Como cada
tarde, el grupito
de muchachotes insulto
y empujo al
muchacho solitario que,
caminaba hacia el
liceo. Era súper
divertido, nunca emitía
queja, no se
caía, parecía bailar
mientras le empujaban
y no gritaba
ni pedía que,
pararan. Muy divertido. Se juntaban cerca
del almacencito donde
compraban vino o
cerveza y se
dedicaban a molestar
a cualquier tipo
de vida con
especial énfasis en las mujeres.
Estas en su
milenaria sabiduría evitaban
la zona, desde
las niñas a
las abuelas, la
rodeaban en un
ejercicio de supervivencia
ante tanta indefeccion.
El calor
acarreo muchas cosas,
entre ellas, acrecentó
el aburrimiento y
la agresividad de los muchachos,
la promesa del
verano en ciernes
y las mujeres
se ponían polleras
y soleras que,
las hacían resplandecer
haciéndoles sentirse, a
ellos, mas zafios
de lo que,
ya eran. Todo
se traducía en
más violencia. Una
tarde especialmente aburrida
y calurosa, se
saltaron la ley
de dejar en
paz a las
mujeres del barrio
y cuando apareció
Adriana con su
pantaloncito, unas sandalias
a juego con
una camiseta de
esas asimétricas y
el desparpajo de
sus trece años,
recién estrenados; no
atinaron a moverse
y la dejaron
entrar al almacén
sin decirle mucha
cosa. Huevos, harina y
dos litros de
leche hacían equilibrio
en los brazos
de Adriana que,
encaro la salida
y supo que,
esa tarde había
sido poco precavida,
había sido temeraria
y estúpida. Muy
estúpida. El primer respingón
producido por una
palmada fuerte en
las nalgas hizo
que, se le
cayera todo al
suelo, le siguieron
empujones, palmadas y
pellizcones, haciéndole saltar
las lagrimas entre
las risotadas de
los agresores que,
se divertían de lo lindo.
Estaba decidida a
no llorar como
una loca e
intentaba arañar en
vano. Nadie reparo
en el muchacho
de cada tarde
parado observando, fue
Adriana quien le
vio y se
quedo quieta, cohibida
por esa mirada
colérica, los muchachotes
también le vieron
y se inmovilizaron, expectantes.
-Uno que,
entre y compre
huevos, harina y
dos litros de
leche.- Ordeno seco.
Y lo crean
o no, uno
obedeció presto, algo
en la voz
no le había
gustado nada. Salió
con las cosas
y se las
dio a Adriana
que, miraba a
su salvador llena
de amor.
-Pendeja: nunca
te metas en un lugar
del que, no
puedas salir sola,
no es inteligente.
Ándate y tene
mas cuidado.- Lo
de pendeja la
mato, fue una
puñalada enorme y
durante años la
tuvo clavada entre
las costillas. Pero
era una pendeja
y algunas veces
actuaba como tal,
esa tarde era
un ejemplo. Se
giro y miro
a su salvador
antes de doblar
en la esquina,
llenándose las retinas
verdes traslucidas de
esa imagen.
-Es una
pendeja que, se
hará una mina
hermosa, se van
a arrepentir de
tratarla así cuando
se le redondee
el pecho y
las caderas, además,
reboza fuego. Deberían
estar conquistándola: piropos,
alguna guarangada, hacerla
reír, hacerla sentirse
protegida y no
tocándole la cola
a prepo. ¿Hoy
no me empujan
a mi?- El
grupo le miraba
expectante y eran
bastante retrasados pero
no rematadamente estúpidos
y algo les
decía que, lo
mejor era dejar
de molestarle y
de paso a
Adriana. Se mantuvieron
en silencio y
le miraron alejarse.
Cumpleaños de
Adriana: 23. La crisálida
ya dio paso
a la mariposa;
la niña flacucha
es una mujer
espectacularmente linda, no
llega para la
pasarela y le
importa un carajo.
Se sabe atractiva
y sabe que,
esos ojazos suyos
son el remate.
Le sobra. Son
una banda, llegaron
a la Disco
temprano y ha
ido cayendo más
gente, todavía faltan
los de siempre.
Baila con varias
amigas haciendo subir
la temperatura de
la pista, es
un verdadero espectáculo
y las chicas
sabiéndolo le ponen
ganas. Se impone
un viaje a
la barra y
se acomodan esperando
ser atendidas.
-Espécimen interesante
al final de la barra,
a mi derecha.
Con suerte hoy
me lleva el,
a casa, parece
solo.- Raquel tiene
un octavo sentido,
capaz de detectar
a un hombre
interesante antes que
ninguna. Adriana se
mueve con arte
para poder visualizar
al objetivo de
Raquel sin llamar
la atención, algo
en ese hombre
la galvaniza.
-Raquel, es
mi cumple, regálamelo.-
Habla sin dejar
de mirar al
hombre que, al
levantar el vaso
para darle un
trago muestra la
cara a Adriana
confirmándole que, es
el muchacho del
almacén, convertido en
hombre.
-Tuyo hermana,
que aproveche y
haber si me
haces un regalo
parecido para mi cumpleaños.-
-Decile a
las chicas que,
me fui con
un viejo amigo.-
-¡Adriana! No
hagas ninguna barbaridad,
por favor.-
-Es un
caballero, me cuidara,
no te preocupes.
Gracias amiga, voy
en su encuentro.-
Raquel miraba
la espalda de
su amiga y
la cara del
hombre deseando que,
las cosas rodaran
bien, Adriana ya
merecía una relación
decente, cruzo los
dedos por la
amiga.
Adriana llego hasta
la espalda del
hombre y con
su manito le
toco en un
hombro, se había
propuesto explicarle quien
era y darle
un beso, eso
como mínimo, no
se había puesto
límite, esta noche
no los había.
-Pendeja, pendeja.
Si tu amiga
no te aviva
me toca acercarme
a mí. Feliz
Cumpleaños, ¿puedo darte
un beso y
llamarte por tu
nombre?-
-Si. ¿Te
habrías acercado?-
-Hace seis
meses te vi
acá de refilón,
te perdí pero
una morocha con
el pelo hasta la cintura,
dos ojos verdes
infartantes y que
baila poseída por
el diablo solo
hay una: Adriana
Umpierrez. Te acechaba
desde entonces, hoy
tenía la excusa
perfecta para acercarme.-
-¿Y porque
querías acercarte?-
-Para invitarte
a ir al
Teatro, la obra
la elegís vos.
Y para más
cosas, claro.-
-¿Por ejemplo?-
-Que bailes
solo para mí.-
-Aquella tarde
fui estúpida y un muchachito,
vos, muy valiente.
Me llamaste pendeja,
dolió mucho pero
fue placer cuando
uno de esos
tarados me dijo
tiempo después lo
del pecho y
las caderas. ¿Te
bancas quedarte un
rato mas y
atiendo a la
gente?-
-Claro, adelante.-
-¿Cómo te
llamas?
-Luis Cravetti.-
Adriana lo
agarro de una
mano y juntos
pasaron el resto
de la noche,
hablando y bailando.
Raquel y las
amigas desfallecieron cuando
supieron quien era
Luis, ninguna desconocía
la historia contada
millones de veces
y todas cruzaban
los dedos: que este
sea el
bueno. Todas querían
un novio que
amara y cuidara
a Adriana, era
una amiga barbará
y la querían
ver feliz. Estefanía
fue la que,
murmuro que, por
como la miraba,
todo apuntaba a
que, el también
parecía prendado de
ella.
-¿Por
qué lo
hiciste?-
-Para una
década después tenerte
en mis brazos.-
-La verdad.-
-Una pendeja
avasallada que, quería
arañar. Flacucha, poquita
cosa pero peleaba.
Respeto eso. Además
seria una mujer
hermosa y podía
darse que, en
el futuro se
sintiera en deuda.-
-Si, muy
en deuda, mucho.
Dejemos de hablar
y hagamos otras
cosas.-
-De acuerdo……..