Imagínate con quince años,
llevas de oficial
de competencia un
año largo. Te has ganado
el respeto de
todos, si estas
en las planillas
o en los cronómetros o
en el record
te concentras y
por unas horas
dejas de ser
un adolescente que
adolece mucho y
haces el trabajo
lo mejor que
podes, buscas ganar
por Ippon. Sos
un poco o
muy nabo pero
te das cuenta
que en el
mundo del Judo
cumplís como los
buenos. Te falta
camino, mucho, todavía
no sabes que
te pasa ni
porque sos, tan
salame a veces.
Fuera del Judo
todo va mal:
estudios desastrosos, en
casa mamá no
te mata porque
sos su escudero,
menudo ayudante tengo,
piensa la vieja.
Los Senseis
y todas las
personas de la
FUJ te tratan
como a un
adulto, ninguna ignora
tus limitaciones, las
conocen; valoran tu
actitud, las ganas
de hacerlo mejor
que bien, tu
determinación de cumplir
y hacer cumplir
las reglas y
sos salame pero
vidrio no comes,
así que respondes
con todo lo
que tenes, todas
tus capacidades puestas
al servicio de
hacer lo que
tengas que hacer,
bien. Si se
fijan, yo ignoraba
que, todos ellos
ya habían ganado.
En cuanto dejara
de creerme vivo
y de pensar
que los veteranos
no tienen la
menor idea, empezaría
a reaccionar. Solo había que
mantenerme en Judo,
bancarme los desplantes,
mis idioteces y
conseguir que aceptara
responsabilidades, cada día más,
hasta que dejara
de ser un
salame integral y
fuera adulto. Nunca
esperaron convertirme en
un Judoka, querían
convertirme en un
hombre, lo mas
de bien posible,
tenían escaso material
para trabajar pero
confiaban en las
enseñanzas y el
método de Jigoro
Kano. Puedo decir
o escribir que
nunca les defraude,
no me permití
ni pensarlo, en
lo relativo a
colaborar con la
FUJ. Dos nombres,
dos homenajes: Celia Bárcena(Sos una
mujer increíble, una
jefa dura pero
justa. Tenes palabra
y nunca te
di las gracias
en persona por
defenderme en la
FUJ, todavía era
medio salame. Gracias.
Y: Mario Ogliaruso (Me
bancaste mil, me defendiste
un millón de
veces, Colonia, Juan
Lacaze, me expulsan
y te bancas
lo que sea,
Rafa se queda,
me quedo, solo
me preguntaste que
había hecho, te
lo dije, te
reíste, vos viste
al árbitro, fuiste
el primero. Gracias.)
Si esa
gente te muestra
respeto y te
trata como adulto,
salame, responde.
En aquel
tiempo el pesaje
era una guerra,
tres árbitros trataban
de imponer orden,
era un relajo.
Por motivos de
fuerza mayor, no
había llegado ningún
arbitro, alguien, ignoro
quién, sospecho razonablemente pero
carezco de ninguna
certeza, dice: Rafa
puede. A Rafa
le dicen pesa
a los mayores,
Rafa va. Solo.
No piensa, no
cuestiona, le importa
tres pedazos de
mandarina que no
es arbitro. Sabe
que es una
parada brava, pero
es competidor, se
las sabe todas
y todos le
conocen, no va a haber
ningún problema. No lo hubo.
Balanza a sus
pies fila de
a uno alejados
de la balanza
tres metros, el
que haga el
vivo, no lo
peso. Subite. No
soy un crack
ahora, 43 largos
inviernos, imagínate entonces,
que tenia quince.
Era un salame
y todos lo
sabían, alguno era más salame
que yo, otros
ya eran hombres,
Judokas, estos hicieron
que los demás
se comportaran. Así
es el Judo,
si ves a
alguien en apuros,
le ayudas. Si
un salame de
15 años va
a hacer el
pesaje, mejor nos portamos
todos bien y
que esto funcione.
Yo no lo sabía entonces,
lo sé ahora,
pero no pensaba
permitir que nadie
quisiera hacer trampas,
eso sí que
lo pensaba, llenaba
mi mente, me
llenaba a mí.
¿Por qué entonces copiaba
en el Liceo?
Eran trampas también.
Era tan salame
que no era
capaz de ver
que no hay
diferencia. Triste, lo sé, procuren
no hacer ustedes
algo parecido, da
vergüenza cuando pasan los
años, ahora me
da, pero es más importante
que los jóvenes
me lean, porque
en este articulo
hay nombres y
apellidos, dos, pero
cualquiera de esa
época se acordara,
esto paso, no
es poesía ni
una crónica, ni
una enseñanza. Es
una historia, mi
historia y como
el Judo consiguió
hacerme mejorar, un
poco, y de
como esas personas:
ESTOL; ERLICH; PACIOS;
MELERA y Firpo,
mas todas las
que nombro porque
no me acuerdo,
MIRTO TERRA(Nos dejaba
su casa para
entrenar)JAUJA(Durante años me
llevo a casa
desviándose de su
ruta) bueno todos;
todos se dejaron
miles de horas
conmigo y con
otros tantos, consiguiendo
que seamos hombres
y mujeres de
bien. Algunos se
quedaron por el
camino, ley de vida. ¿Creen
que la cuota
paga lo que
están recibiendo? No,
solo será un
intercambio justo si
dan todo lo
que tienen, estudian,
tratan de tener
criterio, se esfuerzan
cada dia mas
por ser mejores
sobre el tatami
y en casa
y en los
estudios. Solo lo
conseguirán si ponen
ganas, yo ponía
mi alma, pero
estaba muy abajo,
era muy salame.
Todos ellos lo
veían: muy salame
pero le pone
el alma, dependerá
de el salvarse,
de su esfuerzo,
nosotros pondremos desafíos,
le mantendremos ocupado
y asumiendo responsabilidades, el
tiempo dirá, el
tiempo dirá.
Éxito en
el pesaje: adjudicado, lo
hará Rafa siempre.
Rafa lo hace,
hay discusiones y
movidas. Gente desconforme. Me
encara mi viejo,
hay un problema.
Soy muy estricto
pesando y las
quejas aumentan mucho.
Miro a mi
viejo fijamente, acá
hay trampa seguro,
esto huele mal.
¿El diciéndome que
permita fraudes? No
en mil años,
dos mil, tres
mil. El siempre
joroba con que
hay que respetar
los reglamentos, las
reglas y ser
honesto y justo;
el siempre me
dice que me
acuerde de que
soy competidor, que
trate a estos
como me gusta
que me traten
a mí. Le
digo que ni
un gramo o
que pese otro.
Ponen a otros
a pesar, ponen
tres árbitros, vuelvo
yo. Ni una
queja. Tenía quince
años, era muy
salame y me
atrevía a ser yo mismo
frente a mi
viejo. No es rebeldía, es
hacer lo que
te enseñaron que
debías hacer, el me enseño,
no haberlo hecho.
Por esas
fechas estaba con
los cronómetros, los
dos, general y
Osaekomi, en un
campeonato. En mi
tatami arbitraba Wellington
Rodríguez con otros
dos árbitros, tenía
un montón de
Danes, yo era
verde y muy
salame. Pues el
opinaba que yo
lo estaba haciendo
mal, le dije
que se fuera
a freír espárragos,
en la mesa
mandaba yo si
no le gustaba
que trajeran a
otro. Calladito siguió
arbitrando, cuando se
bajo vino y
a los gritos
me pregunto qué
cinturón era, decreto
que ahora era
blanco. La primera
vez, me degrado
cuatro más. Yo
era muy salame.
Si un cinturón
superior te quiere
imponer algo que
no está bien,
te tenes que
negar, no podes,
tenes que hacerlo.
Mamá y Papá
son excepciones, mandan
siempre, lo sé,
pero cuando tengas
hijos proba a
negociar o criarlos
a su libre
albedrio; entre tanto
obedéceles.
Como ven
yo era muy
salame aunque trataba
de hacer las
cosas bien en
Judo, no me
avivaba que Judo
es todo. Era
un salame feliz
y estaba en
el Campeonato Nacional,
faltaban las finales
y terminábamos. Yo
estaba felizmente deslumbrado
por Sandra, que tenía como
veintidós años y charlaba con
ella, primera vez
que hablaba con
una mujer de
veintidós que inexplicablemente no
se mandaba mudar.
Viene Mario Ogliaruso
a buscarme, los
árbitros se niegan
a arbitrar, necesito
que me ayudes,
me dice. Pero
Mario, no soy
arbitro, no tengo
ni idea de
arbitrar, voy a meter la pata seguro.
Rafa estoy solo,
subite, márcame dentro
o fuera, si ves algo
ilegal te paras,
si marco una
técnica y crees
que es más
o menos, vos
marcas lo que
creas que es,
esa es la
que valdrá, solo
vos y yo.
Sin Hantei. Lo
harás bien, vamos.
El esta de
traje yo de
salame, subimos, saludamos,
todos me miran,
todos, todos. Me
entra un miedo
que arranca en
los tobillos y
llena la cabeza,
voy a hacerlo
mal, ¿Cómo voy a
corregir a Mario?
Me siento tan
chiquito, tan inútil,
tan salame que
casi arranco a
llorar. Estaba regalado
y lo sabía.
Mire las gradas,
la gente y
los competidores, por
ahí estaban los
monstruos totales, sin
corbata, no arbitraban
pero buscaban un
lugar para ver
cómo me hundía
en la miseria.
Entonces Mario me
dice bajito: Dale
Firpo, haceme quedar
bien, quieren que
salga mal o
que vos la
rompas, sin término medio.
Sabes mas Judo
que muchos, llevas
un montón de
campeonatos compitiendo, cronometrando
o mirando. Sos
árbitro, empezas ahora,
ayúdame. ¿Qué la
rompa? ¿Yo sé
Judo? ¿Soy un
árbitro? Ayúdame, ayúdame,
ayúdame. Eso fue
lo que hice,
le ayude. Le
corregí, le lleve
la contraria, discutí
un agarre, arbitre.
Quince años muy
salame y vestido
como tal. Nos
dijeron alguna lindeza,
la ignoramos. Terminamos
y me dijo
que me agradecía
mucho la ayuda,
el próximo de
traje. Yo me
estoy yendo y
me dice: la rompiste.
Me fui lleno
de vergüenza, camino
a la salida
me palmearon un
montón de árbitros,
seguí avergonzado. Había
cometido varios errores,
seguro todos lo habían
visto y Mario.
Era un verdadero
salame.
Ahora yo
les miro a
los jóvenes y
soy capaz de
ver, como ellos
veían en mi.
Vos no podes
con quince años,
catorce o diecisiete,
ver dentro tuyo.
Todos tienen posibilidades
de dejar de ser salames,
todos tienen cualidades,
hasta un Rafa
Firpo de quince
años, el asunto
radica en querer,
en intentarlo, en
escuchar un poco
a los adultos.
El asunto es
entrenar fuerte, estudiar
fuerte, obedecer a
mamá con fuerza.
Hay que poner
ganas hasta pelando
una mandarina, quienes
te rodean lo verán
y dirán: crono,
arbitro, ese va
a ser mi novio. Verán
dentro de ti
lo que tú
no puede ver ni saber.
No te digo
que no seas
salame, tenes que
ser un tiempo
salame, un tiempo, lo
más corto posible.
¿Por qué? Porque en
fase salame perdes
el tiempo.
Me encantaría
aprender Judo, debe
ser genial. Quiero
que sepan que
he intentado estar
a la altura,
en serio, ahora
sin bromas, lo he intentado,
he seguido poniendo
el alma. Me
he dedicado a
ayudar a jóvenes
Judokas a encontrarse
y atesoro algún
ejemplo de un
caso complicado que
termino bien. Por
circunstancias mías, sigo
siendo muy salame,
no voy a
entrenar, pero como
la Vida es
el Dojo definitivo
y ese tatami
sí que lo
piso, mientras escribía
esto, con el Facebook
abierto, una mamá
me comenta que
el nene, salame
de larga duración,
que ya tiene
dieciocho y hace
cinco que dejo
el Judo esta
volviéndola loca, que
no sabe ya
que hacer, su
mensaje parpadea, lo
abro lo leo
y estaba con
ustedes y decidí
que lo contaría,
eso hago. Tranquila,
¿seguís teniendo el
mismo tel.? Sí,
me dice. La
llamo, ¿está el
nabo de tu
hijo ahí? Si. Pásamelo. Cuando
se pone le
digo: Tenemos que hablar.
Y empieza a
bobear, lo corto
seco y le
suelto: ¿Queres que
vaya a buscarte
o arreglamos un
lugar neutral, a
mi me da igual?
No, no, no,
Rafa, no dame
tiempo. Una semana
tenes, llámame o
voy a tu
casa y con
tu vieja ahí
te dejo bien
finito. Empiezo a
hablar de las
drogas… NO, no,
no vengas, te
llamo y nos
vemos. De acuerdo,
anda pensando que
me vas a
decir, no hay
tatami, como tenga
que darte una
paliza en la
calle vas a
lastimarte. No serias
capaz dice el
salame. Poneme a
prueba le digo
y cuelgo. Judo,
estoy haciendo Judo,
no llevo el
Judogui, eso es
irrelevante; pago una
deuda que jamás podre saldar
y no por
eso dejo de
hacerlo. Nadie se
equivoco conmigo y ¿contigo?
Podría no
hacer nada. No
solo voy a
involucrarme, voy a
conseguir que salga,
tiene madera, pero
poca voluntad y
le es más
fácil seguir a
los salames con
los que se
junta que tratar
de tomar la
iniciativa sobre su
vida. Soy un
atrevido, ustedes lo
saben bien, soy
un desastre en
muchas cosas pero
ustedes me dieron
una oportunidad, gracias,
de ser un
poquito mejor, un
poco menos salame;
eso no se
puede pagar, ¿o
sí? Bueno, si
les entendí bien y ayudo
a los jóvenes
a encontrar o
tener una oportunidad,
si les ayudo,
entonces me pareceré
a ustedes. Ninguno
de ustedes es
un salame, solo
el hecho de que me
les parezca me
eleva muy por
encima de mis
posibilidades.
Siempre espero
que ninguno se
sienta arrepentido o
defraudado de en
que me convertí.
Lo que se,
se los debo
a ustedes, ustedes
me enseñaron Judo,
no hay color,
ninguno, así me
lo hizo saber
un Sensei Japonés.
Pregunto de donde
venia, quienes eran
mis Senseis, me
comentaron que había
preguntado quien era
yo, el único
que le había
llamado la atención
y no fue
mi técnica, ni
mis caídas, ni
mi Japonés, no,
me puse con él
a hacer Randori
y volé como
una cometa. Se volvía
a casa le
regale un samurái
arrodillado y un
cinturón de Sensei.
Le lleve los
regalos, los abrió,
los miro y
me dijo: excelente
Judoka solo es
posible si tiene excelentes Senseis.
Estoy absolutamente de acuerdo.
Para cerrar:
Za rei, mi
frente toca el
suelo unos segundos
antes de subir.