Koshi Jime: El martes próximo pasado
me tuve que rendir sin poder intentar nada ante esa técnica ejecutada con
efectividad y máxima calidad técnica. ¿Qué tiene de especial que haya
pasado? Muchas cosas.
Para empezar mi
compañero, lo es desde hace tres años meses arriba, meses abajo, ha soportado
durante todo este tiempo mi trabajo de Judo sufriendo especialmente en Ne Waza,
Judo suelo. Infinidad de Randoris en los que no encontró una grieta; me
inmovilizo alguna vez, pero era una magra recompensa para tanto trabajo. Nunca
consiguió hasta el martes, una técnica limpia, efectiva y clara pero no dejo de
trabajar, escuchar, aprender e intentarlo.
Incluso cuando la nubecita
convertida en tormenta le cegaba haciéndole quedar desarbolado con la mente en
blanco, persevero. La frustración le socavaba inclemente, la sensación de que
yo era imposible de someter amenazaba con llenarle la cabeza haciéndole olvidar
que nadie es imbatible llevándole a no poder ver los caminos a seguir.
Mucho trabajo, mucho sudor, muchos
Randoris sin guardar ropa, mucha fe y práctica de técnicas variadas, intentos,
pruebas…ensayo y error sumados a que perdió peso sensiblemente, se ocupó de ir
al Dojo antes de hora y en días que no hay Judo como clase al uso para ponerse
en manos del Sensei que va todos los días, consiguiendo de esa manera
fortalecerse físicamente lo que le endureció mental y espiritualmente adoquinando
el camino que le llevaría el martes a conseguir que me rindiese sin paliativos,
le resultó fácil y que conste que yo no me deje. En Tachi Waza, Judo pie hace
tiempo que ha mejorado sensiblemente volviéndose difícil y exigente; le faltaba
mejorar en Ne Waza y a tenor de lo visto, lo está consiguiendo.
Con lo relatado ya sobra, es más que
suficiente. Pero hay algo más que quiero compartir con ustedes. No es que me
ganó con facilidad; es que me engaño con habilidad, fue inteligente, práctico; ejecutó una estrategia perfecta pues no me dio una sola oportunidad de escapar cuándo cerró el dogal.
Al poco de saludar consiguió quedar encima su pecho sobre mí cabeza y en
ese instante supo lo que haría y cómo, por primera vez tenía una jugada clara,
un camino a seguir y no dudo: agarro mi Judogui con ambas manos, una de cada
lado de mi cabeza conmigo boca abajo y pivoto para quedar de mi lado derecho
poniendo énfasis en la izquierda para que yo reaccionase flexionando mi pierna
izquierda para evitar que me girase sobre mí mismo preparándome para que su
derecha pudiese cazarme. Y caí en la trampa. Si me muevo para el otro lado me
habría girado e intentado inmovilizarme, pero nunca espere Koshi Jime que solo
era factible por el lado que la hizo, la mantuvo escondida hasta que fue tarde
para mí; de haberlo intuido me habría puesto en cuatro patas he intentado girar
hacia él agarrándole el pantalón para frenarlo. Perfecto.
Un trabajo técnico perfecto. No me
dejo opciones, me engaño y consiguió imponerse limpiamente. Es tan importante,
tan determinante, como elegir el momento, los desequilibrios, las posturas, los
agarres, la velocidad, la coordinación, la intensidad; puesto que si evitas que
te adivinen las intenciones o vean venir tenes ganado mucho terreno.
Plasmándolo lo mejor que puedo para
compartirlo con ustedes tomo consciencia de otra cuestión que es incluso mucho
más importante que el logro personal de mi compañero, a estas alturas amigo y la
satisfacción de ambos por su salto cualitativo: es joven, anda por los
veinticinco por lo tanto en dos décadas puede ser que este trabajando con los jóvenes,
colaborando con el Sensei para enseñarles Judo, ayudándoles a mejorar a cada
uno su Judo; para entonces igual yo ya estoy muerto o me será difícil hacer
Judo, aguantar las clases aunque el Sensei me deje hacer lo que buenamente
pueda, por el contrario, él, estará en plenitud de facultades y podrá transmitir
conocimientos a los que vienen por detrás tal y como hicieron conmigo, cerrando
así un círculo: colaborando a perpetuar al Judo.
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