Ayer
llegue a la
Sala donde está
el tatami, temprano,
15 minutos, suelo
llegar incluso antes.
En el corredor,
padres, madres, abuelos
y abuelas, esperaban
que los niños
terminaran de hacer Judo. Salude a
los conocidos, nos
felicitamos y me
quede esperando; empiezan
a salir los
niños, el tercero
en hacerlo es
Marck, viene descalzo,
las zapatillas en
una mano y
la mochila en
la otra. Tiene 10
años, es inteligente,
travieso y valiente;
se suma a
nuestra clase los
viernes, se para
delante de cualquier
adulto y lo intenta y
eso le hace especial.
-¿Qué heces
descalzo?-
-Mmm…eehhh...no
tengo chancletas.-
-Ponete
las zapatillas antes
que me enoje
y te encuentre
algún castigo, dale.-
Se apoya en
la pared al
instante y se
calza, apretó mas.-
Sabes que descalzo
no salimos del
tatami; además es
invierno y hace
frio, esta es
gratis, si te
vuelvo a ver descalzo, ya tendré algo
pensado como premio.
Y abrígate, haceme
el favor. Raja.-
Y Marck se
va al vestuario
con una sonrisa
socarrona, tipo: voy
a crecer y serás mas
viejo, ya verás
cuando eso pase.
-Los
hijos, los hijos,
cuanto trabajo dan.
Te hizo caso de
inmediato, le estas
educando bien.- Un
padre que vio
todo y escucho
mi dialogo con
Marck y que no me
conoce.
-No es mi
hijo, como si
lo fuera. Todos
son hijos, no
les trato diferente
que a mi
hija, les enseño
lo mismo y
les exijo igual.
Es un compañero,
un niño que
me ve como
ejemplo, refuerzo lo
que enseñan las Profesoras. Si
veo algo que está
mal, lo corrijo,
no miro para
otro lado y
finjo que no está pasando; es
mi responsabilidad y
mi deber hacerlo
y de paso,
cuidar de los
enanos y no
tan enanos.
-Eso está muy
bien, que lastima
que no se
haga asi en
general.-
-Bueno,
no todos son
Judokas.-
-Obedeció rápido, eso
cuesta mucho, el mío es
terco como una mula.-
-Confía
en mí, me
conoce, no me
tiene miedo y
sabe que es
divertido entrenar conmigo,
si se comporta;
también sabe que en
estos temas, es
mejor no intentar
jugar conmigo, pero
lo más importante
de todo, es que
sabe
que estaba haciendo
algo mal o
inadecuado o que no
queremos que haga,
lo sabe, se
le ha explicado
y porque; entonces,
lo hace y
si lo descubren,
no discute. Con
el tiempo no hará eso
ni otras cosas, es
la base.-
-¿Y eso con
todos los niños?-
-Todos,
sin excepciones.-
-Este es el mío, te
lo encargo.-
-No hace falta,
ya lo adopte.-
-Gracias,
no sabía que
era tan asi,
claro que me
gusta, es lo
que quiero para mi hijo,
por eso lo
traigo a hacer
Judo. Nos vamos,
un placer, nos
vemos por acá.-
-Perfecto,
nos vemos.-
Antes de ser
padre, los padres
me decían que
no podía opinar,
no tenía hijos;
ahora tengo una
niña de 8
años y ¿saben?
No cambio nada. ¿Qué
madre
o que padre,
no estará encantada/o
de que obligue
a su hijo/a a
no andar descalzo
y a abrigarse?
¿Y cuál no estará
encantado de
que les haga
estudiar mas y
portarse mejor en
casa? Todos estarán a
favor de estas
cosas y otras más, están a
favor y hasta
ven con buenos
ojos que reforcemos activamente
la disciplina básica y
la mejoremos. En cada ocasión que
hablo con los
padres, refuerzo mas
esa convicción pero además, ahora
soy padre y
tengo una enana de 8 años
en casa, verdadero
banco de pruebas. Y aunque sea
raro, casi nadie
lo haga, sea
algo olvidado o
directamente no enseñado,
yo sí, que
sigo haciéndolo porque
Judo es todo,
principalmente educar y
formar a los
enanos que mañana
serán Judokas y
hacerlo bien y
correctamente debería ser
una obligación y
un placer, de
todos los que
llevamos una telita
de color negro rodeándonos
la
cintura, que solo
sirve para atar
la chaqueta, para
muchos; pero es
infinitamente mucho más
que eso, como
un padre descubrió anoche,
reforzándole la idea
de que su hijo
está
en buenas manos
y aprenderá muchas
cosas muy necesarias,
para su desarrollo
y crecimiento, sano, pues aprende Judo.
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