Hay cosas
que, te vienen
impuestas, otras las elegís. De
las primeras difícilmente te
libres alguna vez,
aunque el transcurso
del tiempo, te
va librando del
lastre que, presuponen.
Un porcentaje nada
desdeñable, te acompañara
siempre, como sin
ninguna duda es,
toda la carga genética. Todavía
se discute la
incidencia de esta,
en correlación con
el Medio Ambiente
y siguen sin
ponerse de acuerdo,
ni creo que,
por ahora lo
hagan. Y claro,
la Familia, viene
impuesta. Hay variaciones
y excepciones en
las que, no
entrare.
De las
segundas, las que, elegís, en
tu teórico libre
albedrio; resulta fácil y
conveniente, olvidarlas así,
como en su
día, las incorporaste
a tu vida,
si es necesario.
Yo lo veo así, es
mi manera.
En mi
caso, yo actuó
de igual manera,
con cuestiones que,
me han venido
impuestas. Para mí,
los lazos familiares
y de sangre,
no son superiores
a nada, cuando
un familiar se
desmarca haciendo algo
que, es a
todas luces, una
barbaridad. Aunque sea
para mí una
barbaridad, vamos a
puntualizarlo o voy
a puntualizarlo, y
no le parezca
así a los
testigos. Si a
un extraño le caeré con
todo, a un
familiar, lo hare más duramente
todavía. No recuerdo
desde cuando es así o
cuando empezó. Yo
soy así.
Conmigo siempre
ha sido muy fácil, cada día se
pone más difícil,
tengo menos paciencia,
con determinadas personas
e incluso he
declarado muertas a
varias. Puedo entender
muchas cosas, puedo
aceptar algunas y jamás,
pasare
por alto, determinadas
cosas. Y cuando
alguien se hace
merecedor de ser
considerado muerto, no
es reversible: está
muerto lisa y
llanamente.
Me he
equivocado, eligiendo a
ciertas personas, de
mi entorno. Me
he equivocado en
ciertas decisiones, algunas
importantes, que, tome
en mi vida,
respecto a mi
vida. Me he
equivocado en otras
cosas, montón y
supongo que, me
equivocare, más veces.
No me equivoque
al declarar a
ciertas personas muertas.
Se lo ganaron
a pulso, actuando
muy flojitamente, y
hagan lo que,
hagan, ahora es
tarde. Es tarde
para mi, nunca
lo será para
hacer lo correcto.
Ni las respeto,
ni las quiero,
ni las admiro,
ni por supuesto,
les rindo honores
póstumos. Son cadáveres, pudriéndose en
el olvido. No
me preocupa lo mas mínimo
lo que, digan
o hagan, siguen
vivas si bien para mí no
lo están, en absoluto. Hace
muchos años entendí que,
en ciertas cosas
estaba solo, completamente
solo y asumí
cualquier precio a
pagar por defenderlas
y sostenerlas; precio
que, pago y
pagare gustoso. Por
muy loco que,
parezca, por muy
solo que, este,
lo mantengo. Hay
un Juez implacable: el tiempo.
Dejémosle trabajar y
poner, a cada
quien, en su
lugar.
Se trata
de hacer lo
que, corresponde, lo
que, Éticamente es necesario. El cómo hacerlo,
ya es otra cuestión, en
la que, no
entro. Y con
eso no se
puede andar titubeando.
Pero claro, esa es mi
particular visión que,
no concuerda en nada, aparentemente
con absolutamente nadie.
¿Dónde estudie yo?
¿Y cómo me
atrevo a decirlo?
Nunca supe
ser livianito y
puede que, tampoco
quisiera, eso no
importa, si es
importante que, mantengo
la coherencia, década tras
década, convencido de
que, defiendo algo
que, merece ser
defendido y en
el proceso, pagar
cualquier precio, incluso,
claro: muertos.