¿Nunca se pararon
a pensar que
es una lástima
no aprender de ciertas
personas que en algunos
ámbitos de nuestras vidas
están, pero solo
por un tiempo? O
si te das
cuenta, que casi
es peor, saber
el tiempo exacto,
te supone como
una losa que
te aplasta. No me
refiero a ninguna
en particular, puede
ser un profe
de la universidad,
un técnico extranjero
que viene por
algún tipo de
intercambio o cosas así.
Personas que
entran a tu
vida por distintas
circunstancias.
Y
la certeza de
que no te dará el
tiempo también pesa,
se conjuga con
la losa. De
todas maneras intentas
aprender todo lo
que puedas, exprimir
el tiempo del
que dispones para
intentar por todos
los medios arrancarle
un poco más de
lo que te tocaría
en circunstancias normales.
Eso ando pensando
en estos días
y en otra
cosa: todas las
veces que, seguro,
ni me percate,
de que, determinada
persona tenía mucho
que enseñarme y
no estaría ahí
para hacerlo mucho tiempo.
Esa especie de
ceguera que nos
acompaña durante muchos
años en los que
no somos capaces
de ver nada,
algunos la sufren
toda la vida
y otros, como
es mi caso,
gran parte de
la misma.
Siempre es el tiempo o
mejor dicho la
falta del mismo.
Consciente o inconscientemente, nos
demos cuenta o
no de que hay alguien
cerca que tiene
mucho que enseñarnos o
no nos imaginemos
siquiera que eso
es así, la
falta de tiempo
determina todo. Porque
limita a un
periodo preestablecido, el
cual probablemente desconocemos, la interacción que
tendremos con esas
personas señaladas.
También es verdad
que en ocasiones
ni nos lo
planteamos, probablemente como
un mecanismo de
defensa.
En eso ando
pensando en estos días.