Cuando llevaba
poco tiempo viviendo
en Valencia se
organizo un festival
de niños a
unos 70 kilómetros
de Valencia, en
Gandía. Se esperaban
unos seiscientos pero
al final fueron
cerca de mil
niños los que
participaron. La reciente
Campeona Olímpica, Isabel
Fernández haría acto
de presencia y
eso aumentaba las
expectativas. Cuando llegamos
con un amigo
al Pabellón donde
se haría el
evento constatamos que
faltaban tatamis. Tras
varias llamadas urgentes
se dio con
un lugar donde
nos prestarían los
que faltaban, había
que ir a
Onteniente, a unos
50 kilómetros. Decidieron
que fuera yo
acompañado de el
señor Conrado, que
conocía la ciudad.
Llegamos, conseguimos alquilar
una camioneta, cargamos
los tatamis, solos
él y yo
y para atrás,
Conrado lleva la
camioneta, me dice
que, no lo
espere, hace falta
gente para terminar
de dejar todo
en condiciones, vuelo
por la ruta
hasta el pabellón.
Entrego las llaves
del coche a mi amigo que, me
dice que, proteja
y cuide a
Isabel Fernández que,
ya empezó a
firmar autógrafos y
aquello se desmadra.
Isabel no
sabe quién soy,
tiene cara de
cansada, desde que,
ganara la final
no ha parado,
vive inmersa en
una vorágine de
eventos donde es
el centro de
atención permanente. Como
no se ha
previsto bien, ni
la cantidad de
niños y padres
ni nada, cuando
llego hasta la
mesa donde Isabel
firma, aquello es un descontrol.
Le digo a
ella que, deje
de firmar, pegando
alaridos les digo
a los padres
que, una fila
o a la grada, no
estamos en un
supermercado, es un
festival de Judo.
A los niños
que, se separen
de los padres
y formen una
fila. Los niños
hacen una fila
larga y hermosa,
los padres joden,
niños o los
papas se callan
y hacen fila o Isabel
no firma mas.
Milagro, che, milagro,
una fila se
forma en silencio,
expectantes. La niña
de muletas que,
venga, y todos
los lesionados en
un pie, cinco
en total. Isabel
les firma y
sigue haciéndolo sin
parar. Mi amigo
debe explicar quinientas
veces, quien soy.
La fila
se mueve pero
se suma más
gente, algún niño
del gimnasio me saluda, algún
padre se ríe
conmigo: “Que puta
maquina, tres gritos
y todos firmes,
tu eres único.”
Miro a Isabel,
está muerta, reventada
y sé que,
decirle para arreglar
eso:”Isabel firmas diez
minutos mas y
te llevo a la cafetería, a
descansar, dos combates
apenas, se que
podes” Una sonrisa
ancha, de oreja
a oreja, ojos
brillantes, sabía que,
era un Judoka,
ahora sabe más
cosas. Firma con
renovada energía, se
cumplen los diez
minutos, corto y
los padres se
lamentan. Isabel no
para desde la
final, descansa un
rato y vuelve,
les digo. La
escolto y le
saco de encima
a un tarado,
que resulta ser
el marido, un
nabo al que
casi le meto
mano. La ubico
en una mesa retirada
fácil para mí
de controlar, vuelve
el pesado, Isabel
me dice que,
es el marido
muerta de la
risa, lo dejo
pasar.
Aparece la
tele y la
radio, les digo
que, esperen media
hora, tendrán veinte
minutos, ni uno
más, coordinen entre
ustedes. Un cámara
no ve que,
tiene delante y
trata de pasar,
hace un viaje
por la barra
y ahora solo
tendrán quince minutos
informo. Isabel se
atraganta con el
sándwich, pensaba que,
sería un dia
duro y lo
será, pero se
va a divertir,
le dice al
marido que, averigüe
quien soy, mirándome
risueña, le guiño
un ojo. Atiende
a la prensa
y vuelve a
ponerse a firmar
autógrafos. La fila
pasaría una revista
militar, hay quejas
de mi comportamiento, les
digo donde entreno,
les espero para
enseñarles educación y
respeto, Judo no
merecen aprender, trataremos
que, sus hijos
si, pobres niños,
con semejantes padres.
Las carcajadas de
Isabel valen una
final olímpica, nadie,
ninguna autoridad de
la Federación se
acerca, está el
Uruguayo, Isabel se
ríe, mejor no
puede ir, ni
nos acercamos. Corto
y me llevo
a Isabel al comedor, la
siento en la
última mesa, para
llegar ahí que,
pasar por todas
las mesas incluida
la de la
Federación. Vienen autoridades,
árbitros, Senseis, cae
mi amigo, ella
le da la
gracias por el
guardián. Se sienta
todo el mundo
a comer, Isabel
me dice que,
coma, de ninguna
manera, entonces le
pide a la
camarera un refuerzo
y un refresco
que devoro de
pie, tenía hambre.
Tras los
cafés mas prensa
y encaramos la
última sesión de
firma de autógrafos.
Va como si
fuera en el
tatami, sin complicaciones, alargo
para que, ningún
niño de la
fila se quede
sin autógrafo, cerramos
y escolto a
Isabel por el
pabellón. Le toman
el pelo, le
felicitan, es un
encanto de mujer.
Hora de irse,
voy con ella
y el marido
hasta el coche.
Buen campeonato
Isabel, yo diría
que ibas un
poco justa, o
llegaste quemada de
tanto entrenar o
falto preparar mejor
la parte física.
Que sonrisa:” ¿Viste mis
combates?” Claro.
Gracias por
hacerme más llevadero
el dia y
hacerme reír tanto,
ha sido un
placer. Dice Isabel
Fernández, medallista Olímpica,
Europea, Mundial, tiene
la triple corona
y es humilde
hasta para saludar.
Se van y
vuelvo al pabellón
donde no me
dejan hacer nada,
salgo y me
siento en el
jardín, al solcito
que, muere. Sería
la primera vez
que sentiría que
nadie quiere o
se atreve, a
hacer algo y
me pidan, a mí, que
lo haga y
después todo son
caras largas. Me
consuelo pensando en
las risas de
Isabel y decido,
quedarme con eso.