sábado, 4 de febrero de 2012

Dos opciones.


En una clase de Judo, hace un par de meses estábamos combatiendo en el suelo. Todas las parejas desparramadas por el tatami, unos trabajando más que otros, muchos hablando sin esforzarse lo mas mínimo. Mi contrincante era de los que se esfuerzan, además ha crecido y se ha puesto fuerte; y lógicamente me atosigaba sin compasión, como debe ser. Incluso consiguio que me rindiera con una estrangulación ejecutada perfectamente, era la primera vez que eso pasaba y estaba exultante. Redoblo esfuerzos al notarme un tanto cansado, pretendía conseguir el doblete, pero no daba ninguna ventaja. Se mantuvo frio, protegía brazos y cuello, no caía en los engaños, ni reaccionaba nunca de la manera deseada, lo ponía difícil. Todos mis ataques neutralizados con solvencia, los suyos tenian muy mala idea, eran consistentes y me obligaban a emplearme a fondo.

Entre risitas y jadeos ninguno cejaba en su empeño: derrotar al otro.

Cuando tuve una ventaja, le prepare dos trampas, opuso resistencia hasta que lo tuve inmovilizado y estrangulado. Se rindió y mientras le soltaba se acabo el tiempo, tocaba cambiar de pareja.

Saludamos y me dice que no tenia salida, que había echo exactamente lo que yo había previsto pero que en ningún caso tenía posibilidades de escapar. Una opción era evidente igual que el desenlace y la otra era igual de mala, disfrazada de oportunidad. Remato: Retorcido, me engañaste y una sonrisa luminosa, llena de regocijo acompaño al codazo. ¡Que abuelito más malvado! Se quedo encantado con las dos opciones que le propuse como salida, una a descartar inmediatamente y la otra para intentar sin dudar; en cualquier caso, terminas rindiéndote sin remedio.

Genial, es genial repetía.

Lo que será realmente genial, será verle a él, preparar y presentarle a otro, las dos opciones. Porque ahí es cuando deja de ser deporte y pasa a ser Arte. A mí me lo hicieron hace eones, décadas mas tarde lo perfeccione y lo solté, quien lo recoja le sumara y lo soltara, cada ciclo esta mejorado, si de por si no hay salida imagínense lo divertido que será dentro de trescientos años presentarle el desafío a otro Judoka.

Generalmente no aprovechamos cuando un Sensei muy viejito anda en la vuelta, y es sorprendente lo que se aprende de ellos, como vivimos tiempos tan acelerados donde el tiempo para los mayores nunca nos aparece, difícilmente sepamos aprovecharles cuando les tengamos a mano.

Otro error común es poner a personas que no están al nivel adecuado con los Viejos Maestros, en la creencia de que les haremos más sabios, y en verdad no es así, además deberían ser Judokas escogidos los que estuviesen cerca del Sensei, única manera de asegurar la trasmisión de los conocimientos.

Viejas ideas, que con el tiempo han dejado de ser utilizadas, pero que no han perdido nada de vigencia.






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