Lo ha
pensado mucho, le
ha dado vueltas
y la única salida
que existe es
hablar con el
Negro; no le
gusta hacerlo ni
deberle nada, el
muy hijo de
puta nunca te
cobra pero eso
es lo de
menos. No
son exactamente amigos,
mismo barrio, mismas
calles, misma playa,
muchos futbol juntos
o enfrentados y
alguna pelea entre
ellos y otras
contra otros. Parado
en el camino
de la casa
del Negro duda, todavía
puede
irse, buscar otra solución
pero
dos ojos bien
negros le tienen
encandilado. Golpea las
manos y le
dicen que esta
pescando, en el
lago. Camina entre
los pinos, oliendo
el perfume que
desprende la naturaleza
y vichando algún pájaro
que
se deja ver. Lo ve
encorvado, a la
sombra, con un
hilo en la
mano, paciente, desconectado
de todo, disfrutando
de la paz de
estar
solo. Siente una
envidia enorme de
ese pendejo de
15 años que
tiene más sabiduría en
sus talones que
él y muchos
más. Además es
Brujo y Mago,
nadie como él
para engatusar padres
y madres, nadie
en el Universo.
-Negro.- Lo
ve girarse para
mirarle, disgustado.
-Seba, te
perdiste, la calle
queda recto, a
mi derecha, menos
de 700 metros,
cuando la encuentres
dobla a la
derecha, casi dos kilómetros, estarás
en el barrio,
a salvo.-
-Nunca vendría a
molestarte, si fuera
una bobada.-
-Una pendeja,
viniste por una
pendeja y se
cual es. Morochita,
va a ser
un camión, tiene
dos bochones más
oscuros que el
infierno, y dos
hermanas que ya están
fuera de tiro,
que si no, ahí
estaba el premio.-
-¿La tenes?-
-Fuimos compañeros
de clase y
novios dos días,
hace tres años. Todavía no
sabe que es
mi barrio.-
-Mierda, no
me vas a
ayudar, entonces.-
-Depende.-
-¿De qué?-
-Tus intenciones.
Si me planto
en su casa
y consigo que
la dejen salir
bajo mi responsabilidad, hay que dejar
cosas claras.-
-No voy
a hacer cagadas.-
-Claro que
no, Jajajajajjaj, claro
que no, porque
no te capa
el viejo, te
capo yo. No
puede distraerse de los
estudios, en
controles no sale
y si baja
las notas olvídate
de que yo
colabore para que
se vean. Cuando
llegue el momento,
o usas forro
o te capo
y créeme, sabré
si lo usaste
o no.-
-¿Me vas
a echar un
cable? No somos
amigos y no debí venir
a pedírtelo.-
-No debiste,
estaba pescando, re tranqui, una
paz barbará. ¿A qué hora
dijeron de encontrarse
en la pizzería?-
-A las
2000.-
-Ahí estará
Sol. Una sola
cosa más, pórtate bien,
no le rompas
las pelotas y
cuando se termine,
se termino. ¿Te
hago un dibujo?-
-No, entendí.-
-Anda, déjame
pescar tranquilo, no
tengo ganas de
hacer otra cosa
y quiero hacerlo
solo.-
-Chau, gracias,
te debo una.-
La risa que
lo acompaña alejándose del
lago es sincera,
divertida e hiriente.
La verdad es
que le debe
al Negro más
de una, bastante
más.
Sol pelea
con el secador
ayudada por una
hermana que viendo
los niveles de
histerismo, tomo cartas
en el asunto.
La mata negra
se va plegando
y cobra forma
un peinado muy
favorecedor. El padre
le ha dicho
que nada de
minifalda y que
o la vienen
a buscar o
no va a ningún
lado. Viejo
perro, ya crio
dos hijas, buscara
cualquier excusa y Sol se
queda, cuatro lagrimas
y arreglado. Unos
jeans, botitas, una
camisa, un jersey
y la campera
completaran el atuendo,
no se pone
gorro ni muerta.
Esta dándose un
toque sutil de
maquillaje asesorada por
la hermana, dos
gotitas de perfume
detrás de las
orejas y el
timbre resuena en
la casa. Las
hermanas se asoman
descaradas a investigar
y el padre
demora ante la
puerta, quiere poner nervioso a
quienquiera que este
del otro lado,
la madre discreta
observa desde la
cocina, algo le
dice que una
bomba va a
explotar en su
casa. El padre
de Sol respira
hondo y abre
preparado para todo.
O no. Y
la mamá, respira
aliviada, Sol acaba
de alcanzar la
libertad, debe dejar
siempre en la
cocina comida dispuesta.
-Buenas noches.
Me alegro de que toda
la familia este
bien. Vengo a
pedirle permiso para
llevarme a Sol,
volveremos a la
hora que usted
diga.- El padre
de Sol miraba
ese adolescente de
pelo largo que parecía
un
nido de cotorras, pantalones
destrozados, botas de
tela remendada y
una campera desteñida,
vieja, de origen
militar y que conoció
mejores
épocas. El odio latía en
sus ojos pero
no podía menos
que reconocerle el
valor a esa
rata en tocar
timbre para llevarse
a la nena.
-¡Vos! Me
dijeron que sería
una sorpresa, pero
vos…..sos muy malo,
no fuiste a
visitarme más.- Sol palmeaba alegre,
su amigo la sacaría
de
casa, eso era
seguro, vería a
Seba y estaría con él.
-Bueno, quedaba
lejos, tu padre
me prohibió hacerlo
pero este es
mi barrio, sabrás
donde vivo, el almacén donde
paro, la canchita
donde jugamos, el
lugar de la
playa nuestro y
donde pesco, exactamente,
en el lago. Tómatelo como
algo personal, que
nada ni nadie
te impida verme.-
-¿Seba no
vino?-
-No se
animo, soy el
emisario y el
responsable de cuidarte.
Si tu padre
te deja, nos
vamos.-
-¿Papá?-
-A la
una que tu
amigo te acompañe
hasta la puerta. Va
bajo tu responsabilidad, cualquier
cosa que me
entere y no me guste
no sale más.-
Agarrados de
la mano los
dos adolescentes se
alejan por la oscuridad, a
mitad de camino
dos ojazos oscuros,
como el averno
se clavan en
los del muchacho
y los labios
se rozan antes
de que la
chica musite un
gracias enorme, desde
el fondo del corazón.
Las risas
de la morocha
estarían siempre provocadas
por ese amigo
suyo, diferente y
raro, que la
tenia horas pescando
y soportaba que
ella le ordenara
soltar la tararira
o se emboscaba
para hacerle ver
a ella, pichones
de Gallineta. Ella
lo metía en
su casa, en
su cocina le servía comida,
lo que hubiera
por ahí y
disfrutaba viéndole comer.
Y para enredar
mas las mentes
de los testigos,
sofocaba sus males
de amores abrazada
a él, caminando
por la playa.
Nunca pudo definir
que les unía,
para él, era
Amor puro, lisa
y llanamente. Amor.
Seba fue, vinieron
otros y se
fueron; solo el Negro era
una constante, un
puntal firme en
la vida de
Sol, tanto que
su madre y
sus hermanas encararon
al padre, haciéndole ver
la conveniencia de
dejar a esos
dos ir a su antojo.
Lo había estropeado
una vez, ahora tenían
algo
más hermosos y
profundo, algo que
era envidiado por absolutamente todos,
lo mejor era
dejarlos vivir esa
loca historia de
amor, de vida,
donde el sexo
nunca entraba en
la ecuación y
si otras cosas,
probablemente más interesantes
y duraderas. Satisfactorias.