acceso a todo el sistema de ventilación, estaba junto al ropero; con la habilidad ganada arreglando el secador, sacó los seis tornillos que la sujetaban firmemente, la sacó y puso a un lado para poder meterse dentro del conducto, era un tanto angosto; entró de cabeza y repto un par de metros comprobando que podía avanzar sin mayores problemas pero no podía girar y quería poner algo que disimulase un poco el hueco generado al sacar la rejilla de ventilación; retrocedió para salir completamente, giro sobre su barriga y metió las piernas primero, estiró los brazos para agarrar el baúl donde guardaba la ropa que no entraba en el ropero que no era grande; lo arrastró lo más cerca que pudo del hueco que había dejado al sacar la rejilla y se alejó retrocediendo, le costaba mucho más hacerlo así y se concentró en mejorar la técnica necesaria para moverse con efectividad.
Había polvo y telas de araña, no pudo evitar estornudar; ni un solo momento se paró a pensar en sus padres o vecinos ni en imaginar que pasaba, se concentró en alejarse, tenía que llegar a un lugar donde poder hacerse fuerte, ¡los auriculares se habían quedado en la litera! Ir a buscarlos estaba descartado, siguió reptando marcha atrás, transpiraba, jadeaba por el esfuerzo y empezó a asentir sed; no se permitió ni un solo segundo para sentir pena de sí misma, desesperación, lastima o dejarse ganar por la histeria, la sorpresa o las dudas; la colona que llevaba adentro, la colona que era en verdad, tomó el control decidida a sobrevivir, a no dejarse cazar como una gatita indefensa, a no caer en una trampa burda y a no seguir patrones de conducta predecibles que la hicieran vulnerable; ignoraba a que se enfrentaba pero estaba decidida sin siquiera planteárselo a poner todas sus capacidades en liza, aunque ni siquiera fuese consciente de que era así, simplemente reaccionaba a los estímulos; afloraba su educación, su carga genética y su naturaleza; se dejaba llevar por su instinto que ordenaba imperiosamente ganar distancia, buscar un refugio que fuera seguro sin perder tiempo.
Fijó un objetivo en su mente: llegar a un lugar donde poder girar y una vez conseguido, ir hasta una terminal con pantalla y poder ver por el monitor que estaba pasando en la Estación y pedir ayuda. En todo momento era consciente de que no había nada que impidiese que cualquier cosa la siguiera, el baúl no sería un obstáculo importante, eso la espoleaba, no podía permitirse un descanso.
Pudo girar en el segundo cruce de conductos, el primero era demasiado estrecho como para conseguirlo; ahora se arrastraba más rápido y sin tanto esfuerzo, descubrió que cada cierta cantidad de metros había unas trampillas en el suelo del conducto que se hundían al apoyar las manos y volvían al lugar una vez dejaba de apoyarse sobre ellas, tenían que ser trampas para las ratas y otros animales, por eso no había visto a ningún animal desde que se había metido en los conductos, era ingeniosos y efectivo.
Estaba completamente desorientada, no tenía referencias para ubicarse, pero no aflojo la velocidad, estaba indefensa en el conducto; tenía que moverse hasta llegar a un lugar seguro. Apenas había algo de luz que entraba por las rejillas de ventilación que abundaban, pero por el momento todas daban a un corredor y no podía ubicarse, siguió arrastrándose hasta que llego a la zona del comedor y la cocina, fácilmente reconocibles desde los respiraderos de los conductos.
El panorama era desolador, había sangre y cadáveres por todas partes o así lo parecía desde su posición que no le permitía abarcar toda la zona; tenía que llegar a una terminal lo más rápido posible para mandar un mensaje pidiendo ayuda, fuera lo que fuera lo que estaba pasando era realmente grave, habían muertos, volvió a reptar decidida, mejoraba notablemente al coordinar brazos y piernas adecuadamente y usar las trampillas del suelo para no resbalar tanto sobre el metal liso del que estaban hechos los conductos.
Ahora sabía dónde estaba y hacía dónde debía ir para llegar a la terminal con controles generales, monitor y acceso a los canales de comunicación más cercana, había varias distribuidas por toda la Estación puesto que la experiencia derivada de catástrofes acaecidas en infinidad de Estaciones Experimentales había demostrado que una sola central con controles generales, no era la mejor respuesta en según qué casos: cuando no se podía acceder a la misma o si resultaba destruida. Tenía que girar hacía su izquierda, no podía estar lejos y menos yendo por los techos, metida en la red de conductos que empezaba a entender cómo estaba construida y de qué manera se conectaban unos con otros siguiendo un patrón propio por el techo. No todos eran anchos como para dejarle meterse, solamente algunos eran muy anchos y le permitían ir a gatas, lo que redundaba en un avance más rápido; la mayoría le permitía pasar, pero no moverse con soltura dentro de los mismos.
Le extrañó no escuchar ruidos, ni gritos ni gruñidos ni sonidos de lucha, nada, salvo el crujir del metal del conducto bajo su peso en aquellos puntos donde no se le había sujetado bien, claro que dudaba que se hubiese previsto que una jovencita se metiera por ellos y la soportación habría sido pensada solo para aguantar el peso de los conductos con un cierto margen a favor que por ahora resultaba suficiente. No podía preocuparse por eso en esos momentos y no tenía alternativa, se concentró en dar con un conducto que la llevase hasta la centralita; equivocó el camino un par de veces, no era tan fácil elegir por donde doblar, los conductos eran una tupida red que no había imaginado nunca que existiera; tuvo la cabeza fría necesaria para llegar hasta la rejilla de ventilación que le permitió ver la centralita y entonces cayó en la cuenta de que los tornillos estaban por fuera, no podía sacarlos.
Respiro hondo, necesitaba calma, frialdad, nada de caer en histerismos, nada de ser una jovencita pusilánime; era una colona, hija y nieta de colonas, había nacido siendo más dura que cualquier material conocido y era hora de empezar a demostrarlo. Estudio el anclaje de la rejilla al conducto; nadie había previsto que se les usara para ir de un lado al otro. Considero retroceder, darse la vuelta y volver de espaldas para poder patear la rejilla hasta desencajarla, pero no estaba segura de poder conseguirlo, el metal era resbaladizo y aunque se agarrara con las trampillas no tenía suficiente espacio para operar con efectividad. Estudio el conducto, estaba construido por tramos que evidentemente eran prefabricados y se encajaban unos con otros en el lugar donde se instalaban, fijándose entre sí con tornillos cuyas tuercas quedaban del lado de adentro pero no tenía una llave para sacarlas y al probar con la mano entendió que no podría aflojarlas.
En un rapto de furia clavo el destornillador en el metal que sorpresivamente fue perforado con facilidad, no le costó un segundo entender que ese era el camino y empezó a cortar el conducto contra la rejilla; subía y bajaba la mano clavando el destornillador a toda la velocidad que podía y le permitía el poco espacio que tenía. El suelo y los laterales fueron relativamente fáciles de cortar, el techo le costó horrores, estaba en una muy mala postura para hacerlo y si se ponía boca arriba le entraban esquirlas en los ojos, tras cortar todo, basto con dos golpes dados con los brazos para que la rejilla de ventilación cayera dejándole expedito el paso.
Los bordes desiguales debían cortar, para bajar y no romperse una pierna o las dos, tenía que descolgarse agarrándose del borde y así minimizar la distancia al suelo; dedico tiempo a doblar el borde del conducto que hacía de piso, lo fue golpeando con el mango del destornillador para no lastimarse las manos, una vez conseguido retrocedió hasta un lugar donde pudo girar y volvió reptando hacia atrás, con una sensación de miedo infernal fue descolgando las piernas y el torso hasta quedar suspendida, agarrada con las manos de una de las trampillas, en una posición muy forzada, sin otra salida se soltó y cayó.
Si alguien le llega a decir que haría algo parecido unas horas antes, se habría meado de la risa, literalmente; no destacaba por ser valiente, atrevida; no destacaba en nada, no que ella supiera; no tenía cómo saber qué opinaban de ella quienes la habían adiestrado para situaciones de emergencia, se habría sorprendido gratamente de poder conocer sus juicios y opiniones.
La caída fue suave y no sufrió heridas, rápidamente fue hacía la terminal y la activo; acercó el sillón y se sentó, no tenía tiempo que perder, el conducto estaba abierto por lo que, a ese lugar, podía llegar cualquiera que estuviera detrás de la matanza sin mayores problemas.
Las imágenes eran horrendas, mostraban cadáveres y sangre sin importar la cámara que eligiera, saltaba de una a otra febrilmente, buscaba supervivientes y ver que les había atacado o quien para poder informar al pedir ayuda; siempre era de gran ayuda suministrar información que facilitase a los equipos de rescate poder entender cabalmente la situación y así manejar mejor la emergencia.
Con ansiedad selecciono la cámara del sector del invernáculo donde trabajaban sus padres; los descubrió destrozados a pocos metros uno del otro, su sangre regaba la tierra que habían tratado de hacer producir durante más de treinta años. Tenía que moverse inmediatamente, encontrar un lugar seguro donde pensar, activó la señal de emergencia en código negro que significaba que la Estación Experimental estaba bajo un ataque y sus habitantes eran asesinados sin piedad; uso las cámaras cercanas para investigar el corredor sin ver que se moviese nada; la terminal más cercana estaba a unos cuarenta metros doblando en el primer cruce a la derecha pero era expuesta, no podía defenderla ni encerrarse en ella; necesitaba una que fuera segura un mínimo de tiempo y tenía que llegar sin romper nada para poder estar a salvo.
Hay varias alternativas, pero primero tiene que hacer algunas cosas, había protocolos que seguir en situaciones de emergencia tal y como le enseñaron y cuanto antes los pusiera en marcha, mejor; después podrá elegir un escondite y meterse en él.
Dadas las circunstancias decide que los despachos son el lugar al que irá, unos cien metros de distancia, usa las cámaras para ver que hay en los corredores entre ella y los despachos, no ve nada vivo y se decide: sale al corredor, y sin mirar atrás, corre a toda la velocidad de la que es capaz.
Empuja la puerta del despacho que está vacío, no hay sangre ni cadáveres, activa el cierre de seguridad con dedos febriles y se deja caer en el sillón, jadea ahogada, transpira y le arde el costado, se saca la chaqueta y el buzo sintiéndose mejor, pero la sed la atormenta. De un salto se levanta y va a la máquina de agua, llena un vaso y se lo toma atragantándose, con el segundo es más comedida, se toma cinco y sabe que se meara en breve, pero no lo pudo evitar, tenía mucha sed.
Con calma pasa de una cámara a otra, revisa la Estación casi por completo, suficiente para imaginar que, si hay más sobrevivientes, están bien escondidos y preguntándose qué les ataco, no consigue verles. ¿También se habrán escondido? ¿O ya se han ido? ¿Qué podían buscar en DG591? No había nada que valiese la pena; nada por lo que asesinar a colonos indefensos.
Había recibido entrenamiento para afrontar emergencias y crisis, en estos se le hizo entender cabalmente la importancia de impedir que nada pudiera salir de la Estación y propagarse; si ocurría algo anómalo, era vital blindar la Estación hasta que se supiera con certeza qué había pasado, lo mejor era sellarla; por eso lo primero que hizo fue accionar los cierres activando los protocolos pertinentes, encerrándose con lo que les había atacado si era que todavía estaba en DG591; una colona hacía lo que debía sin consideraciones hacia su propia seguridad y en ese instante fue consciente de eso, plenamente consciente de que estaba atrapada y probablemente sola a merced de lo que fuera que atacaba a DG591; le costó tres segundos asimilarlo, racionalizarlo, las manos cerca del teclado, inmóviles en el aire; no rugió, no grito, no suspiro, lentamente apoyó los dedos en el teclado, su mente aceptaba con frialdad, a toda máquina que era ella contra todo; la jovencita desapareció borrada de un plumazo, tendría que ser una mujer y fuerte, entonces la colona se activó completamente, acortando los plazos, reduciéndolos de cinco o seis años a un lapso de tiempo ínfimo de segundos.
En segundo lugar, activó los protocolos de soporte vital, el sistema detectaría el descenso de actividad y podía achacarlo a que la Estación había sido abandonada y proceder a desconectar prácticamente todos los sistemas para entrar en una suerte de hibernación indefinida de la que saldría en cuanto le ordenaran revertir el proceso; era una manera de salvar instalaciones y mantenerlas en condiciones de uso; construirlas era costoso y llevaba tiempo, lo más inteligente era tratar de conservarlas aunque se tardase en volver a usarlas.
Si la rutina se hubiese mantenido no le sabría faltado nada para vivir hasta la llegada de la próximas nave con suministros, al quedarse sola o siendo un número reducido de personas, no descartaba que se hubiesen escondido bien y estuviesen a salvo más colonos, eso no sería un problema; actuaba como si estuviese sola por si era el caso y efectivamente solo quedaba ella, no había que dar nada por sentado que comprometiese la seguridad le habían enseñado y ella seguía el protocolo pertinente.
Por último, se conectó para reforzar la llamada de auxilio en código negro que ya se emitía por los canales habituales, aunque todavía no habían generado respuesta, era pronto, esas cosas llevaban cierto tiempo pues había que hacer comprobaciones, confirmar lo máximo posible la información suministrada por quienes pedían ayuda y no se reaccionaba hasta haberlo hecho.
Dicha señal era genérica, común a cualquier instalación pero al conectarse para pedir ayuda en persona, su llamada se desvió al IMS, acrónimo de Instalaciones Militares Secretas, concretamente a un departamento que no tenía nombre encargado de solucionar las contingencias que se salieran de lo normal y afectasen a cualquier Instalación Militar, a determinadas Estaciones Experimentales, generalmente las más aisladas o a las Instalaciones de uso mixto o bajo concesión particular que se usarán para desarrollo y experimentación financiadas por caudales militares u otros supuestos que siempre estaban fuera del radar de la opinión pública.
Necesitaba comunicar y encontrar un lugar más seguro tras conseguirlo, volvió a intentarlo.
-Esta es una llamada de emergencia con origen en la Estación Experimental DG591 que soporta un ataque, los protocolos de cierre y supervivencia fueron activados, solicitó evacuación, creo que no hay más supervivientes. ¿Me escuchan? -
-Perfectamente DG591, necesito que se identifique inmediatamente. -
-Denisse, 3690329CMF619DG591.-
Pasaron unos segundos, por rápido que funcionara el sistema, costaba unos segundos verificar la información; los archivos existentes eran tantos, contenían ingentes cantidades de información, lo que hacía engorroso buscar datos concretos en la generalidad del archivo, si se trabajaba en servidores concretos donde se volcaba la información estrictamente necesaria, la cosa era más rápida.
-Confirmado Denisse. ¿Qué nos podés decir sobre lo que está pasando? -
-Que nos han atacado, han asesinado a todos o casi todos los habitantes de DG591. No he visto a los que nos atacaron, pero hay sangre y cadáveres por todas partes y en las cámaras no encuentro a nadie vivo. -
-En breve estudiaremos las imágenes, pero nos llevará algo de tiempo; es necesario que te busques un refugio donde estés segura y te de posibilidades de supervivencia. ¿Se te ocurre alguno? -
-Sí, la cárcel; es segura. -
Denisse conoce otros lugares, pero no cree que deba decirlo, se lo guarda para ella, está sola, depende de sí misma, lo mejor es no mostrar todas las cartas; proceder que todo colono conoce y alienta pues nunca se sabe quién te traicionará. Si algo no se conoce no se puede desvelar, conservar dicha ventaja, la de contar con información que otros desconocen puede suponerte la diferencia entre seguir vivo o morir y los colonos son expertos en superar obstáculos; han aprendido a esconder y disimular, alcanzando cotas muy elaboradas para conservar información que solo les concierne a ellos, una buena parte de la misma no deberían conocerla los no colonos ni quienes les administran pues de saberse se produciría un verdadero escándalo.
-Bien, excelente elección, quiero que te desplaces hasta la cárcel, te encierres y esperes. Movete con cuidado, estarás expuesta en los corredores, mantenete dentro de los despachos el máximo tiempo posible. Te conseguiré ayuda, gente que te asesore y por supuesto mandaremos un rescate, pero puede que demore un poco en llegar. ¿De acuerdo? -
-De acuerdo, en cuanto llegue me conecto, gracias. -
-De nada, movete con cuidado. -

DG591


DG591.

DG591 era una Estación Experimental como tantas otras que proporcionaba un hogar y la protección necesaria a los colonos que la habitaban, si bien estos no eran muchos, estaba situada en un planeta olvidado, perdido en la inmensidad del espacio del que tomaba el nombre para facilitar las cosas un poco y por pereza; y a los pocos investigadores que pasaban cortas temporadas en las Estaciones Experimentales para fiscalizar los avances con las semillas y/o los cruces de ganado derivados de las investigaciones permanentemente en curso llevadas a cabo por los propios colonos que soportaban todo el peso del trabajo.
DG591 existía a pesar de las autoridades, convenientemente olvidada, situada tan aislada, no era visible y a nadie preocupaba lo que le pasara al planeta o a sus colonos quienes malvivían tratando de obtener cosechas en los invernaderos valiéndose de semillas que se estaban desarrollando con el fin de poder usarlas más adelante en las tierras yermas del exterior permanentemente azotadas por el viento en prácticamente en toda su extensión a tenor de lo poco que se había explorado a pie, la única manera de constatar efectivamente las condiciones del terreno, los otros medios, todos indirectos eran poco efectivos y nada realistas.
Con ese fin se habían ideado las Estaciones Experimentales; se construyeron con fondos federales y se las pobló con el objetivo de obtener semillas viables en esos entornos tan exigentes; el primer paso para que fuera racional plantearse colonizar masivamente un planeta; la Tierra hacía siglos que mantenía una población estable recurriendo a una combinación de políticas entre las que destacaban: control férreo de la natalidad y la generación de refugiados que eran expulsados a otros planetas, siendo el único planeta que procuraba obsesivamente no superar el número de humanos por encima del cual un planeta colapsaba. Lamentablemente, no era un protocolo que se observase en los demás planetas colonizados a raíz de la necesidad de aflojarle la presión a la Tierra y eso generaba exceso de población lo que producía más refugiados, generaba escases endémica de alimentos y mucha presión para expandirse y colonizar otros planetas perpetuando el problema que se agravaba con cada siglo que pasaba.
Eso hacía necesarias las Estaciones Experimentales; lo que no significaba que se invirtiese todo lo necesario en darles a los colonos unas condiciones de vida que se pudieran considerar aceptables en todo su conjunto; como en toda cosa pública, por el camino se perdían fondos que enriquecían a los inescrupulosos que siempre engordaban a la sombra del Gobierno Federal, de cualquier gobierno en realidad; cuanto más abarcase el gobierno, más se robaba, en una relación directamente proporcional largamente estudiada y documentada.
Cada siete u ocho meses llegaba una nave de carga que traía casi todo lo que se necesitaba; nunca se les hacía llegar todo lo que habían pedido, siempre faltaban cosas; parecía un deporte al que le dedicaban mucho esfuerzo los encargados de preparar las órdenes necesarias para que se enviaran los suministros a cada Estación Experimental. No servía de nada elevar quejas, no mejoraban las cosas e incluso podían llegar a empeorar si un funcionario se sentía agraviado, tanto como para penalizar a quienes hacían reclamos; había que arreglárselas con lo que llegara.
En el caso de DG591, existía el agravante de que toda el agua no era potable; la mayor parte necesitaba ser tratada antes de poder ser consumida por los humanos; siendo esa circunstancia otro freno que impedía que pudiera pensarse en colonizar el planeta con seriedad, uno importante que no se podía obviar de ninguna manera pero que tenía fácil solución: bastaba con traer plantas potabilizadoras; lo que enrababa costes elevados y no resultaba rentable a menos que se tuviese la certeza de que las semillas eran viables y se podría obtener cosechas de manera regular.
Sin agua en abundancia no era factible una actividad agrícola y ganadera básicas que asegurasen el sustento de un número cada vez más amplio de colonos; el ganado de tamaño medio o grande, necesitaba cantidad diaria de comida amén de consumir muchos litros de agua por cabeza y lo más práctico era producirla in situ por un tema de costes, lisa y llanamente.
Debido a esas circunstancias, DG591 estaba estancada desde hacía tiempo y eso la convertía en una instalación carente de prioridad de ningún tipo a la que no se le hacía llegar mejoras ni se le pensaban nuevas estrategias, sus colonos estaban más que nunca librados a su suerte, si es que alguna vez la habían tenido; por norma general un colono, sin importar de donde era, desconocía que existía la suerte, no les sonreía nunca.
Su situación tan especial favoreció que cerca, muy cerca de DG591, se construyeran unas instalaciones secretas que se valieron de su reactor para tener energía eléctrica, evitando así poder llegar a ser detectadas en el hipotético caso de que alguien buscara una anomalía en ese planeta; la mejor manera de detectar actividad humana es rastrear el consumo de energía eléctrica o de cualquier tipo de combustible que posibilitase la generación de electricidad, algo que resultaba imposible de mantener oculto salvo si eran generadores de poca potencia que solo servían para un uso limitado, nunca para dar suministro a unas instalaciones que requirieran un suministro elevado y permanente pero derivada de un reactor se camuflaba con cierta facilidad máxime si era algo que se había tenido previsto desde el primer cable que se instalaba en la Estación Experimental.
Convenientemente soterradas y con hangares camuflados para que las naves pudieran aterrizar y permanecer ocultas, una precaución paranoica en ese planeta donde no había control de vuelos y salvo los colonos de la Estación Experimental no lo habitaba nadie que pudiese ser testigo de lo que ocurriese fuera de la propia Estación; era completamente imposible detectarlas, se había puesto mucho esfuerzo en conseguir que así fuera; la razón de tanto secreto era que en ella se hacían experimentos secretos financiados por partidas oscuras que nadie podía vincular ni asociar al Gobierno Federal que a la postre era el único que podía fiscalizar a quienes poseían la capacidad para idear semejante instalación, elegir una localización y afrontar la logística que permitiese la construcción, por norma general debían estar bajo el paraguas del Gobierno Federal, directa o indirectamente dada la inversión que era necesaria pero no había un solo documento, dossier o archivo que respaldase esa hipótesis. Una cosa era intuir o incluso tener una certeza y otra muy distinta era poder demostrarlo; las sospechas no hundían carreras políticas y mucho menos hacían caer a los gobiernos.
A eso se debía tanta precaución, tanto secreto. Los experimentos que se llevaban a cabo en esas instalaciones se habían prohibido taxativamente, de manera oficial, extraoficial, oficiosa o de cualquier otra, nadie podía argumentar que desconocía ese hecho si llegaba a ser descubierto llevándolas a cabo o si había pruebas que le salpicaban.
El problema es que no se puede atar todo ni prever cada problema, cada arista de las situaciones que podrían llegar a darse en un laboratorio, mucho menos en unas instalaciones dedicadas a llevar a cabo todo tipo de experimentos en un espectro muy amplio que abarcaba desde nanotecnología, investigaciones biológicas, químicas, nucleares, manipulación genética, hibridación y el desarrollo de campos nuevos como la creación de criaturas nuevas a partir de ADN de las existentes y de las que se habían extinguido pero se había salvado muestras genéticas; por más que los protocolos de seguridad se observen a rajatabla y que ante la más mínima sospecha se elimine al trabajador, investigador, empleado administrativo, soldado o guardia de seguridad que pudiera ser un riesgo; nadie previó que uno de las tantas criaturas se escaparía, mataría a los investigadores que trabajaban en el laboratorio liberando en el proceso a otras criaturas que atacaron a los humanos de toda la instalación con saña, buscando vengar tanto dolor, tanta tortura, tanta falta de humanidad y empatía.
Los mercenarios encargados de las medidas de seguridad combatieron con fiereza y sucumbieron; no podían pedir ayuda por los canales abiertos y normales, lo hicieron por otros, pero la ayuda demoraría, no tenían tiempo y lo sabían, estaban viendo a lo que se enfrentaban, esas criaturas eran unos asesinos despiadados con una efectividad muy alta, no en vano se les había desarrollado para hacer eso: matar.
En un arranque de estupidez inmensa, un grupo de investigadores trató de llegar a la DG591, la Estación Experimental de la que obtenían el soporte energético y era colindante, quedaba a mano; para lo que abrieron las compuertas que daban acceso a uno de los corredores secretos que comunicaban ambas instalaciones, pero fueron cazados y aniquilados antes de que lo consiguieran; las criaturas no dieron la vuelta para volver a sus cubículos y celdas, siguieron adelante por el corredor y entraron a DG591 haciendo honor a aquello de que los colonos no tienen suerte, no la conocen.