Es más
importante como se
gana y como
se pierde, que
ganar o perder.
Viaja máxima que
mi Sensei repetía como
una letanía. Cuando
agregaba que hay
victorias que no son tales
y derrotas que
parecen una victoria,
definitivamente no entendía nada
pero era Judo,
me estaba enseñando
Judo y en Judo nada es lo
que parece y
todo lleva mucho
tiempo de maceración
que se traduce
en años, muchos
veranos cargados de
calor e inviernos
que te hacen
titiritar de frio,
traspirando, esforzándote, superándote y ganándote, a pesar
de los dedos
rotos, los esguinces,
los golpes y
en alguna ocasión,
lesiones más graves.
De esto hace unos 25
largos años, que escuchaba
a mi Sensei
decir muy serio
que uno es
un Judoka siempre,
no solo cuando
le conviene y
un Judoka gana
o pierde, un
combate con honor,
y que muchas
veces se requiere
más coraje, honor
y rectitud en
la derrota pues
a nadie le
gusta perder. Hoy participe
en un Campeonato
de Ne Waza,
Judo suelo exclusivamente y
en uno de
los combates, mi rival me tenía bastante
acorralado y el
arbitro creyó que
me habia rendido
y le dio
la victoria. Yo
no me habia
rendido, nos habíamos soltado
y la ventaja
del jovencito se
habia esfumado. Protestar
al árbitro era
inadmisible per se, jamás
se
le recrimina al árbitro y además fue
compañero mío 12
años, le di
la mamadera y
cuando creció pulimos
su trabajo técnico y
táctico durante años; además se
equivoco cuidándome, protegiéndome, lo
que hace que su error
sea menos error.
Mi rival era
jovencito. El arbitro
quería borrar la
victoria de mi
rival y que siguiéramos. No pensé
ni
un segundo, le
dije que le
confirmara la victoria,
mi rival decía que
no, pero insistí
y perdí el
combate. Llegue al
borde donde estábamos
los competidores, me
abrigue con la
campera de la
nieve, un gorro
y medias, dos
o tres competidores
se mofaron y
les ignore olímpicamente. No
estaba enojado, frustrado
ni me sentía
derrotado, podría haber
seguido e incluso
ganado el combate
pero el jovencito
se habia esforzado
por conseguir una
ventaja y me tenía cuando
el árbitro le
dio la victoria
y nos soltamos.
Pensé en que
si mi Sensei
lo hubiera visto,
seguro se habría alegrado,
era un derrota
cargada de honor,
de Judo. Un
toquecito en la
espalda y un Maestro y
el jovencito que es su
alumno, me felicitan
y dan las
gracias. El árbitro
llega y nos
abrazamos, llora y
pide perdón, le prohíbo
volver
a hacerlo, pedirme
perdón, lo otro
le pasa a cualquiera y
si es por
proteger a un
competidor, entonces, no
pasa nada, comenta
que nadie se
lo toma asi
y le recuerdo
que Judokas hay
pocos, de Judogui
van muchos y
se ríe, sos
el de siempre
comenta sorprendido, como
si saltar a
competir, tergiversara todo
lo que promulgo.
El alumno murmura
que nadie hace
nada semejante y
su Maestro le
dice que solo
un Judoka de
verdad, de los
que no quedan
y me saluda
ceremonialmente, me invita
a visitar su
Dojo cuando quiera
y se despiden. Probablemente alguno
más haya entendido
que paso, que
hice y porque,
la mayoría no
vio nada más
que una derrota
mía. Yo solo
honre a mis
Maestros y a
los suyos, en
la convicción, ahora sí, de
que una derrota
puede ser mucho más honrosa
que una victoria
cuando esta, se
consigue recurriendo a
estratagemas y demás tácticas
usadas
por los competidores
para sacar ventaja
como sea. Un
Judoka no se
prostituye por una
victoria cimentada en
un engaño o aprovechándose
de
un error del árbitro, un
Judoka respeta al
contrario y si
le saca más
de 20 años, todavía
más,
siempre cuidamos de
los jóvenes y
les educamos, dando
ejemplo. Aunque no soy, jamás
he
sido y nunca seré, ejemplo
de nada, procuro
comportarme como si mi Sensei
estuviera observándome, como
si todos estuvieran
haciéndolo. Intento con
el corazón, ser
un Judoka y
hoy me acerque
un poquito a
conseguirlo y me
siento inmensamente feliz,
pleno. Hice lo
correcto, lo que
era noble, hice
Judo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario