domingo, 19 de marzo de 2017

Mensajero Mutante Nivel Diablo.

Es todo aquel mensajero que le pongan donde le pongan, cae de pie y saca la ruta. De esos he tenido a mi lado a varios y a un par ejerciendo de Maestros, enseñándome a manejar el rabo y los cuernos. Hace tiempo se fue Víctor a otra empresa y esta semana, Iván me dejó huérfano; tenerle a mano era una red de seguridad y contar con su ayuda, incluso hasta el último momento, era oxígeno vital, me daba tiempo del que siempre vamos deficitarios.
Cuando empecé y les vi trabajar, me asusté pues lo que hacían era evidentemente complicado, de un grado de exigencia mental muy grande; además había que ser piloto, saber cubicar una furgoneta, ser organizado, responsable y ser capaz de manejar mientras escribís en la agenda electrónica o atendes llamadas a la misma que no entran por bluetooth y estas atento a los mensajes que te llegan al teléfono; incluso escribir la información que te pasen en una llamada mientras pisas el acelerador, se trabaja contra reloj.                                                                        De eso van a cumplirse dos años; en este tiempo me he ido descubriendo copiándoles tácticas y estrategias e incluso, desarrollando nuevas que al comentarlas con alguno de ellos les sorprendió pues no son propias de un novato, son atribuibles a los Mensajeros Mutantes de Nivel Diablo y para redondear, las adoptaron carcajeándose; no hay nada como ayudar a un perejil a convertirse en alguien efectivo, eficaz y si se arrima a ser uno más de la exclusiva categoría de los Diablos, mejor que mejor.
Saberte respetado por esos que despuntan, te ayuda a aguantar todo lo que se debe soportar para llegar a poder sacar adelante una ruta como mensajero: máxime si la que te ha tocado es para que la haga un Diablo y no un novato, más perejil que otra cosa. Ese detalle no se les escapa; solidarios te tienen paciencia y te ayudan, saben que nadas en excrementos y te ven pelearla con coraje desmedido a diario sin entregarte jamás, sin aflojarle ni sacarle el culo a la jeringa. Te observan y saben que no tenes ni idea de que esa ruta que te dieron es para que la encare alguien experimentado tirando a Diablo, ahí empiezan a respetarte las ganas y a darte información vital para poder manejarla; alguno siempre la conoce y te pasa los datos que son fundamentales, te ayuda a cortar camino. O directamente te saca paquetes para que puedas parara a morder algo a mediodía; o hacen todo eso y más.
La tardecita que le mostras un truco tuyo, propio, que nadie te enseño, te lo inventaste, a uno de ellos y percibís que no solo le gusta, lo hace suyo pues es una genialidad propia de un Diablo; caes en la cuenta de que te estas convirtiendo en uno de ellos; cuando el truco es adoptado por todos, sabes que estás en el camino correcto. Kilómetro a kilómetro, entrega a entrega, vas acercándote a ser como ellos y solo es cuestión de tiempo que estés a su altura; percepción que se afirma cuando despidiéndote del ahora amigo, los otros Diablos opinan que ya sos uno de ellos, un Mensajero Mutante de Nivel Diablo.                                                                         
Me falta, me falta, no soy un Diablo, pero lo seré antes o después, no hay ninguna duda, no las tengo; no hay nada como tener buenos Maestros de quienes aprender, así es todo mucho más fácil; además hago trampas, jejejejejejejej, dado que recurro a las enseñanzas obtenidas en el estudio del Judo; las aplico descaradamente en busca de conseguir sacar adelante el trabajo por aquello de que el Judo no empieza ni termina en el tatami, y sus principios son aplicables a cualquier aspecto de la vida. Un Diablo no sigue el camino que le marcan, inventa uno propio; hace lo que le sale de los cuernos pues si sigue los protocolos, la ruta no sale… en ese aspecto ya soy un Diablo.

¡Gracias Iván! ¡Nos vemos en el asfalto!                                                 

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