sábado, 14 de enero de 2017

¡Necesito Judo, carajo!

Perseverancia, Fe, Ganas, Trabajo, Certezas, Deudas, Amor, Sacrificio, Compañerismo, Grupo, Disciplina, Honor, Códigos, Reglas … Judo.
La Vida me metió un Ippon perfecto, no había tatami, fue contra el suelo, de nada sirvió que supiera caer y falto poquito, nada para que perdiera la cordura, algo de lo que nunca fui sobrado. Internado en la planta de Psiquiatría de un hospital, cargado de drogas, desecho a cualquier nivel, entendí que ese sería el combate y no otro; los pasados se quedaban chiquitos, habían sido el banco de pruebas para que esa Vieja Furcia fuera calentando motores, preparando la emboscada y para cuando apretó de verdad, me derribo de un plumazo. Puse una foto de Jigoro Kano en la cabecera de la camilla que era mi cama, convertí la habitación en un Dojo, en mi Santuario personal, empezaba un Shiai que por fuerza sería muy exigente y sacaría a la luz sin filtros la clase de luchador que soy; a pesar de las dudas, si dudaba de mí mismo, estaba inmerso en una nube toxica de drogas, me aferre a lo único que quedaba: Judo.
Nunca subestimes a un luchador y jamás le dejes un resquicio por el que pueda recuperarse, asegúrate de que está muerto, solo así le habrás derrotado. Pero la Vieja Furcia tiene extraños giros y es tan cruel qué me imagino loco de remate, dependiendo de drogas, convertido en una piltrafa y me dejo vivo; seguro pensó: “No es la mitad de Hércules, no se parece a Aquiles, nunca habría sido el palafrenero de Alejandro, Carlo Magno no lo habría considerado, Artigas jamás le habría confiado nada y el Negro Ansina no habría manejado ser su amigo ni endeñarle nada”. Entonces me regalo la Bipolaridad y se repantigo a disfrutar del espectáculo.
Olvido dos cosas: Nací luchador y quiero ser un Judoka para eso trabajo desde hace más de tres décadas. Son dos características que no podés darte el lujo de obviar si a quien queres destrozar le dejas vivo; le cueste lo que le cueste, se levantara y te mirara de frente, sin miedo a las revanchas, dispuesto a destrozarte la yugular a dentelladas cuando todo lo demás falle.
Me dijeron las Doctoras que hiciera deporte: caminar, bici y si subía las apuestas: natación. El Judo quedaba descartado por completo, no podría volver a entrenar, era imposible. Imposible…claro, podía que lo fuera o lo pareciera si quien debía afrontar el repecho era otro menos curtido en imposibles, otro a quien la Vieja Furcia no le hubiese estado probando desde siempre, al nacer ya intento llevarme, me regalo una Estenosis de Píloro combinada con una hermosa infección de estafilococo dorado.
El camino ha sido…largo. La primera clase a la que fui vomite mareado tras dos caídas y a ese lugar decidí no volver y me echaron en la misma clase tras 13 años, esa misma noche. El combate se ponía cruento, más cruento. Siguió complicándose y yo porfiado: necesito Judo.
¡Judo, Judo, Judo, necesito Judo Carajo! Asustado, acorralado, buscaba la salida sabiendo claramente que nada, nada salvo el Judo tenía la capacidad motivacional, emocional para sacarme de ese agujero, en eso no tenía ninguna duda, sería con Judo o no lo conseguiría.
El camino ha sido…ingrato y he pagado el peaje correspondiente; solo me aferre a lo que sé que desde los 13 años me ha salvado de mí mismo: Judo. Me funciona, es la Terapia adecuada para este payaso, denme un Dojo y caminare derecho; sáquenmelo y me perderé irremediablemente. Es mi adicción, soy Judodependiente; dudo que tenga cura y no me inquieta, es una hermosa enfermedad, una sana locura que disfruto con tutti.
Esta semana, pasados los cuatro años, el 19 serán cinco clavados; Rafita volvió a aparecer, de golpe estaba en el suelo, trabado mal, estrangulado, a punto de ser inmovilizado, aplastado; completamente derrotado, tocaba rendirse, pero no me rendí, salí. Jadeando en busca de aire, con los antebrazos acalambrados, medio muerto, salí, me escapé. En el proceso sentí las viejas sensaciones, la mente volaba en busca de resquicios, de ideas, de técnicas, de recursos y mi cuerpo se limitaba a seguirle a toda velocidad que era casi buena. Afloraron los reflejos, la experiencia, el entrenamiento, la Fe en que los músculos, los tendones y los nervios me darán un segundo más o dos, que mi mente soportara la presión sin problemas pidiéndole, exigiéndole al cuerpo medio segundo más, firme, con templanza. ¡Podemos! ¡Hagámoslo! El cuello tenso, la lengua en el paladar, regulando la fuerza, metiendo aire en los pulmones, fingiendo una perdida irremediable de fuerzas y aguante: preparando la salida, solo una oportunidad en el horizonte, un solo objetivo: escapar. Paciencia para preparar el movimiento de salida, trabajo para estar en el punto exacto, todos estos años te han enseñado una cosa: si trabajaste duramente, si cruzaste los limites, si diste lo mejor, tendrás una oportunidad o crearas una, hace tiempo que dejaste de ser un potrillo, para Judoka puede que te falten mil vidas pero casi pareces uno desgraciado, haceme el favor de aguantar un poco más, casi lo tenes, casi lo conseguiste. Tuve dudas, jajajajajajaj, creí que no podría, maneje rendirme, pero lo postergue, el dolor amenazaba con llenarme, mi compañero había detectado que Rafa no era el de siempre, él que él conoce, es un Judoka experimentado y lo que yo intentaba tenía demasiado nivel y le sobraba calidad; le paraba todo, no era capaz de rematarme y saco a pasear todo el arsenal pues ya no era necesario cuidarme, debajo suyo había un luchador de primera clase, fuera bobadas.             
Ya al empezar la semana, en Randori me salían cosas que hace años que ni siquiera intentaba, las ideas retorcidas y engañosas que tanto resultado me dan; algo había intuido, algo había cambiado, pero no estaba totalmente seguro hasta que me escape a pesar de que estuve a punto de rendirme varias veces. (Los jovencitos no deben, repito: no deben hacer esto, lleva años de duro entrenamiento cambiar el umbral del dolor, fortalecer el cuello, todo el cuerpo y la mente; hagan caso al Sensei y no arriesguen que todo llega.) Al terminar mi compañero le comento al Sensei que había aguantado como un jabato, sorprendido, no suele pasarle que le aguanten los ataques y se le escapen, no desde esa situación; él Sensei se rio meneando la cabeza, sabe perfectamente que soy, que busco y me ha visto florecer; él lo ha propiciado frenándome, cuidándome, protegiéndome, asilándome en su Dojo y al escucharles, tratando de meter aire en mis pulmones supe que lo había conseguido: Ippon de Rafa que empata a la Vieja Furcia que se retorcerá con calambres en los intestinos. Es un combate que tiene ganado, moriré por ley natural, somos finitos, pero no estoy dispuesto a hacerlo antes de tiempo y sin luchar, aunque sea lo hare a mordiscos como durante este tiempo.
Falta. Claro. Pero volví, desperté. La Bipolaridad no se cura, se vigila, se mantiene a raya y hoy yo la domo con Judo. Bajo supervisión medica, monitorizado, mi Doctora me ha cambiado el Plenur (Litio, estabilizador) por Judo; siiiiiiiiiiiiiiiiiii, limpio de drogas, cero medicaciones. Casi cinco años de Shiai constante sin sentirme yo, lastrado por el coctel de drogas que me metieron para salvarme; sin ser más que la sombra de mí mismo, actuando por instinto, a punto de caer derrotado, manteniéndome de pie de puro porfiado y esta semana me levante de entre los escombros; queda lucha, jajajajjjajajajaj, por descontado, está asegurada, pero es diferente si estoy y me siento entero, yo en plenitud. ¡Preparados, viene curvaaaaaaaaaa, volví!
Nunca me dijeron que sería fácil ni que me salvaría la vida en peleas, accidentes ni que me permitiría lidiar con la Bipolaridad de tú a tú. En el Judo no hay promesas, el Judo es una promesa en sí mismo, excusa, camino, filosofía, sistema de educación física, mental, emocional, arte marcial, en suma. Un luchador debe ser letal en combate y estable en tiempos de Paz; sumar a la sociedad; capaz de arar la tierra o ser mensajero por decir algo; la violencia es inherente al luchador, pero no puede ser su única característica, tiene que tener otros miles de cosas que le den equilibrio, le hagan fiable, confiable para el resto de la sociedad. Yo solo era violento cuando desembarque en el Judo, lo que sea hoy, es fruto del trabajo de todo este tiempo y del yunque que elegí en su día, abrace y defiendo para contrarrestar eso: Él Judo. A mí, no hace falta que me convenzan de nada, respecto al Judo que es la herramienta que encontré para atrincherarme y hacerme el guapo frente a esa Vieja Furcia que me busca las cosquillas desde antes de nacer pues la sotreta me preparo la primera emboscada mientras era gestado.                                                              
Lo que esa desgraciada no sabe, no ha caído en la cuenta es que ya le gané; primero solito y tras 13 años de soledad, acompañado por el Judo; puntal firme donde buscar apoyo y consuelo…cordura cuando te queda poca; pero eso tras 13 años de soledad pura; nada te forja con más templanza que mirarte a los ojos solito, siendo un niño, nada. Eso no es óbice para que siga trabajando mis defectos, mis lacras, ni puede permitirme, ni debo, creer que alcanza con seguir en la lucha ni hay excusas para esgrimir, detrás de mi hay Judokas y están los Senseis que me enseñaron lo poco que se, regalándome al hacerlo la única herramienta que me da resultado; por lo tanto, seguiré trabajando buscando ser mejor persona y de rebote, si puedo, convertirme en un Judoka, honrándoles a pesar de mis defectos que sabrán perdonar pues es evidente que intento mejorar.
Vieja Furcia: Nunca debiste dejarme vivo de bebe, nunca debiste dejarme desembarcar en el Judo y nunca debiste creer que soy fácil de derrotar, lo entiendo cuando nací, no era fácil verlo si bien una enfermera lo capto a la perfección definiéndome como luchador ante mi destrozada madre que veía como su niño se apagaba, no había cumplido el mes de vida, pesaba poco más de un kilo y había nacido con 3,8, pero de ahí en más, no has sabido mirar bien en que me convertí con tu inestimable ayuda. Me estas subestimando Vieja Furcia y eso no es bueno en un combate, el adversario te destrozara la yugular a dentelladas si no puede derrotarte de otra manera o lo intentara… lo intentaría si el Judo me fallase querida pero los dos sabemos que el Judo no me abandonara jamás; hace tiempo  que no estoy solo querida, ni siquiera dormido o enfermo, el Judo, lo poco que se, es parte de mi naturaleza y no te haces una idea de la fuerza que eso me da; si siendo un niño te hice frente, solo, imagínate ahora que casi soy un hombre y aprendo Judo desde hace tres décadas largas; me has convertido en un mal enemigo al no derrotarme, siendo tan juguetona.

Necesitaba Judo, necesito Judo… tuve la clarividencia de asumirlo y la fortaleza y constancia para volver a un Dojo; fui capaz de hacer el sacrificio necesario y de pagar los peajes que esto ha implicado; ahora hay que ir también los viernes, ayer falte, solo martes y jueves no alcanza, es insuficiente, hay que meterle más horas, hay que estudiar más, trabajar más para que cuando la Vieja Furcia se reponga de la estupefacción que ahora la congela y contraataque, me encuentre no solo entero, también mejor preparado pero fundamentalmente para mejorar como ser humano, arrastro demasiados defectos que debo pulir, me queda trabajo pendiente pues soy medio vago en lo referente a conseguir dicha mejora.