Por necesidad aguante casi dos años trabajando para Tour Line Express. Necesitaba trabajar tras más de tres años parado; necesitaba volver al mercado tras una situación delicada de salud; necesitaba descubrir si seguía pudiendo encarar el sacar una tarea adelante cada día. Necesitaba ingresos, los sigo necesitando; un trabajador sin trabajo no es nada, no es nadie.
Me hice mensajero, a puro huevo; constate que podía afrontar la locura diaria de correr contra el segundero y soporte el ninguneo sistemático que Tour Line Express le regala a todos los que tenemos la mala suerte de trabajar con ellos, simulando una aceptación que no era real, fingiendo que soy pusilánime, manejable y que se me puede extorsionar con la sempiterna amenaza de irte a la calle.
Recurrí
al Judo para contrarrestar lo negativo de la jornada laboral; enfocándome en lo
importante: trabajar, generar ingresos y estar activo. Estacione lo demás en un
segundo plano, la necesidad es mala cosa y cuando estás en situación precaria,
lo mejor bajo mi punto de vista es no darle vueltas, no desperdiciar energías
que no te sobran.
Durante siete meses no pude ir a Judo, terminaba sobre las 2130 y
llegaba a mi casa a las 2200, habiendo salido a las 0550; fueron los peores
meses, dormía poco, descansaba mal y me entraba mucho sueño cuando volvía por
la autovía y anochecía; no podía darme el lujo de pensar en los riesgos que
asumía ni en el ninguneo sistemático del que entonces era el jefe y de Tour
Line Express.
La
necesidad tiene eso, te condiciona llevándote a situaciones con demasiada carga
negativa y riesgos para la salud que en mi caso ya era precaria; muchas veces
sentí ganas de mandarles a freír espárragos, pero no lo hice, necesitaba seguir
trabajando y no salía nada mejor. Aguante siendo perfectamente consciente de lo
que me jugaba, la necesidad es muy mala.
La
cosa mejoro cuando pude volver a Judo y a medida que fui haciéndome con la
maldita ruta que tenía asignada pude ganar una hora para comer y descansar al
mediodía. Mejoro, sí, pero se mantuvo lejos de parecerse a algo normal;
siguieron tratándome peor que a un perro y yo seguí fingiendo que no me
afectaba, poniéndole freno a mi carácter, dominándome para no mandarles a la
mierda.
Sigo
necesitando trabajar y me he dado el lujo de dejar de hacerlo pues para esa
empresa no pienso volver a trabajar bajo ninguna modalidad, no me merecen ni yo
merezco ser ninguneado y tratado como un esclavo. Tengo necesidad, necesidades,
pero se ha acumulado el cansancio ante tanta injusticia y falta de respeto.
Hace
falta coraje para plantarse y dejar de hocicar; llega un punto de no retorno,
es el momento exacto en que dejas de engañarte y aceptas que para esa gente no
sos más que un esclavo problemático pues te cuesta agachar la cabeza.
¿Derechos? ¿Eso qué es? Los hemos perdido o nos los han robado, puede que sean
ambas.
Por
lealtad a quienes tras la huida sin afrontar las deudas del que era nuestro
jefe, se han hecho cargo de nosotros, aguante hasta este viernes, momento en el
que podía dejarlo sin afectarles negativamente. La Jefa actual siempre me trató
con respeto, poco podía hacer para mejorar las condiciones que Tour Line
Express nos imponía y jamás, jamás de los jamases me hizo sentir desprotegido;
no podía hacer nada, pero no me presiono en absoluto, me dejo a mi libre
albedrio, eso le honra.
Me
he dado el lujo de rechazar dos ofertas de trabajo en la misma tarde, eran
trabajando para Tour Line Express; una comiendo en mi casa y llegando a Judo;
lo que cualquiera desea: comer en casa cada día y no acepte. Lujo y necesidad
no conviven, son antagónicos, excluyentes, ciertamente que sí, a menos que te
llames Rafa y te hayan llevado al límite, tanto como para que te hagan dudar de
si es digno trabajar o llamar trabajo a algo que te expone sistemáticamente a
ser destratado, ninguneado; donde no se te respeta ni siquiera como persona, no
ya como trabajador que es una condición posterior.
¿El
Ministerio? Al igual que los sindicatos y el gobierno, duermen la siesta o
miran para otro lado, hay tantas cosas más importantes que atender qué hacer
cumplir las leyes a la que deberían estar sometidos los trabajadores que no
pueden permitirse hacer que se cumplan. Últimamente hay demasiadas cosas más
importantes que hacer cumplir las leyes que tanto costó conseguir, es
tendencia.
No
se puede vivir con miedo, arrodillado; entiendo que quienes pasen necesidad
deban hacerlo y yo mismo lo hice, pero no más tiempo del estrictamente
necesario y si tengo que elegir entre no saber si comeré dentro de un mes o si
podré pagarme el alquiler o seguir aguantando esas nefastas condiciones de
trabajo, doy un paso al costado.
Vivir
requiere coraje, igual que ser coherente, consecuente. He debido aceptar el
bajo pecio de la necesidad y vivir tragándome las ganas de mandarles a freír
espárragos…el tiempo justo que me llevó llegar a sentir que no podía estar más
tiempo haciéndolo sin perder la dignidad; corriendo el riesgo de pasar a ser un
esclavo completo, resignarme y no reconocerme en el espejo cada madrugada.
Hay
lujos que no podés darte por mucha necesidad que tengas, por muchas
incertidumbres que se generen que se sumaran a las ya existentes…corría el
riesgo de aceptar ser tratado como a un esclavo y verlo normal; de creerme un
esclavo, ese sí que es un lujo que no puedo permitirme y no hubo necesidad que
pusiera dique ni freno posible a mis ganas de ser libre, de ser, por lo menos sentirme hombre y no
esclavo.
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