Gracias Psicólogo,
fuiste alumno de
Pacios y me
llamaste ayer. Tu
nombre y apellidos
no importan
No somos
exactamente amigos, no nos dio
el tiempo. Sos
un Judoka, aunque
te falte mucho,
créeme, lo sos.
Tus palabras calaron
hondo, porque vos
tenes estudios académicos y
me viste en acción, con
guachas y guachos,
no te lo conté, estabas
ahí. Viste mi
magia, que es
la del Judo
y te asombraste,
epa! Como le
dejan los padres?
¿Cómo se dejan
los guachos y
guachas? Básicamente porque
perciben, unos y
otros que se dé que
hablo, fui un
demonio, no lo
olvido. Me escape, mentí, me
equivoque, no escuche
ni a mi
sombra, era joven,
creía que sabia
y los adultos
me hablaban de
cosas que me
importaban poco en
un idioma que
no era el mío. No
olvido.
Yo los
miro a los
ojos. ¿Queres ayuda?
Si. Te ayudo
a cambio quiero
que estudies , te
portes bien en
casa, uses la
cabeza, seas responsable
y entrenes como un cochino
o una cochina.
No soy tu
viejo, no soy tu vieja,
no me falles
porque te vas
a arrepentir. ¿Trato?
Si. Adelante.
Pero el
meollo es que
son gente de
Judo, saludaron al
entrar al tatami,
ya son míos,
aunque no lo
sepan, aunque no
quieran. Pongo dos
casos, nombres cambiados,
de los fáciles,
nada complicado, adolescentes,
nenas las dos.
Van a ser
tres, el último
guacho.
Rafaela quiere
hacer Judo pero
no está por
la labor de
esforzarse. El problema
es que quiere
competir y lo
hace, ahí es
otra cosa, si
entrena poco la
van a reventar,
las otras son
mujeres bragadas ya,
hasta que se
adapte la van
a reventar. Apretó
un poco, no
reacciona, el padre cree
que sabe lo
que hace, como todos
los
papas y cree
que sabe Judo
como todos los
papas que nunca
hicieron Judo y
puede guiarla en
Judo. En la
vida es su
hija, que haga
lo que quiera.
Rafaela había estado
con otro Sensei
antes, yo era alumno,
y el nuevo
hacia lo que podía. Su
antiguo Sensei me
encaro indignado en
un campeonato: que estábamos
haciendo
con Rafaela? No
entrena, magia no hay, dije.
El, solo me
hizo sentir vergüenza,
tenía razón, era
mi culpa, no
de ella. Apreté
a fondo, el
padre la cambio
de Dojo, resulta
que yo era
muy duro, la perseguía, no
la dejaba vivir.
Hizo bien, su
hija nunca sabrá
Judo ni sacara
nada del Judo
y cerca mío
por ahí aprendía a
esforzarse, superarse, implicarse
y prepararse para
que no la
lastimaran compitiendo y
en la vida,
mucho más importante.
Estrella. También
venia de otro
lado. Caso diferente.
Era una guerrera,
una niña que
me ponía en
apuros, me acorralaba
con los dientes
apretados, ella no
se cuestionaba nada,
me dijeron Rafa,
voy y me
lo como, me
dicen Jigoro, voy
y me lo
como. En el
suelo si le
dabas dos milímetros, te
arrancaba el cuello,
con los brazos
no podía, era
muy niña. Estaba
ahí, el fuego
sagrado ardía con alegría.
Ponía
el alma, ganas,
se esforzaba, mordía, mordía,
mordía. Encima en
casa bien, estudios
aceptables, educada, sobria.
Le era fácil competir,
se las comía
a las otras
niñas, si tenes
9 años, pesas
treinta o cuarenta
kilos y cada
clase saludas, si
vos vas, a
Rafa pidiéndole un
Randori, 90 kilos
de puro zorro,
más de veinte
años tratando de
aprender a saludar
y una falta
absoluta de piedad
aunque tengas 9,
bueno, no tienen
nada que hacer
tus rivales, nada.
Cuando creció, 12,
se le complico,
las rivales eran
fuertes, corrían, ¡hacían pesas!
Prohibido tenia hacer
pesas con 12,
la saco a
patadas hasta la
casa, se ponga el
padre como se
ponga, el suyo
me ayudaba, bueno
se le puso
cuesta arriba, hasta
ahora era en
bajada. Entonces Estrella
quiso dejarlo y acá viene
lo bueno, acá
es donde se
ve lo bien
montado que vas
o si bajo
tuyo solo hay
un matungo. Técnica
no tengo, Katas
no sé, Filosofía
del Judo un
poquito, Experiencia, la
justa pero yo
veo a una
mamá y a su hija
y esta entrena
conmigo, esto quiere
decir que la
conozco como para
saber qué le
pasa, aproximadamente y si no
lo sé voy
y le pregunto,
las veo entrar
decía y la
mamá viene con un disgusto
que hasta sofocada
viene y Estrellita
viene recontra caliente.
No hablo con
la madre hablo
con ella, la
mamá puede esperar, es
grande, confía en mí, mucho,
ahora va a
pasar a quererme.
¿Qué pasa
que venís sacada
y tu vieja
se muere, revienta
del disgusto? Quiero
dejar el Judo,
me dice mirándose los
pies. Ustedes no
me conocen, les parezco simpático,
me dirijo a
la majuga: 11 o 12
para arriba, bueno,
soy bastante atravesado
y calderita de
lata, me caliento
rápido, sobre todo
si te haces
el despistado, conmigo
nunca lo intentes
o entonces veras
algo que no
te gustara, porque
además te pongo
penitencias divertidas: subime
todas las notas
o si la vieja me
dice cualquier cosa,
la queja que
sea, conmigo no
vas a ningún campeonato
mas hasta que
la vieja me
diga que sos un hijo
ejemplar, cosas así.
Bueno, respiro, tranquilidad,
ya, mírame siempre
a los ojos
y si tenes
la valentía que
hace falta mentime. Procura que
no te pesque,
habrá penitencia y
como te conozco,
te dolerá, sabré
donde clavar la
lanza. Estrella lo
sabe y se
lo digo, levanta
la cabeza y
le digo que
me parece bárbaro,
¿a qué deporte
se va? Ninguno
dice. No, no,
mi amor, Judo
no, bien, otra cosa,
horarios, responsabilidades, ejercicio,
esto último fundamental. La
mamá ya respira,
ya se relaja,
no sabe cómo
pude saber que pasaba y
le importa poco,
de ahora en
mas aceptara que el Judo
es algo que toca muchos
palos, Rafa apreta
mucho, los hace
llorar, reír, dejarse
la piel, sufrir
y todos le
adoran, mi hija
incluida, evidentemente Rafa
sabe cosas que
no se, claro
es un aspirante
a Judoka y
se preocupa por
los niños y
los jóvenes, se
preocupa como si
fueran sus hijos
y la luz atraviesa a
la mamá de
Estrella.
Estrella me
suelta que competir
es duro y
no le gusta.
Le suelto que
no le gusta esforzarse, superarse,
que mientras le era fácil y
no le costaba
le gustaba. Además
competir es un
entrenamiento, como Uchi
Komi o gimnasia,
parece mentira. Y
le vuelo los
pajaritos a puro
hondazo: ser novia, esposa,
madre, empelada será más complicado
que ser hija.
Si acá no
podes no podrás
en la vida,
tenes 13 años,
ya entendes. Yo
te quiero mucho,
acá o en
otro lado, por
mi sos libre
de ir adonde
quieras, me gustaría,
me gustaría horrores
que subieras las
notas y ayudaras
a la vieja
con tu hermano.
¡No vale!, si
me voy no
podes pedirme nada.
No te estoy
pidiendo Estrella, es
una orden, cinturón verde
de Judo, yo
tengo uno un
poco más oscuro.
El cinturón no
se devuelve, para
no hacerme caso
oscurece el tuyo.
¿Hoy entrenas? Si
musita. Bueno, despedite
de los compañeros,
explícales porque te
vas o hui con cobardía y a la próxima
les
digo que ya
no venís, que
el Judo no era
para
vos. Anda a
cambiarte, es tarde,
explica que estabas
conmigo, es la última clase párate afuera
bien derecha, espera
que te dejen
entrar, entrena con
tutti, es la
ultima y lo
sabes, hacelo bien
y sabes que
zafaste, si me
avisas hoy entrenaba,
Shiai y no
te cuidaba. No ajustaba mi
fuerza a la
tuya, no te
explicaba nada, ni
te corregía ese
maldito Morote sin
desequilibrar, ni que
fueras Koga; nada,
te daba una paliza, es
lo que necesitas.
Tranquila mami
de Estrella, seguirá viniendo.
Crisis superada. ¿Cómo podes
estar tan seguro?
Ya es una
Judoka, le falta
mucho pero ya
es, no bajo
la mirada ni
la desvió, la
vapulee y aguanto,
se queda.
Estrella sigue
entrenando, yo ya
no, que locura,
¿verdad? Ha crecido,
esta mas alta,
no desequilibra para
entrar Morote, está
en fase sorda,
es implacable con
los guachos, dosifica
con las niñas,
persigue con saña
a los veteranos.
No la veo,
no importa, lo
que importa es
que ella sigue, está
en una edad
en la que
un tatami es
lo mejor que
puede pasarle.
Por último
Rafa. Padres separados,
hermanita más chica.
No es un
demonio ni malo
mal, es travieso
sin freno. No
estudia, en casa
un desastre, solo
le digo que no falte
a Judo. ¿Nada más? Piensa
más de uno ahí. Nada más, no
puedo pedirle más,
no sería capaz
de dármelo. ¿Cómo lo sé? El
es como yo,
a su edad
nadie me pedía
nada, ni que
fuera a entrenar.
Es buen pibe,
tiene fondo, madera,
se hace el
loco a mi
no me engaña.
Vive a la
vuelta de casa,
lo tengo agarrado
de las orejas,
veo a su
vieja a cada
rato: mal, mal,
mal. Está en
fase soy re
vivo y me
las se todas,
yo en: veni
a entrenar. Crece
un poco, mejora
apenas, compite bastante
bien, ahí descarga,
no hay peleas,
gracias a eso.
Cumple quince y
me encara en
la panadería. Agárrense
los papas y
las mamas, guachas
y guachos: atentos
a todo, no
se me queden
en lo anecdótico,
que solo tiene
quince, ni en
el sexo, de
acuerdo. Relean, piensen,
vuelvan a leer,
¿Papá estoy
tan verde que
no cazo, me
explicas? Adelante Papá,
Mamá. Me encara,
decía: Rafa, tengo un
problemita. Con la
Peti vamos aaaaaaaaaaaa
ya sabes, se
queda sola en casa,
los padres van
a Madrid. Bueno,
con mamá no voy
a hablar de
esto, mi viejo
no existe, se
borro, solo estas
vos. Espera un
segundo, decime la
edad de la
petisa linda esa
con la andas.
Va para diecisiete.
¿Y el problema?
Necesito condones. No
tengo un euro
y si no los llevo
me ha dicho que no le
pongo un dedo
encima. Se queda
callado mirándome y decido rápido
algunas
cosas.
Ningún problema
veni, vamos a
la Farmacia, quédate
afuera si te
da vergüenza, pero
pensa que Nico,
el farmacéutico, es
un hacha y
si sabe que
sos mi amigo
y mi compañero
te hará descuento
y además esperara
que no haya
nadie para atenderte.
¿Le conoces? ¿Claro,
donde compro yo
los condones, che?
Los presento, una caja de
doce pago, salgo
con tres, una
oferta según Nico,
no hago preguntas.
En la calle
le explico porque
esa novia suya
me cae tan
bien: tiene cerebro,
le está obligando
a ser responsable,
que trate de
estar lo más
que pueda con
ella y aprender.
Esta noche le
llevas flores y chocolate, algo
dulce, toma agarra,
como saques la
mano otra vez
te reviento. No
importa que este
todo cocinado, no
seas animal, mímala.
No te preocupes
por nada, sabe más que
vos, así que
hace de cuenta
que es Judo
y ella soy
yo, déjate llevar,
confía. Y no
soy yo, ¿eh?
Rafa se
fue a otro
Dojo, le veía por
el barrio, casi
se muere el
dia que la
petisa me vio
y enfilo hacia mí, pensé que
me cruzaba la
cara, pero no,
pinto abrazo largo
duro apretando y
un gracias por
las flores y
los bombones y
por echarle un
cable.
Pasan años,
estoy trabajando en una discoteca,
en la puerta,
noche tranquila, poco
movimiento. Un tipo
grande como un
ropero aparece por
la vereda, andar
felino, peligroso, muy
peligroso, que siga,
que siga, que
siga, que siga
pero no sigue.
Gira y viene
a la puerta,
por el micro
digo: Apoyo puerta.
Si digo Rojo
salen todos, así vendrá
el
que esté más
cerca. Escucho como
Peque dice: Voy. ¿Estás ok Urú? Respondo: si,
pero veni. Peque: dale.
Pequeño, : mide
dos metros, es
Argentino y le
he visto bancarse
cosas que no
puedo contar por
eso confió en el. A
todo esto llega
el ropero a
la puerta y es: ¡Rafa!
Te reconocí y
vengo a saludarte
y darte las
gracias, Peque pregunta
si todo bien,
todo bien Peque.
Fuiste como un
hermano mayor o
el padre que
nunca se ocupo.
Aquella novia siempre
me dijo que
eras una maquina
y yo lo
vengo comprobando: regalo
flores, bombones, siempre
llevo condones, alguna
me deja que
no los use.
Me divierto mal y siempre
me acuerdo: como
en Judo, retrocede
si queres que
venga, si la
atoras recula. Tengo
trabajo,
aun voy a
entrenar cada tanto
y cuando voy a mandarme
alguna solo pienso:
¿Qué diría Rafa?
Muchas veces no
hago nada de
solo pensar que,
te enteras y
me buscas. Para
mi sos el único
Sensei
que he tenido,
el único que jamás
me
mintió ni me
dejo tirado. Y
se bien que
no te consideras
un Sensei. Ponelo
así, muchos saben
todas las técnicas,
los Katas y
han competido y
han sido campeones
y no saben
nada de lo que vos
sabes. Pero lo
tuyo vale más,
porque ayuda a
otros a salvarse
de sí mismos.
Estoy acá ahora
porque estabas vos
en el tatami.
Me enseñaste a
proyectarme, a aceptar
que no se
puede ganar siempre, en
nada, a gestionarme
con las mujeres,
maquina total, y
mi vieja siempre
te recuerda con
cariño. Generoso, desprendido,
comprometido, jugándose los
cuartos, sabiendo lo que hace
y encima en
aquella época imbancable
arriba, absolutamente insoportable
abajo. Judo, tu sabes
Judo, alumno de
Senseis maquinas te has convertido
en uno. ¡Gracias
y venga un
abrazo Uruguayo, me
cago en la
puta!
Esa llamada
ayer amigo Psicólogo,
despertó todo esto.
Hay más, hay
mucho más. La
mama que llorando
me trae a
su retoña de 13. Deme
seis meses señora
y después hablamos.
Pasa el medio
año. ¿Qué hacemos?
El abrazo es
de osa y todos
escuchan, incluida la
endemoniada de su
hija: es tuya,
como si fuera
tu hija. Hoy
a punto de
la Universidad, en
casa es otra,
tiene novio Judoka,
y me mira
atravesado siempre. Si
se pone retobona
la agarraba del
pelo, a la punta
alejada del tatami,
a la oreja:
¿segura? ¿Queres medirme
a mí? No
contesta, sacude la
cabeza negando. Podría
descalabrarme. Ella sabe
quien le ayudo
a respirar y
pensar. Le gustaría que
no fuera yo,
solo yo supe
manejarla.
El papa
que impotente ve
como su hijo desarrolla asma,
nadie da con
la tecla, va
a sufrirlo siempre,
que deje Judo,
que no se esfuerce, que,
que, que, que; todo bobadas.
Es miedo, ¿te
acordas Rafita, te
acordas? Sí, claro
que me acuerdo.
Para esto necesito
permiso del padre,
no puedo jugarme,
ni debo. Le
explico: si me dejas
lo curo. Me
deja y en
cuanto empieza con
una crisis lo empujo y
lo obligo a
hacer Randori con
un bicho que lo usa
para limpiar el
tatami, cada vez
que el bicho
me mira pidiendo
instrucciones le digo
que mas. Cambio
y lo pongo
con otro bicho. No
puede dejar de
respirar, se moriría,
encima cae de todas
las maneras posibles,
no mete un
reclame. Bicho dos
me mira pidiendo
instrucciones: aflójale. Obedece. El
padre tampoco respira,
el nene se
larga a llorar.
Cambio le mando
a una bicha,
ahora veré si
soy un enfermo,
un retorcido psicópata o
un lamentable aspirante
a Judoka. Que
te peguen Bicho
A y Bicho
B, es lógico y
tolerable, que te
pegue bicha, es
inadmisible y más
si te gusta
cosa mala y
queres que te
respete. Ni llanto,
ni asma, ni
Rafa es bueno,
un verdadero malnacido,
pero ese compañero,
16 años entonces,
no tuvo nunca más asma.
Su viejo es
un amigo, cuando
me ve me
agarra del brazo:
dude, dude unos minutos,
le estabas torturando
pero era Judo
y vos sabes
Judo y yo
no, pero dude
¿eh? Dude.
Sé muy
bien que en
los tatamis que pise
deje huella, la mía, no
fui el mejor
en ninguno, ni
lo pretendí. En
cualquiera de ellos soy bienvenido,
porque siempre fui
Rafa Firpo, aun
en los tiempos
en que era
el hijo de
Firpo. Jovencita, jovencito: procura lo
mismo, pero no
solo en Judo.
En todo lo
que hagas. Si
pones el alma,
quienes te rodean
lo percibirán y
te lo reconocerán.
El trabajo bien
hecho es un
orgullo, estudia con
ganas ponele el
alma, déjate de
jorobar en casa
y tendete la cama, lávate la
taza, mamá se
muere y si lo haces
capaz que algún día
le dicen ese
es Rafa Firpo,
me enfila y me toca un
abrazo
de osa. Ahí arriba
pueden haber cosas
que no entiendas,
por ahí todavía te
falta un poco,
pero seguro que
a muchos los
agarra justito y
a muchas. Aprendan
de la Petisa,
sin condón ni
con un palo
me tocas. Madura
nene. Nenes: Con respeto,
mimando, regalando flores
o bombones van
a recibir ternura,
de la buena.
Pero si
en unos años
se descubren leyendo
esto o a
un Rafa Firpo,
habremos ganado todos,
ustedes porque habrán
zafado y serán papás
y mamás, yo
porque estaré muerto,
podre sentarme con
Jigoro Kano y
atormentarlo a preguntas. Le pediré
para
aprender Judo, prometeré portarme
bien en su
Dojo, yo creo
que bajo su
tutela conseguiré hacer
un Mae Ukemi decente. Creo.
Seguro que ni
el consigue que
aprenda Judo pero
no importa: estaré
con él. ¿Mira
si le digo
que quiero una
medallita? Me expulsa
fijo.