Judo. Llegan
los combates, Randoris
les llamamos nosotros,
aunque algunos se
pasan de acelerador
y hacen Shiai,
que sería como
estar en un
Campeonato, la juventud
siempre se desboca,
un potro joven
siente el poder,
la fuerza, le
sobra ímpetu y
lo usara. Depende
de otros, enseñarle
a dosificarlo. Llegan
los combates decía y
empezamos a trabajar.
Trabajo en el límite sutil,
donde mi compañero
no se sienta
vapuleado, pero se vea obligado
a esforzarse mucho
para frenarme. Y
le subo el
nivel también con
sutilidad hasta que
se que está
forzando todo lo
que puede o
cree que puede,
lo mantengo ahí y
le mantendré hasta poder apretarlo
más, cuando esté
preparado. Cambiamos, otro
compañero, un desafío
diferente, la misma
sutileza, el mismo
trabajo. Terminamos, van
dos, casi 10
minutos y jadeo,
mi motor no está para
andar apretando el
acelerador. Mi tercer
compañero es grande,
fuerte y joven,
además de valiente
e inteligente. Ya
sabe que le
cuido permanentemente, eso
es ventaja para
él, sabe también que
le enseñare cualquier
cosa que le
guste, sorprenda o
vea que hago
y quiera saber cómo podría hacerla,
vengo haciéndolo y
absorbe como una
esponja reseca. Aprendió
a no agarrarme
donde me beneficia,
a no pararse
como me otorga
ventaja y lo
mejor: a no
intentar someterme a
fuerza, es más
fuerte pero no
funciona, yo contrarresto
con técnica y
el es derribado.
Eso en menos
de tres meses.
Va rápido, me
busca, quiere ponerse
conmigo y se
levanta del suelo
analizando como y
porque, también consigue
proyectarme a mí
y no suele creer que
no me haya
dejado, no suelo
hacerlo, me saca.
No siempre, jejejejje,
si hace un
buen ataque, bueno
no me moriré cayendo
y el fijara
conceptos, sensaciones. Empezamos
y es cauto,
me obliga a
trabajar físicamente, me
cansa a propósito,
me prepara una excelente trampa,
entro como un
canario y me
derriba limpiamente. Se
pone defensivo y
lo mareo medio
minuto hasta que
lo derribo. Estoy
destrozado, no me
alcanza el oxigeno
y él que
lo nota, saca
todo el arsenal.
Me anula cada
agarre, cada intento,
se escapa de
todas las trampas
y me lleva
frito a ataques,
me derriba fácilmente.
Dos minutos es lo
que queda, ¡dos
siglos! Ahora también él,
se agarra las
rodillas pero está más fresco
y los dos
lo sabemos. Retomamos
y nos trabamos
sin conseguir nada
interesante. Evita mis
agarres de izquierda,
sabe que le
son letales todavía.
Insisto pero no
me va a
dejar, lo está
haciendo perfectamente. Entonces
desempolvo un recurso
y ataco agarrando
de derecha por la izquierda,
me para con
dificultades y me
la parara hasta
que terminemos. Como
otra cosa ya
no se me
ocurre seguí intentándolo y
estaba muy cerca
de conseguirlo. Me
pide que le
explique cómo lo
agarraba, le muestro
y su cara
es un poema
cuando descubre el
enorme potencial de ese agarre.
Queda el último
combate y repetimos,
cansados, nos divertimos.
Nos dedicamos a
destrozar el trabajo
del otro con
entusiasmo y al
cometer un error,
caer derribados. Mi último intento
es el recurso
desempolvado, me falto determinación
y
algo de control,
consiguió parármelo y
se termino.
-¿Por qué no
te sale Rafa?
Estoy súper controlado,
es horrible la sensación.-
-Es una técnica
conocida, si
te fijas bien,
yo le introduje
varias variantes, la
estoy puliendo. Me
tenias ahogado, solo
se me ocurrió eso,
pero sos grande,
no saldría normal,
entonces la modifique
y el agarre
también.-
-¿Inventas?-
-Es eso
o llorar porque
sos grande, alto,
joven. Inventare todo
lo que necesite
para poder hacer
contigo sin pasar vergüenza, hasta que
sea más viejito
y ya no
pueda ni agarrarte.-
-Pero si
entraras a fondo,
como cuando meto
la pata y
es clara, te saldría, me cuidas
demasiado.-
-Nunca es
demasiado, nunca, ¿de
acuerdo? Es mi
responsabilidad hacerlo y
asegurarme de que
los riesgos sean
para mí en
cualquier caso. La puliré, la
mejorare y ya
te derribare con
ella, cuando tenga
el control y
esa será dura.-
-Es buena,
me dejas completamente
anulado, ¿la inventaste?-
-Conocí a
alguien que hacia
algo parecido….es fácil hacer
cambios o inventarte
algo cuando quienes
te han enseñado
sabían muchísimo y
siempre tenían una
salida airosa, un contraataque efectivo
e inesperado o
un recurso extremo
que convertían en técnica
propia.
Así es súper fácil.-
-Bueno ahora
eso me pasa
a mí y
es genial.-
-Yo no sé muchísimo pero
si te enseñare,
lo poco que
se.-
-Dale, y
yo te cuidare
cuando seas un
anciano de verdad,
ahora no lo
sos, te lo
haces para que
no te demos
candela.-
-A la
ducha, hoy fue
demasiado, la edad
pesa.-
-Jajajajajajajajajajjajaj seguro,
jajajajajjajajja.-
Pesan los
años, pesan los
kilos que sobran,
pesan y lastran
los dolores varios
en rodillas y
hombros pero sorprendentemente mejora
mi estado físico,
aguanto mejor los
Randoris, puedo encadenarlos,
aunque sufra haciéndolo.
Lo que reconforta
es verle la
carita al Flaco,
19 años, ilusionado,
midiéndose conmigo e intentándolo
con
convicción. Puede que
no todo este
perdido, puede que
aun haya Esperanza
para el Judo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario