sábado, 4 de febrero de 2012

Rulos Largos




Hubo una época en la que llevaba los rulos largos, hasta los hombros, y por más que los peinara o arreglase no había manera de tenerlos medio ordenados. Tenía en aquella época una yegua Picaza, calzada de una mano, con la que recorría los alrededores de mi casa. El territorio lo delimitaban dos cursos de agua, por un lado el arroyo Carrasco y por el otro el arroyo Pando. Entre ambos unos buenos treinta kilómetros de playa y dunas para recorrer, explorar y disfrutar. También estaba el Parque Franklin Delano Roosevelt, que ignoro qué tan grande es, pero es enorme, bordea el aeropuerto y supongo que decir que tiene unos veinte kilómetros más o menos no es nada  exagerado. Gran parte del mismo en aquella época eran bañados súper divertidos para jugar al escondite a caballo o incluso para perderse y pasar horas buscando la salida.

De aquella época viene la comparación con el Tigre, nunca Gatito, Cazador siempre, nunca presa. Águila no Paloma. Conservo tatuados en la piel, en forma de cicatrices, sendas caídas con montura y todo, en un revolcón de los de época donde te paras de un salto y corres a ver si tu caballo se quebró una pata, generalmente una mano. Comprobada la montura te palpas para saber si estas lastimado, control de daños rápido antes de ir a casa e informar que otra vez estas herido. Conservo en la espalda dos pequeñas y en el hombro derecho una de casi quince centímetros, viejos recuerdos de una edad feliz como pocas.          Junto al costurón de la barriga, primera cicatriz que marco mi piel hacen un conjunto más propio de un Guerrero que de un muchacho del extrarradio.

La mirada Salvaje la tengo desde siempre, es franca y directa, con chispitas de luz cuando es amable y sin luz y negra cuando es amenazadora. Hace tiempo que no la uso, demasiado que la guarde, debo sacarla más seguido, hay gente que confunde educación con miedo, olvide una de las lecciones que más rápido aprendí: la paz del Tigre funciona porque nadie duda que peleara por tenerla. En el pasado compre respeto y pague con sangre, mas veces la mía que la de otros, pero siempre se pago con sangre. Los que estén asustados pueden ir a leer otras cosas, menos violentas, menos reales, más livianas, no hay problema. Después no se lamenten de vivir bajo las garras de los Lobos o Jaurías de Perros.

Me siento un poco otra vez como aquel adolescente. Un poco viejo ya, el doble de edad, peinando canas, con una hija que al escuchar mis travesuras, las que puede escuchar se enfada porque era muy malo papito. Jajajajajajjajajaja, y no le cuento todo lo que no debe oír, pero algún dia le contare, por si algún nieto o nieta mía se me parece en el futuro, así sabrá  a que atenerse. Yo ya me lo imagino y me veo despotricando y pensando después que esperaba con semejante abuelo. Va  a ser movidito el futuro, muy movidito.

Este es un mensaje de respuesta a alguien querido de aquella época, que para mi cumpleaños me hizo acordar de la época en la que cabalgaba desenfrenado por la playa, más cerca de Los Charrúas que de los Criollos, siempre Tigre. Determinado a comerme al mundo o morir intentándolo.

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