Digamos que es un
grito y por
favor: es muchísimo más,
que un simple
y alegre grito.
Bastante más. Me
enseñaron a empezar
a usarlo, desde
la primer clase,
entonces, los Senseis
enseñaban Judo, sin
cuestionarse qué pensarían los
padres, madres o
eventuales testigos de
las clases que
daban. Lo atribuyo
a una personalidad
más solida y
a la certeza
de que sabían lo
que hacían; bueno,
jejejejejej, claro que sabían
perfectamente lo
que hacían. Desde
los primeros Uchi-Komi,
cuando había que
esforzarse, te decían que
lo usaras, cuando
te cansabas y creías
que
no podrías, el
Kiai te ayudaría
a conseguirlo, te decían. Alentándote. No
me explicaron nada
mas, no hacía
falta; si me
tomaba el trabajo,
algún día, descubriría el
poder del Kiai
y ya me preocuparía
de
ahondar o no.
Judo, Judo no es dar
todas las respuestas, es
plantear las preguntas,
es proporcionar las
herramientas, es dejar,
al aspirante, buscar
su camino, a
su ritmo. Yo creía que
usaba Kiai y
solo gritaba con
la garganta y así estuve
años y años.
Lo que no supe detectar
ni ver, fue como desde
la garganta, ese
grito se fue
a nacer en
el Hara, en
el abdomen, tirando
hacia la pelvis.
¿Cuándo peregrino, porque
o cómo? Lo
ignoro. Tampoco supe
ver, detectar o
intuir, como mi
Kiai, ya no nacía, solo
desde mi Hara, también nacía simultáneamente, desde
mi Espíritu, esa
esencia que no se puede
medir ni pesar,
que es intangible
pero que todos
detectamos en el
otro, si es
fuerte o débil, su Espíritu. Es
lo mejor que
se escribirlo, perdonen
las carencias. Era
inconsciente, total y
absolutamente, de que
mi Kiai, había
evolucionado de mero
grito a otra
cosa. Fue un
gran compañero y
mejor amigo, quien desde su
curiosidad de artista,
observándome, descubrió algo fantástico, descubrió la correlación directa
entre mi Kiai
y los Ippones
mas lindos. Descubrio
otra cosa, más
inquietante: 100 %
de aciertos, si
usaba Kiai, era
Ippon. Un rápido repaso
de memoria a velocidad de súper computadora
y ¡confirmaba el
dato! ¡Increíble! Entonces, analice
los datos, con
calma y un
tanto asombrado y
curioso. 1- Cuando
quiero proyectar de
verdad, lo uso.
2- Me da un extra,
un plus, algo
incuantificable que me
hace inmortal, atemporal
e invencible. 3- Confió en
mi Kiai, no
me falla jamás. 4- Cuando
lo uso, mis
adversarios en campeonato
o mis compañeros
de clase, sufren
un momentáneo desvanecimiento de
fuerza, atención y reacción
o esa es
mi lectura, mi percepción. 5- No
lo uso siempre,
lo guardo para
cuando la oportunidad
es verdadera, no
lo malgasto, como
si eso fuera
importante. Desosegado fui
a ver Sensei
Luis Ángel Firpo
quien tras escucharme,
se rio encantado
y me ordeno
seguir trabajándolo, antes de
despedirme, me dio
una palmada y
me felicito, según dijo,
no era fácil
llegar a descubrir
al Kiai, entender
ya era harina
de otro costal.
Estaba en el
camino, si seguía,
llegaría al final,
aseguro. Saber, que
llegado el momento,
contaras con una
fuerza extra, más
que fuerza física,
algo diferente, más
fuerte que la
fuerza física, te
da un poder
sensacional, una sensación indescriptible
de plenitud y la proyección, sale
con una facilidad
pasmosa. El remate
es, cuando el
compañero, se levanta
mirándote perplejo y
te pregunta que
fue eso y qué demonios
usaste, para desarbolarlo
de esa manera, porque
ese gritito afeminado,
no puede ser
el responsable. Siempre
les digo que
fue suerte y
no se repetirá,
al final, asumen
que si uso
mi Kiai, que
solo parece, un
gritito afeminado, volaran. Cuando me
atrapan en Ne-Waza,
en el suelo,
antes de rendirme,
siempre recurro a
él y no
siempre me saca
del apuro pero más de una vez
lo ha hecho.
Con una distinción: uso uno
diferente. El grito
es más largo,
profundo y sostenido
en el tiempo.
Este es más
consciente, lo dirijo
mas yo, digamos,
no me absorbe
él, como si
hace el otro.
Casi no se
escucha, actualmente, a
nadie usándolo, una verdadera lástima.
El Kiai, es
un poderoso aliado,
una técnica formidable
y supongo, que
me faltan, mas
cosas por descubrir de
él, pero como
sigo investigándolo, no
descarto, hacer mas
descubrimientos. Parece, una técnica prohibida en competición, esas
que se dejan
de enseñar, estudiar
y practicar, porque
ya no valen
en un campeonato
y van desapareciendo, y
solo se
las saben algunos
Senseis y otras
tantas, algunos que
llevamos tiempo acariciando
tatamis, embozándonos con
Judoguis y que
las vimos en su día,
pero que los
niños, ya no
aprenden y la próxima
generación ni
siquiera sabrá que existieron. Un grito
para la mayoría,
inocuo e inofensivo,
inútil e inservible. Técnica misteriosamente poderosa
que antaño, se
les enseñaba a
todos y hoy,
esta perdiéndose, incomprendida
y olvidada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario