Trece meses
es el tiempo
que Marta, de
8 años, le
peleo al cáncer con Valentía, Animo
y una enorme
sonrisa luminosa, a
juego con dos
ojazos celestes, bien
cargados de cielo,
probablemente, una premonición.
Trece meses de
muchos dolores, tratamientos
súper agresivos y
el desafío constante
de nunca bajar
los brazos. Luna, mi hija también
tiene
8 años y
son amigas, no
eran en pasado
porque Luna no
quiere, son. Y
con la madre
decidimos que siguiera
viendo a su
amiga en el
Hospital y fuera
a visitarla y
jugaran juntas. Le
explicamos que la
enfermedad de la
amiga eran unas células
malas
que derrotaban a
las buenas, enfermando
a Marta, le
resultaba indignante que
dichas células, las
malas, pelearan sucio,
juegan sucio papá,
sino perderían. Le dijimos que
todos queríamos que
Marta se curara,
derrotara a esa
maldita enfermedad y
siguiera con nosotros
pero cabía la
posibilidad de que eso no
pasara y Marta,
muriera. Los médicos ya decían
que
el panorama era
negro. Luna siguió yendo
a ver a
Marta y hoy
dentro del cajón,
estaba, entre otras
cosas un delfín
chiquito que se
empeño en llevarle
a Marta, en
su última visita.
Siguió yendo porque
pedía que la lleváramos a
ver a la
amiga y porque
creemos firmemente en los valores
de la amistad,
cuando es sincera
y Marta necesitaba
amiguitas haciéndola reír
o nosotros necesitábamos ver
a Marta reír,
o las dos. Trece meses de
lucha enconada, desembocaron
en el fallecimiento
de Marta, el
viernes pasado. Luna
jugaba en una
consola que Marta
le regalo, coincidencias
o no, había
comido y en
un rato, bajaba
al colegio, la
llame y se
lo dije. Me
miro fijo y dijo
firme: “ Se perderá
mucho,
no es justo”
Respondí que no
lo era, no. Y
no pude ni
quise aguantar las lágrimas.
“Ya
no le dolerá,
podrá descansar papi,
no llores, estará bien.”
Ella me consolaba
a mí y
me abrazo fuerte. Se
fue al colegio
tranquila, Marta no sufría y
eso era lo importante. Argumento
de peso y una lección sobre
que es importante
y que no. Quiso ir
al velorio y fue, quiso
ver el ataúd,
y lo vio.
Abrazo a los
padres de Marta
y a los
dos les dijo
que sabia como
se sentían: Tristes.
Aclaro que ella sabía que
ellos mucho mas. Trece largos
y malditos meses,
derrochando simpatía, a
pesar del sufrimiento
y los dolores.
Trece largos y
malditos meses…..para terminar
perdiéndote Marta. Descansa
mi amor, ahora
nos toca a
nosotros llorar pero
vos, vos ya
no sufrís. Te
quiero Marta.
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