Como siempre que no aguantaba más el encierro en la ciudad, casé el teléfono
y llame a mi tío. “Venite
en dos semanas, hay pesquería”. Sería el resumen de la charla, y quince días más
tarde estaba en su casa. Coche con tanque lleno, bártulos de pesca
perfectamente acomodados en un cajón al efecto, se revisan niveles, comprobación
visual y a la ruta. Dos horitas y
estamos en la estancia del Gallego”Pepe”. Costas del Rio Negro, Cerro Largo, Uruguay.
Tenemos permiso, no hace falta ni avisar que entramos, somos
de confianza. Los mejores lugares están ocupados,
los malos también solo queda acampar en la orilla de la laguna. Mal lugar, para
pescar y para establecer el campamento. Serán solo dos días y no pegamos la
vuelta aunque haya que plantar la carpa en el agua.
Juntamos leña, con una red mojarreamos para tener carnada,
confeccionamos un corta vientos que nos de cobijo, prendemos el fuego y tiramos
los anzuelos al agua. Ni un pique en horas, nos roban las carnadas y no nos
percatamos. La tardecita agoniza y se levanta viento, me da frio y voy al
coche.
Constato que soy tarado, muy tarado. No lleve medias, ni
calzado, ni abrigo ni nada; pantaloncito corto, remerita y chancletas, tarado
es muy suave. Pajero se queda corto, pero un amigo tiene un término que
significa todo eso junto y algo más: Alverja. No lo busquen en ningún Diccionario,
no está, no existe. Pero eso fui ese fin de semana.
Vuelvo a la orilla y empiezan a cargarme, hay que bancarse,
tienen razón, merezco que se rían de mí. Las Tarariras y los Bagres harán la
ola bajo el agua partiéndose de risa, y pensaran: ni en pedo ese nos pesca. Las
carnadas desaparecen como confirmando que los peces están de farra. Cenamos,
sigue la jodita,
a mi costa, hace un frio bárbaro, para calentarme casi me meto en el fuego, más
cargadas, apuestas de si me quemo o no. Imposible aguantar el malón, pierdo por
goleada, se superan a cada minuto, olvidan anzuelos y carnadas, hacen sangre,
disfrutan.
Hasta me hacen reír de lo crueles que son, porque cuando agarro
una lona e intento no seguir titiritando, uno me compara con Rambo y se agarran
la barriga del dolor de tanta risa, y yo me sonrió. Eso fue gol y vale un Mundial.
No pescamos nada y cansados de tanta risa nos acostamos. El
frio no me deja dormirme, me pongo cerquita del fuego y entro en calor, me
acuesto envuelto en la lona, caigo frito. Unas gotas me despiertan gritando que
llueve, corremos peligro, si hay crecida, no es zona segura.
Despierta todo el mundo, de varios campamentos cercanos se acercan
a ver qué pasa, y son informados que nada, que trajeron a un loco a pescar.
Cielo estrellado, la Cruz del Sur, el Cinturón de Orión y la Luna no dejan
dudas: el pibe está mal de la
saviola. Pobrecito. Si, si, pobrecito, por eso le trajimos. Se
les paso la calentura, se ríen por lo bajini y yo descubro que fue lo que paso.
Mi aliento se condenso en la lona y las gotas me despertaron, explicárselo a
estos boniatos es del todo inútil.
Titiritando chancleteo hacia la laguna. Plena madrugada,
noche cerrada pero ahí, eso que se mueve
es: ¡Zorrillo! Perdí las chancletas y
entre en el campamento desaforado. Guacho, guacho, veni acá.
Esa es Flor, una hembra de Zorrillo, viene a vernos cuando estamos por acá. No
dejes nada que pueda comerse, y ni se te ocurra hacerle nada a nuestra mascota
y ahora hace lo que te parezca, siempre que nos dejes dormir.
Pinchándome, en la oscuridad, buscando las chancletas, muerto de frio y
nada seguro de que Flor no me meara escuche clarito:” ¿Este sobrino tuyo, no se
droga?” MI tío que responde”No” y algún vivo
que suelta”Pobrecito” Y meta carcajadas.
Resignado a mi perra suerte voy a revisar la línea, agarro la cuerdita y noto algo, sin
pararme a considerar nada, gire y corrí subiendo el terraplén. Antes de ver que había pescado les vi a todos cegándose
de la risa mal mal. Que esa fuera una tararira de buen porte, que fuera lo único
que se pesco en nuestro campamento, no evito el escarnio.
Para la historia de futuras pesquerías quedo la frase:”Frio
hacia en lo del Gallego Pepe, ¡eso si que era frio! Y a los niños se les enseña
como no se debe pescar una Tararira haciendo la mímica de salir corriendo
cuesta arriba. Hay miles de versiones de mi gesta, se siguen riendo de mí.
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