En un pueblito,
chiquito, de Soriano:
Cañada Nieto, se
está arreglando la
carretera, para el
lado de Palo
Solo. Los obreros,
llevan casi, dos
meses, en la
zona. La maquinaria
molesta un poco,
pero nadie se
queja, el estado
de la carretera
era deplorable y
la están dejando
perfecta; cualquier molestia
es aceptada con
resignación. Incluso algún
pequeño robo, de
alguna gallina o
un conejo, son
perdonados y la
suciedad derivada de
mover asfalto y alquitrán, también.
Cuando terminan y se van,
la tranquilidad vuelve
al pueblito y
la rutina retoma
las riendas.
En una casa,
falta un perro,
un cachorrote de
un año que,
al faltar, hace
infeliz, a un
niño. Lo busca
gritando su nombre
por todos lados: ¡Brutoooooooooooooooo! ¡Brutooooooooooooooooooooo! Incansable.
Desde sus siete
años se le
antoja inadmisible que,
su amigo, le
abandonara, le paso
algo, está convencido;
no se fue, le
ha pasado algo. El cachorro
era un mestizo
que, se veía,
sería enorme de
adulto, pura pata.
No había mas
cachorros en ese
momento pero se
podía pedir uno
y cuando una
perra pariera, traerlo
a casa, ofreció
el Gringo, padre
del niño, tratando
de aliviarle un
poco la perdida.
La propuesta fue
rechazada de plano
por su hijo,
quería a Bruto
y no a
otro perro. Bruto no
volvió a dejarse
ver, pero el
niño no le
olvido porque sabía
que, no se
había ido.
Pasan cuatro años
y el niño
vuelve a casa,
desde la escuela,
con unos compañeros.
Caminan en bandada,
los niños delante
armando barullo, las
niñas detrás, comedidas,
comportándose como señoritas.
Pasan junto al
obrador y campamento,
levantado hace dos
días, por los
obreros que, emparchan
la carretera. Junto
a una casa
rodante, un perrazo
enorme, flaco, lleno
de mataduras y
garrapatas se sacude
la modorra haciendo
rechinar la cadena
que, después de
rodearle el cuello,
se abraza a
una estaca soldada
a un costado
de la caravana.
Ha escuchado una
vos de niño
que, reverbera en
su cerebro y
cuando hace la conexión, se
le eriza el
lomo, gruñe sordamente
y pega un
salto que, la
cadena corta, abruptamente.
Sin solución de
continuidad sigue dando
saltos que, la
cadena aborta. El
cuello se despelleja,
la sangre le
mancha el pecho,
el suelo y
la cadena. Nada
para al perro
que, sigue intentándolo
hasta que, la
cadena cede y
el salto, se
convierte en carrera.
Los testigos ven
aparecer, a un
perro lleno de
sangre, corriendo con la
lengua afuera, a
un costado del
hocico, es enorme
y parece rabioso.
Gritos de aviso,
carreras a buscar
escopetas y revólveres;
enorme revuelo, un
perro rabioso debe
ser eliminado, lo
más rápidamente posible.
A todo esto
el perro entro
al pueblo, sin
aminorar la carrera,
sabe exactamente adonde
va, cuando llega,
clava las patas
y ladra, llamando
al amigo.
El niño está
sentado a la
mesa, escucha un
ladrido insistente y
sale a ver
que, pasa. En
el umbral de
la puerta observa
al perrazo lleno
de sangre que,
menea el rabo
y gime muy
contento. Un chispazo
en el cerebro,
le dice que,
es Bruto. Camina
confiado y le
abraza, segundos después
ruedan por la
tierra, en un
abrazo de patas
y brazos. Los
vecinos llegan dispuestos
a matar al
perro rabioso que,
ataca a Martin.
Mas gritos, mas
revuelo y Martin
que, se interpone
entre los hombres
y sus armas
y el perro.
Varios minutos de confusión
desembocan en Martin
llorando, arrodillado, acariciando
a Bruto que,
se deja hacer,
mientras los hombres
deliberan indecisos.
Ruth conoce a
John, su marido
desde que, eran
bebes. Les sacaron
los pañales a
la vez, eso
ayuda a conocer
a alguien. El
Gringo, como se le
conoce, es enorme
y muy tranquilo
pero cuando arranca
enojado, pocas cosas
lo paran. Que
maltraten a un
animal lo descompone
y le revienta,
agarrara un palo
y buscara al
culpable. Ruth se
escabulle entre tanto
alboroto y habla
con las mujeres
de la parentela,
cuando el Gringo
agarra el palo
y arranca a
buscar al malnacido
que, había robado
y maltratado a
Bruto, baja por
la calle y
se topa al
mujererio de frente,
sin saber cómo,
se ve con
una beba de
días en los
brazos, una sobrina
le saca el
palo de las
manos, justo antes,
de recibirla, a
un costado Ruth
sonríe ladina, las
mujeres tienen que,
ser estrategas consumadas
e ir delante
de sus hombres;
su marido se
amansa con un
bebe en brazos,
entonces ella le
pone una beba
y conjura el
enojo, fácil.
El Gringo no
va, pero si
los demás hombres
que, exigen que,
el responsable desaparezca,
del pueblo, inmediatamente. Bruto
está mal herido,
el veterinario le
cose las heridas
del cuello, dejan
todo lo demás,
para más, adelante.
Mimos y caricias,
mucha comida y
estar panza arriba
o jugando con
Martin lo hacen
recuperarse
espectacularmente. Sin garrapatas
ni pulgas, esquilado
para que, le crezca
pelo nuevo y
casi cerradas, las
heridas del cuello,
Bruto se siente
perro, por primera
vez. Echado a
la sombra, sueña
con perritas mimosas,
bajo la atenta
mirada de su
amigo.
Compartirán
muchas aventuras y
serán inseparables. Morirá
de viejo, acunado
por los brazos
de su amigo,
antes de apagarse, recordó
como peleo contra
la cadena, el
dolor que, supuso
hacerlo……nunca se ha
arrepentido y con
eso, se va.