miércoles, 18 de diciembre de 2019

Caja de herramientas.


Hace décadas, con trece años, tome decisiones, una destaca: abrace al Judo. Mis circunstancias entonces eran negativas y necesitaba una salida, algo sólido a lo que agarrarme y afrontar aquellas aguas bravas. Resultó: Mantuve la cabeza fuera del agua y nade hacia donde debía, como debía y cuando debía; Jigoro Kano nos dejó una máxima al respecto, les invito-reto a buscarla a quienes no la conozcan y rememorarla a aquellos que la conocen.                                                                                                                 
Han pasado muchas cosas, de las buenas y de las otras; y cuando las circunstancias volvieron a ser adversas, decididamente negativas, solo tuve que desplegar lo aprendido en el Dojo que por poco y/ o escaso que fuese era útil, funcionaba. Con el paso del tiempo, cada revés me encontraba mejor preparado, el Judo trabajando, trabajado, estaba ahí, fiel guardia de corps que no duerme, no se distrae, mora dentro de ti, se camufla desparramado en tu espíritu, tu carácter, tu temperamento, en tus huesos, músculos, tendones y en tu cerebro. Para cada desafío tiene una respuesta y si no la tiene, la inventa en tanto arte, su condición creativa subyace olvidada, ninguneada, despreciada e ignorada por aquellos que solo ven un deporte y se pierden el 95 % de sus capacidades, las del Judo; igual que en medio de un randori o un shiai te saca indemne de una situación muy complicada, haciéndote incluso imponerte por Ippon.

El Judo es: disciplina, cortesía, empatía, superación, constancia, sacrificio, trabajo, puntualidad, pundonor, reglas, códigos, protocolos, amistad, respeto, consideración…etcétera.
Es levantarse y hacerlo siempre, salvo lesión o cansancio extremo; es seguir sin importar la situación en la que estés inmerso ni lo grande y pesado que es el compañero y/o adversario, es encajar los dientes y sin perder jamás el respeto al otro, buscar derrotarle que es conseguir derrotarte, nadie tiene más ganas que yo de abandonar y acostarme a dormir mil años, respirar, solo eso, ya es ganar; el resto es yapa. No podés dejar de observar todo lo que se te exige, no sirve cortar camino ni hacer trampas, debes, si debes, elevarte, ser mejor e intentar e incluso conseguir, sin hacer concesiones, imponerte y por Ippon. Por lo tanto, importan las maneras, son decisivas; tanto en la victoria como en la derrota.

Con trece años no sabía esto, solo tenía una necesidad imperiosa; hoy intuyo que se me escapan cosas, pero hay una certeza: la solidez del Judo me hace sólido. Tengo miedo, el terror aletea acariciándome con fervor, lo hace cada despertar hasta que compruebo que mantengo el control; que estoy bajo control, que sigo eutímico; fallarle a Luna, no llegar a fin de mes, las deudas que se acumulan, las económicas y las que nunca podre pagar, los favores no se pagan, se trocan y aunque quedes a mano, seguirás debiendo; seguiré en deuda.

Las circunstancias vuelven a ser dogal que apreta y apreta, ahorca; las aguas son muy bravas, cuesta mantener la cabeza fuera y evitar llenar los pulmones de agua e irme a pique…salvo que ahora me estoy convirtiendo en un judoka. He transpirado Judoguis, entrene duro y sigo haciéndolo por lo tanto el Judo me ayuda dándome serenidad ante la adversidad, me ayuda a aceptar que las cosas no tienen porque ser como quiero por más que trabaje para conseguirlo y fuerza para seguir intentándolo sin perder las formas. Entrenando aprendí a conocerme y ya saben: conocerse es dominarse, dominarse es triunfar.

Otras decisiones me llevaron a caminos cortados, la de abrazar al Judo ha soportado el examen del tiempo que pone a cada cosa en su lugar y te dice quien es quien. Digamos que el Judo es mi caja de herramientas para hacer frente a la vida, no sabría decir el momento exacto en el que eso pasó a ser así, simplemente ocurrió y quería hacerlo constar dado que las circunstancias vuelven a apretarme, pero no me agarran como a los trece que estaba solito, topan con el Judo que he conseguido aprender, aunque imagino que mis Senseis querrían que fuese más y de mejor calidad; ellos siempre nos tienen una fe desmesurada y creen que seremos capaces de hacerlo mejor.


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