Las olas
llegaban, con buen
ritmo, haciendo las
delicias de Lobo
y su banda, los
surfistas locatarios, por
así decirlo, derecho
ganado tras años
de ser los
primeros, en adueñarse
de las aguas
y los últimos
en dejarlas, cuando,
el frio se
instala, en el
agua y ni
el traje te
deja disfrutar. Por
detrás, tres cachorros
intentan captar, la
mirada de las
jovencitas que, solo
tienen ojos, para
Lobo. Se la
están jugando, la
correntada es fuerte
y tira contra
las rocas, de
un afloramiento que,
rompe la línea
de playa, unos
cuatrocientos metros, totalmente
fuera de lugar.
Desde esa atalaya,
un poco más
alta que, las
dunas circundantes, muchos
miran, las evoluciones,
de los surfistas,
abajo. Comentan aspectos
técnicos, los entendidos
y cualquier barbaridad,
la mayoría de
espectadores.
En la
playa, se juega
un partido de mujeres. Varias
jugadoras la mueven
lindo y una
destaca, sobre las
demás: Verónica o Loba,
novia de Lobo.
Cuando llego, a
la playa hace
5 años, con
su familia, descubrió
a, Lobo, en
el agua, lo
miro horas y
decidió que, conseguiría
que, él, la
mirase. Convenció al
padre, de que,
le comprara una
tabla. Hablo con
viejos pescadores que,
le enseñan todo,
de las corrientes
y el viento,
tenía 13 años
y la determinación
de un guerrero,
por ejemplo: Atila.
Durante cuatro veranos,
paso más tiempo,
en el agua
que, en tierra
firme. Si las
olas escaseaban, nadaba
y en invierno,
iba a la
piscina, para mantenerse
en buen estado
físico. Fue un
trabajo de largo
aliento, con 13
años no tenía
nada que, hacer,
pero pasarían los
años y tendría
su oportunidad. Atila
no habría dudado,
la niña tampoco.
A mediados
del cuarto verano,
era la primera
en meterse, y
nadie le molestaba,
podía disfrutar a
sus anchas. Cuando
Lobo y los
suyos se metían,
ella se cambiaba,
a un costado
o más, cerca
de la playa
sin que, le
dijeran nada y
cuando era imposible
disfrutar, por tanta
tabla evolucionando por
ahí, salía y
jugaba al futbol.
Una mañana muy
temprano, disfruta de
las olas sola,
hasta que, llega
Lobo con los
demás, se deja
llevar por una
ola alejándose pero
Lobo la llama
y le dice
que, puede quedarse.
Así pasa a
ser parte de
la banda, totalmente
integrada, para envidia
de muchas féminas
que, querrían estrangularla.
Sigue siendo
la primera en
llegar y Lobo
empieza a aparecer
solo, antes que,
los demás. El
agua empieza a
estar fría y
las corrientes van
cambiando, se termina
el verano y
con este, el
surf. Aprovechan al
máximo las olas
y en un descuido, Lobo
se ve empujado
hacia las rocas,
le ha pasado
antes y sabe
que, o se
suelta de la
tabla o terminara
golpeándose contra las
rocas; además desde
donde esta, le
costara salir a
nado. Pero lastimado
y desde las
rocas, será infinitamente
peor. Sin pudor,
libera su tobillo
derecho y suelta
su tabla, condenándola
sin remedio y
se pone a
nadar, contra la
corriente. Es fuerte
y quiere aplastarlo
contra el fondo
o darlo contra
las rocas, pasan
varios minutos y
no consigue zafarse,
se nota cansado,
sigue luchando infructuosamente.
Verónica lo
mira pelear contra
la corriente, nota
como se cansa,
no lo va
a conseguir, solo
esta ella en
el agua, si
alguien lo va
a sacar, tendrá
que, ser ella.
Atila, no duda,
ni un segundo,
la primer ola
que, llega, la
lleva en volandas,
corta la cresta
como un bisturí
y cuando Lobo
saca la cabeza
boqueando, desesperado en
busca de aire,
la tiene ahí.
Se agarra a
la tabla y
la ve señalarle
la playa que,
empieza, donde terminan,
las rocas, es
una locura pero
seria a favor
de la corriente
y él, ya
no está para
esfuerzos. Asiente y
los dos patalean
agarrados a la
tabla de Verónica,
usan la correntada
y consiguen situarse
razonablemente bien, para
esquivar las rocas.
Cuando la ve
soltarse, se quiere
morir, le engancha
la tabla a
él, en la
muñeca izquierda, le
da un beso
fugaz y la
muy inconsciente se
manada, sola, en
el agua, Lobo
no sabe ni
recuerda, cómo, consigue
encadenar olas y
seguirla, aferrado a
la tabla, si
sabe que, lloraba.
Esa mañana
Verónica consiguió ser la novia
de Lobo y
su apodo: Loba.
No por ser
la pareja de
Lobo, no, porque,
es una Loba
de Mar, Lobo
dixit. Nadie sabe
que, hizo, todos
saben que, Lobo
dice que, le
salvo la vida.
Sobra cualquier otra
cosa. Basta ver
el dibujo en
la tabla de
Loba, hecho por
Lobo, para entender
que, la admira
de verdad. Se
hace querer por
todos, esas ganas,
esa determinación, la
han hecho mejorar
una barbaridad y
la ausencia absoluta
de poses y
su cercanía ayudan
mucho. Termina el
verano y el
Surf pero siguen
con su relación,
se ven, menos,
pero se ven. El
invierno es largo
y aburrido, se
hace eterno sin
poder meterse al
agua.
Loba inaugura
la temporada incluso
antes que, Lobo,
ganándose una cistitis
de yegua y
la amonestación de
la madre, harta
ya de tanta
agua, infecciones, resfríos,
otitis y un
novio absolutamente inadecuado
o eso le
parece. Este año
hay mucho cachorro,
mas que, otros
años, queriendo impresionar
a las jovencitas
y despreciando o
desconociendo los peligros
y corriendo verdadero
peligro.
Ahora mismo,
tres, se están
arriesgando,
inconscientemente. Ya les
dijeron que, salieran,
el agua no
estaba, para novatos,
pero no hacen
caso, ningún caso.
Durante un rato
no pasa nada
y de golpe
una ola enorme
llega, la agarran
los tres y
cuando quieren acordar,
están sobre las
rocas, las tablas
rotas y uno,
mal herido, en
una pierna. Los
testigos gritan, la
playa se ve
alterada, algunos corren
a ver que, pasa. Loba
de un vistazo
sabe que, pasa,
ve a Lobo y dos
más, yendo al
rescate, a jugársela
por tres tarados
que, no saben
escuchar, hacer caso
ni tener criterio.
Si no son
capaces de sobre
pasar la rompiente
y alejarse un
poco de las
rocas, Lobo y
los chicos poco
podrán hacer, para
sacarlos.
Atila no
duda, se despoja
del bikini y
se enfunda la
malla, agarra un
salvavidas de rescate
y corre hacia
el agua, donde
se zambulle con
determinación. Dos de
los cachorros han
conseguido llegar hasta
donde les esperan
los muchachos, el
tercero esta herido
y flojea, no
va a conseguirlo.
Lobo la ve
dando brazadas como
una máquina, avanza
rápido, decidida y
acepta dejarla, ella
saldrá seguro y
si puede, lo
sacara al herido;
él, y los
chicos tienen dos
tarados que, llevar
a la playa.
Desde arriba, la
gente grita, chilla,
se agarra los
pelos, uno de
los jovencitos va
a morir. Alguien
ve a una
nadadora surcando el
agua, más gente
le ve y
se hace silencio.
Todos piensan que,
es una locura,
todos admiran a
esa nadadora que,
despreciando a las
afiladas rocas, se acerca al
herido que, pierde
fuerzas rápidamente. Un
testigo con criterio,
busca ayuda, el
herido necesitara atención
medica y puede
que, necesite puntos,
corre hasta el
puesto de socorro
más próximo, mas
de 5 kilómetros.
La nadadora
llega hasta el
herido que, se
ha entregado, verla
luchar, cabezona, contra
el agua, manteniendo
al herido lejos
de las rocas,
hace llorar a
muchos. Es muy
joven, ¡Diablos! ¿Cómo
es posible que,
nade de esa manera que,
no se canse?
Nadie entiende cómo
demonios consigue enganchar
la resaca de
una ola que,
la aleja milagrosamente de las rocas
ni que, instinto
le dice que,
agarre la siguiente
ola y se
deje llevar por
la misma, pasar
lamiendo las rocas
y quedar frente
a la playa;
todavía le queda
para llegar al
banco y la
corriente, aun tira
hacia adentro, pero
Lobo y los
chicos, llegan para
ayudarla. Un aplauso
y gritos, se
dejan oír, cuando
todos pisan la
arena.
Lobo y
Loba se abrazan,
después Loba, abraza
a los otros
dos y como
llega la ayuda,
para el herido,
los cuatro caminan
hacia donde tienen
sus cosas. Hace
un ratito dos
amigos de toda
la vida de
Lobo entendieron, porque,
Verónica, Loba, es
tan adecuada, tan
buena compañera para
él, tan buena
novia, amen de
ser, flor de
mina. Es una
versión exacta del
amigo, del Lobo
en mujer; van
con una sonrisa
idiota en la
cara, ahora saben
que, podrán contarle
cualquier día de
estos, como se
gano su novio
el apodo de
Lobo y de
solo pensarlo, los
dos sonríen todavía
más, porque, seguro
que, cuando se
lo cuenten, se
va a querer morir,
es imposible que,
ella pueda imaginarse
nada parecido.
Se les
hiela la sonrisa,
cuando Loba se
gira, les sonríe
y les guiña
un ojo, dejándoles
asombrados, asustados y
mudos. ¿Lo sabe,
como? ¡Es imposible!