Los dos
hermanos caminan hacia
el mar, llevan
unas cañas y
una lata con
lombrices. El mayor aparenta 13
años y el
menor 11; van
descalzos y de
bermudas; el pelo
largo les llega
a los hombros
y necesitaría mucho
peine. Los muchachones
les ven y
el aburrimiento que
les consume se
esfuma; que sean
cuatro y mayores
no les frena.
Rompen las cañas,
tiran al suelo
las lombrices entre
carcajadas e insultos.
El niño más
grande agarra y
sujeta al chico,
lo pone detrás
de sí, lo
protege de los
manotazos y alguna
patada; el chico
no entiende porque
les hacen eso,
el grande sabe
perfectamente porque: porque
pueden, porque quieren,
porque les dejan.
Cuando se van,
el chico intenta
recuperar la mayor
cantidad de lombrices
posible, el mayor
va a buscar
otra caña; juntos
se pierden en
el arenal, hacia
la barra.
La escena
se repite seguido,
como una película
rebobinada y vuelta
a pasar. Los
muchachotes se encelan
y la violencia
crece despiadada, como
siempre que es
ejercida contra quien
es más débil
o no puede
defenderse. El niño
mayor corta una
caña, una tacuara,
no muy gruesa,
la corta, desechando
lo más grueso.
Carga con ella
cada dia, porque
van cada dia
al mar a
pescar, solo cuando
llueve no bajan.
Los muchachotes
les ven y
se vienen arriba,
les recibe una
lluvia de tacuarazos
que, duelen como
mil demonios, la
cara, la espalda,
las nalgas, las piernas
son castigadas duramente,
el niño se
ensaña, el chico
mira con ojos
como platos a
su hermano mayor
cobrarse con creces
los golpes. Les
deja llorando amargamente,
los mira despectivo,
con asco, no
valen nada. El
menor mira la
espalda del mayor,
lo que acaba
de hacer parece
imposible, eran cuatro,
mas grandes y
no le importo,
los venció con
facilidad, ¿por qué,
espero tanto para
hacerlo? Casi nunca
entiende las razones
de su hermano.
Esa noche hay
hogueras en la
playa, se forman
parejas que se pierden en
la noche, entre
las dunas, nadie
ve a la
sombra que, roba
ropa, llevándose llaves
y documentos; nadie
ve a la
sombra que, arrambla
con todas las
toallas de la
hoguera. Nadie le
ve irse y
tirar todo a
la basura, lejos.
Cuando las parejas
quieren vestirse, hace
frio, entran en
pánico: faltan bikinis enteros,
partes de arriba,
las toallas desaparecieron, el
abrigo, las llaves
de las casas
y los coches,
los documentos. Hay
chicas en cueros,
en tetas, chicos
en bolas, alguno
solo tiene el
short; empiezan los
llantos, alguna chicas
han mentido a
sus padres, las
van a descubrir;
los guachos que,
están con chicas
menores, bueno, tiemblan.
Así no pueden
irse, vaya jugarreta
más rastrera. Amanece
y al poco
empiezan a llegar
padres buscando a sus hijas,
descubrirlas semidesnudas o
simplemente desnudas solo
provoca la furia
de los padres,
hay algún cachetazo,
muchos insultos y
lagrimas a destajo.
Sobre la duna
dos niños observan
el espectáculo, el
mayor con regocijo,
el chico sin
entender nada.
Fernanda fue
de las que
se quedo desnuda,
su padre hace
dos semanas que
no le habla,
le pego una
paliza, todavía le
duelen las nalgas
y la insulto:
muy puta. Su
madre intenta mediar
infructuosamente; Fernanda tiene
prohibido salir hasta
que, cumpla 18
años y eso
será porque ahí
podrá irse, su
padre no quiere
una hija puta
en casa. Tiene
16 recién estrenados,
dos años de
condena. Como para
decirle que iba
a debutar con
14, me mata,
Troglodita. Ella sabe
quien fue: el niño
de la barra.
Es el único
capaz de hacer
eso, solo él,
tiene razones, pero
ellas nunca le
hicieron nada, ella
nunca le hizo
nada. Se escapa,
quiere hablar con
ese pendejo de mierda.
Decidida camina hasta
la casa donde
vive, golpea las
manos pero no
sale nadie, sentada
espera. Horas más
tarde los ve
venir, traen dos
pescados grandes, hermosos.
El chico entra
y el mayor
la mira, fijamente,
obligándola a pararse, toda
su furia se
licua ante esos
ojos, él la
invita a pasar
y ella le
sigue adentro.
Fernanda lo
ve trocear al
pescado y meterlo
en una olla,
con papas y
zanahorias. El niño
le dice que
su madre trabaja
toda la semana
fuera y viene
los fines de
semana, pero que,
no siempre es
así, puede darse
que este un
mes afuera, sin
venir. Funcionan solos,
pescan para comer
y venden algo
de pescado para
conseguir con que,
comprar lo que
necesiten. Serio le
pide disculpas por
haberla metido de
lleno en un lio
con
sus padres, pero
esos tarados eran
muy molestos, espera
que ahora se
cuiden mucho de
jorobarle, así como
ella supo quien
lo había echo,
ellos también lo
descubrirán. Le regala
el pescado que
no cocino, llévaselo
a tu mamá,
seguro hace algo
rico. Ella sale
de la casa
muy afectada, ha
olvidado su furia,
sus problemas, tienen
13 y 11
años y viven
solos. Cuando su
padre amaga a
echarle otra bronca,
le dice fría
que se siente.
-Papa, puta
es la que
cobra de alguna
manera, por abrir
las piernas. Yo
nunca hice eso,
desde los catorce
lo hago o
por amor o
porque me chifla
un chico y
quiero hacerlo. No
pude hablar con
mamá porque te
lo diría y habrías
reaccionado como un
verdadero imbécil, como
ahora. Me importa
poco lo que
pienses o creas,
estoy dejando de
ser una niña
y estoy muy,
pero muy lejos
de ser una
puta. Me voy
a mi cuarto
porque no tengo
un padre, tengo
un dictador que
solo se preocupa
por lo que
dirán, nunca por
lo que su
hija piensa, siente
o necesita. ¿Me
quedo y me
das otra paliza
o puedo ir
a mi cuarto?-
-Anda.- La
ve irse y
no sabe qué
hacer, ¿Cómo se
cría una hija?
¿Cómo demonios? Y
sabe que es de las
buenas, estudia, ayuda
a la madre,
no cree que
consuma drogas, no
fuma, pero se
hace mujer y
eso no sabe
manejarlo.
Fernanda se
ducha, se peina
tranquila en el
cuarto, mañana se
lo corta, le
gusta largo a
su padre, mañana
bien corto. Su
cabeza viaja a
la casa de los niños
y los imagina
solos, esperando a
una madre que,
no vendrá. Yendo
a pescar cada
dia para comer,
esos pescados son
buenos, frescos y
grandes, ella puede
hablar con la
madre de las
amigas y estas
comprarle el pescado
a los niños,
tendrán más dinero.
No duerme pensando
en que no
aparentan estar estudiando,
hay que vigilar
las vacunas, llevarles
al dentista, asegurarse
de que comen
una dieta balanceada,
facilitarles ropa de
abrigo para el
invierno y calzado.
A las tres
de la mañana
se levanta y
confecciona una lista,
la salida del
sol la descubre
sentada pensando en
dos niños que
están solos, no
se da cuenta
de que esa
noche dejo de
ser una niña
y no solo
paso a ser
mujer, también se
hizo madre.
A media
mañana recorrió la
casa de sus
amigas, hablo con
las madres y
les explico lo
del pescado fresco
y de buena
calidad; también les
pidió que le
juntaran la ropa
que sus hijos
no fueran a
usar mas. En
la Policlínica averiguo
que vacunaban por la mañana
y que Odontología
atendía por las
tardes. Para el
Liceo había que,
esperar que abrieran
las inscripciones pero
no perdió el
tiempo y hablo
con una profesora
en quien confiaba,
esta conocía el
caso de los
hermanos, se ocuparía
de asegurarles un
lugar para cursar
sus respectivos cursos. En
la peluquería pidió
que le cortaran
el pelo bien
corto, si no
fuera por el pecho seria
confundida con un
chico. Fernanda les
espero sentada a
la sombra y
les explico la
situación, cuando llegaron.
Pidió permiso al
mayor para limpiar
la casa y
una vez obtenido
recurrió a las
amigas, entre todas
dejaron la casa
impecable.
Unas semanas
más tarde apareció
la madre cargada de
regalos, Fernanda pensó
que si su
padre la viera
sabría la diferencia
que, había entre
una puta y
su hija. La
mujer paso el
fin de semana
durmiendo y volvió
a desaparecer. Fernanda
creyó ver comprensión
en los ojos
del mayor pero
no lo creía
posible, era muy
chico todavía para
entender a que
se dedicaba su
madre, el chico
seguro no se
percata de nada.
Se daba cuenta
del cambio que,
se había producido
en ella, se
sentía responsable de
esos hermanos y
pasaba el dia
entero preocupada por
ellos. Seguía teniendo
prohibido salir de
noche, pero del
día nadie había
dicho nada; no
le importaba ni
afectaba, en la
casa de los
hermanos leía, limpiaba o
si no, se
iba con ellos
a la playa
y aprendía a
pescar.
Consiguió que
los hermanos fueran
a estudiar, se
aplico en ayudarles
resintiendo bastante su
rendimiento provocando mas
roces con su
padre. Un esfuerzo
sobrehumano la llevo
a subir las
notas, dormía tres
horas, casi no
comía, estaba flaca
y demacrada, se
encaminaba al desastre.
El niño
más grande veía
el deterioro de
Fernanda y tomo
cartas en el
asunto. La obligaba
a comer y
a acostarse a
dormir, ellos estudiaban
solos, mientras le
velaban el sueño.
Robaban fruta a
la vecindad y
hacían compotas para
ella; nunca se
afano tanto para
conseguir que el
pescado quedara rico,
a ella le
gustaba asado, no
dejo de asar
pescado hasta que
la vio con
color en los
cachetes, más animada.
Fernanda tuvo que
asumir que el
niño tenía razón,
adopto la rutina
de estar con
ellos y estudiar
ella, sus propios
apuntes. O dormir
en el sofá
donde invariablemente despertaba
tapada y con
dos niños silenciosos
estudiando.
Pescar mas
y vender lo
conseguido les proporcionaba
suficiente dinero para
los gastos, no
sobraba pero tampoco
faltaba. En invierno era
más difícil, pasaban
frio, había menos
peces y tenían
menos tiempo para
dedicarle a las
cañas; lo que
no les frenaba
en absoluto. La
ropa heredada, conseguida
por Fernanda les
vino barbará; en
el Liceo sobrevivían,
tenían mala base
y se notaba.
La madre
desapareció definitivamente, no
volvió a saberse
de ella. Como
en casa las cosas
empeoraban con su
padre, Fernanda se
mudo a vivir
con los hermanos.
Su madre la
ayudaba a escondidas,
fue una etapa
muy dura, nunca
le había faltado
nada, ahora vivía
con lo imprescindible. La
gente la observaba
con respeto, apenas
una niña y
mírala, haciéndose cargo
de esos dos
hermanos. Cuando su
padre decide que
debe volver y
se planta en
la casa de
los hermanos, quien
le recibe no
es su hija,
es una mujer
joven, demacrada, pero
no su Fernanda.
No puede ser
su Fernanda. Y sin embargo
es Fernanda. Se
vuelve solo.
Los tres
consiguen salir adelante,
a los ponchazos,
con mas tropiezos
que otra cosa,
a base de
determinación, de puro
porfiados. Los hermanos
son cuidados por
Fernanda y esta
por los hermanos,
conforman una extraña
familia, les unen
lazos más fuertes
que, los de
la sangre, lazos
de Vida. Fernanda
conoce a un
chico en el
Liceo que le
gusta, salen un
par de veces
y se ponen
de novios. Los
hermanos lo aceptan
y se acostumbran
a verle seguido;
una noche Fernanda
regresa llorando, no
puede evitar que
los hermanos le
vean la cara
marcada por un
golpe. El mayor
le pone un
tomate en el
ojo, la acaricia,
calmándola; espera hasta
acostarla y verla
dormida para salir,
no duerme velando
la casa de
donde saldrá el
maltratador, cuando aparece,
no espera que
le caiga encima
una lluvia de
varazos; queda en
el suelo dolorido,
le parece que
le paso una
apisonadora por encima.
Su verdugo no
dijo palabra, sobran,
ha entendido el
mensaje: olvídate de
Fernanda.
Fernanda los
mira, están grandes,
parecen fuertes y
sanos. Ha pasado
el tiempo, tres
largos años, eternos.
Sonríe al pensar
como cambio su
vida, de haberlo
sabido igual no
encaraba, ahora no
cambia nada, nada.
Se acaricia el
pelo, se lo
está dejando largo
porque los hermanos
le han dicho
que ellos se
cortan el pelo,
si ella deja
crecer el suyo.
Ya se lo han cortado,
han quedado guapos,
parecen adolescentes, no
salvajes. Esta noche
traerá a un
novio que acaba
de conseguir, está
nerviosa, necesita que
los hermanos lo
acepten, en caso
de no hacerlo
sabe que, lo
dejara en nada. La
noche transcurre con
suavidad, Germán conecta
con los hermanos
muy rápido, sin
esforzarse, con facilidad.
Fernanda se
ve desbordada por Germán, este
le da dinero
para que no
pasen estrecheces, la
deja respirar, quiere
que siga estudiando,
siempre le da
espacio sin problemas.
Para Germán hay
una cosa clara:
esa es la
mujer, Fernanda es
la mujer que,
quiere como compañera.
No piensa apurarla
para nada, hay
que dejar que
ella también lo
sienta.
Cuando Germán ve
la calidad del
pescado de los
hermanos, sabe que
tendría una salida
muy buena en
ciertos restaurantes a
muy buen precio,
se lo comenta
a Fernanda, entre
los dos lo
organizan y empiezan
a venderle a
los restaurantes. Fernanda
entiende que no
es necesario que
le dé más dinero
y Germán le
dice que guarde
el dinero. Los
hermanos dejan de
estudiar contra el
criterio de Fernanda,
ella sigue convencida
de que era
el camino. Pescan
más que nunca,
dado que, tiene
salida todo lo
que consiguieran pescar.
Un día
Fernanda se da
cuenta de que
quiere casarse con Germán y
este que lo
esperaba desde hace
años, le pide
matrimonio. Fijan la
fecha con mucho
tiempo de antelación.
Los preparativos van
bien de bien, Germán y
los hermanos preparan
la sorpresa definitiva.
Si no la
matan ese día,
nunca nada la
matara. Fernanda está
nerviosa, faltan veinte
días para su
casamiento, espera que
no llueva, que
todo salga bien;
sus amigas serán
las madrinas, su
padre sigue ofendido
así que la
entregara un tío. Su madre
la ayuda con
todo.
El día
señalado Fernanda esta
histérica perdida. Le
ponen el vestido,
le retocan el
peinado y salen
para la iglesia.
Germán espera a
su novia, está
contento y alegre,
hoy empieza una
familia, su mujer
trae dos hijos,
criados casi, pero
ahí están. Saluda
a la gente,
a los amigos,
a las amigas,
ve a Juana
medio escondida y
le hace seña
de que se
acerque, se abrazan,
su historia de
amor termino, pero
se divirtieron creciendo
juntos, la invito
y vino, le
alegra. Su suegra
se retuerce las
manos, su suegro
no da señales
de vida.
Fernanda llega
y ve a
Germán esperándola, esta
guapo; ve a
su tío embutido
en un traje,
incomodo, a sus
amigas, a su
mamá, a la
gente, no ve
a los hermanos.
Sube los escalones
buscándoles, nada, no
están; siente un
malestar enorme, se
muere si no
vienen, ¡se muere!
-No entro,
sin ellos, no
entro.-
-Vamos Fer,
vamos, están todos
esperando.-
-No me
caso sin ellos,
búscalos.-
-¿Dónde los
busco?-
Fernanda mira
las caras, les
busca delante de
la iglesia, no
imagina que estaban
dentro, agazapados esperándola.
Salen y se
paran justo detrás
de ella que,
de tanta lagrima
ya no ve
nada. ¿Dónde se
metieron, donde están?
¿Dónde?
Siente que la
agarran de cada
brazo, ¡son ellos!
Impecablemente vestidos, se han
cortado el pelo
y todo, tienen
unas fachas barbarás,
están divinos. Entran
los tres a
la Iglesia, la
llevan uno de
cada brazo, el
tío entiende que
sean ellos quienes
la lleven al
altar. Los invitados
ven a los
tres, esos dos
le sacan una
cabeza y no
muchos saben quiénes
son, la novia
exuda felicidad. Antes
de llegar al
altar , a
metros, los tres
se abrazan, la
novia desaparece casi,
bajo el abrazo
de esos dos;
nadie los escucha
darle las gracias,
la hacen llorar
más todavía, la
hacen sentir especial.
La entregan y
se quedan parados
firmes, serios, son
sin duda dos
hijos entregando a
su mamá, al
novio, para que
los casen.
En vos
baja, por toda
la iglesia se
escuchan rumores, hay
mucha gente que
no sabe quienes
son esos dos
hombres pero han
visto como flanqueaban
a Fernanda y
el orgullo de
esta caminando en
medio, cualquiera diría
que eran los
hijos pero no
puede ser, Fernanda
no tiene hijos
y además son
muy grandes para
ser hijos de
ella. Los que
están en el
ajo piensan que
si, que son
sus hijos, ellos
así lo sienten,
ella así lo
siente, en verdad
todos los que
sabemos la historia
así lo sentimos.