lunes, 30 de abril de 2018

Hay que seguir trabajando.


Fueron tres Shiai; perdí dos, gané uno. En líneas generales me sentí mejor de lo que pensaba, creía que iba a sufrir bastante más; la falta de estado físico penaliza mucho junto a la edad, todos eran menores de treinta años y uno no llegaba a los veinticinco; aunque al final no fue nada, el trabajo, aunque sea a mínimos alcanza, para aun sofocándome, plantar cara. Hace mucho competía, queda un pozo de entonces; las carencias son evidentes, aunque algo ha quedado bien afianzado, tanto como para permitirme entrar a un shiai sin complejos, enfocado en conseguir un Ippon, único objetivo honorable. Un anacronismo…como probablemente lo sea yo a estas alturas.
Cometí errores. Varios. Uno de principiante al confundir el mate del tatami dos con el de mi tatami que derivó en la pérdida de un shiai que no iba mal del todo, el tercero.                   

El primero me sacó limpiamente pero antes lo llevé a la esquina y tuve una posibilidad de ataque que no salió bien; vi lo que debía hacer, mi mente funcionó; eso lo hemos trabajado durante años; no así los reflejos ni mi cuerpo.                                                                                                             
Es en el segundo que me desenvolví mejor y conseguí ganar por dos wazari; no se si fueron Harai Goshi o Tani Otoshi o una mezcla de estas u otra; entre ambos me dieron entre cuatro y cinco mates habiendo conseguido proyectarle claramente, varios podrían haber sido hasta Ippon, pero no me los dieron. El primer wazari fue Ippon y no seguí el suelo convencido, fue un error pues el árbitro dio wazari y fue a partir de ahí, en ese lapso de tiempo donde actué como jamás antes lo había conseguido: seguí intentándolo sin decaer, sin permitirme el lujo de enojarme o descentrarme, trabajé como si nada hubiese pasado; ajeno a cualquier emoción; inmune a mi temperamento y carácter tan díscolos. Perseguí el Ippon con fanatismo demencial porque eso es lo que se debe hacer. Le penalizaron al salir constantemente del área de competición, por fin, pero no especule, ganaba, iba por delante, podría haber jugado con esa ventaja y ni siquiera lo contemple, seguí arriesgando hasta que conseguí otro wazari; conseguí que el Sensei sonriera viéndome intentando hacer Judo, buscando ser un judoka; persiguiendo las sendas de la superación o que deberían llevarnos a superarnos. Sabe mejor que nadie lo justo que voy de motor y sabe como todos los Senseis que me han arropado que voy a ser consecuente con la manera de entender al Judo y lo que implica ser un judoka o intentarlo honestamente.
Hay que seguir trabajando. Debo hacer más shiai, probablemente sea necesario participar en los campeonatos de veteranos y por supuesto: entrenar más seriamente. Evidentemente no hay razón alguna para hacerlo, no que puedan entender quienes no han estudiado Judo nunca; para este campeonato baje unos kilitos y entre en menos de 90; para los próximos será en menos de 81; cuestión de salud, de estar más ágil y de recuperar velocidad. Claro que si se da la oportunidad me meteré en una libre de peso, por aquello de despreciar los kilos, en los orígenes del Judo no había categorías por pesos; o me planteare entrar en una liga por equipos donde se puede jugar con las categorías de peso libremente. Necesito prolongar la práctica activa del Judo todo el tiempo que sea posible, cuando el Judo no me sirva de terapia deberé volver a la medicación; motivación suficiente y sobrada para encarar el sacrificio que conlleva buscar una mejora física a estas alturas, la parte técnica jamás me ha supuesto un problema, si requiere esfuerzo lo hago sin costes.

Anécdotas: A- I.R arbitraba, fuimos compañeros 12 o 13 años, no pudo verme competir, pero dice que me escuchaba. Nadie usa el Kiai excepto un servidor. Se vieron risas burlonas entre los potros jóvenes y gestos serios, aprobadores en aquellos que entienden de qué se trata.

B- R.B nos había dicho que nada de inventos; había que asegurar y a mi en particular me dijo que resolviera antes de los dos minutos, la mitad del combate, o sucumbiría ante el déficit físico. Procure seguir su consejo y todos los shiai terminaron antes del minuto tres. Cuando hacemos randori el muy guacho me desgasta durante un minuto o así y después se dedica a jugar conmigo.

C- Me encontré con muchos conocidos y algún amigo; fue por medio de uno de estos que el Sensei Ori me hizo llegar sus saludos y buenos deseos desde Filipinas que es donde está trabajando actualmente, lo hacía en su Japón natal. Una clase y una cena fue todo lo que compartí con el Sensei; me sorprende que se acuerde y pregunte por mi tanto como me sorprendió que preguntase en su día quienes me habían enseñado Judo, de donde venía, cuales eran mis orígenes en Judo. Tal vez no debería sorprenderme, tal vez debería tener más fe en Erlich y compañía; pero ellos eran y son buenos Judokas, han formado a muchos Judokas y yo solo intento ser un Judoka aceptable y jamás estoy conforme ni con el nivel técnico ni con los conocimientos, soy consciente de que me falta mucho y de que debería trabajar más en llenar los huecos, las lagunas que atesoro; no me permito creer que soy mejor de lo que la realidad descarnada dice; el ego es una venda que te encadena, procuro no dejarme atrapar en sus redes.

P.D: Betito querido: Gracias viejo. Escribo de Judo, pero efectivamente, nos hicimos veteranos y cada uno lo afronta en su actividad preferida. Supongo que a vos te pasa con el surf y puede que con el fútbol; siempre pienso en el Gallo tirándose al agua a salvar a algún pelotudo o jugándosela por algún niño despistado, en él más que en otros, no es changa ser salvavidas conforme te pasan por encima los años. De cualquier manera, vos guapeas desde hace eones, aquel tropezón fue duro, lo superaste y ahí estás, bregando sin aflojarle. Seguramente te seguirías yendo de mi marca y con facilidad; seguramente no aceptarías jugar en el cuadro de enfrente al mío por lo pesado que puedo ser a pesar de mis limitaciones. Hacías calentar y reír a todo el guachaje afirmando serio que conmigo o no jugabas. En eso nos parecemos: no aceptamos que nuestras limitaciones nos lastren, vivimos con ellas y nos superamos cada día. Te dejo un abrazo inmenso.

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