En Judo,
la superación es una meta
que se persigue
aunque no se
vislumbre. Y muchas
veces, muchas, muchas,
van más allá
de las cuestiones
técnicas o de
estado físico, acarician
la salud o
lisa y llanamente,
la mejoran o
impiden que empeore
o determine, condicione,
En tu honor,
amigo y en
el de todas
las personas, que
superan dificultades que
a priori, les
debería dejar fuera
del tatami. Fuiste
más que valiente
y estas más
loco que yo,
me escuchaste, eso lo dice
todo.
Leo es
diabético. Cuando lo conocí, andaba
por los 17-18
años, era Sho-Dan
y poseía un
Judo lindo, muy
técnico. Serio, muy
maduro para su
edad, excelente estudiante,
excelente compañero, bien
en casa. Físicamente
disminuido y limitado,
condicionado su estado físico, faltaba
mucho y era
evidentemente candidato a
abandonar la práctica
activa del Judo,
le resultaba demasiado
duro, demasiado exigente,
le afectaba negativamente. En
Randori, notaba como
se desinflaba pero
mientras le quedaba
un resto de
fuerza, algo a
lo que agarrarse,
plantaba cara, después
se desmoronaba, como
era lógico. Le
estudie a fondo,
un año o asi; fui
conociéndole, poco a poco; mejoro
bastante pero le
faltaba estado físico
y la discontinuidad lo
frenaba. Lo que
me decidió a
plantearle mi idea,
fue que durante
ese tiempo, jamás,
nunca se quejo
de su enfermedad,
de su suerte
o falta de la misma,
cero quejas, aguantaba
estoico, con firmeza
y entereza, su
realidad y plantaba
cara con valentía,
a la diabetes
y por ende
a la vida,
su vida. También
se esforzaba en
plantar cara en
los Randoris, a
mí, a todos,
en hacer la
clase, a la
par que los
demás. Se esforzaba
por ser uno
más, a pesar
de su hándicap
y jamás lo
usaba de excusa
para librarse de
un ejercicio o
trabajo. Entonces respire
hondo, bien hondo
y me lance
a contarle mi
estrategia, pensada, para
él.
“Leo, sos
diabético y nadie
conoce mejor tu
cuerpo que vos.
Tenes que anticiparte,
jugar adelantándote a
los movimientos que
haga tu cuerpo.
No podes seguir
esforzándote por encima
de las posibilidades, de
tu motor, después
tenes que faltar
una semana, cada
vez que vas
a todo lo
que das, tenes
que recuperarte durante
una semana. Hay
que regular y
conseguir no faltar;
tenes que saber
cuándo meterle dulce
al cuerpo o
si toca aguja,
y saberlo antes,
sentirlo, adivinarlo o
preverlo, lo que
sea. Solo voz
podes, ni los médicos, ni
tus padres, solo
voz, ni siquiera
yo puedo ayudarte
en eso, yo
estaré acá, cerca,
por si necesitas
cualquier cosa y
si hace falta,
aprendo sobre agujas
e insulina. Tomate
el tiempo que
sea necesario, no
es una carrera,
no es un
Randori, es Shiai
de verdad, vos
contra la diabetes,
no podes ganar,
sácale una prorroga
tan larga como
el tiempo que
tengas de vida
o róbale un
Hikiwake. En clase
tenes que regular,
aprender a dosificarte
y en Randori
o Shiai, mucho más, no
serás nunca un
portento físico pero
te sobra inteligencia
y tenes técnica,
mejórala, súmale mas
variantes, otras técnicas,
amplia el repertorio,
usa las combinaciones, para
abrir la guardia
de tu adversario.
Depende solo de
voz, yo creo
que sos capaz,
es más, te
digo, esto, ahora,
que tras observarte
y conocerte, tengo
la convicción de
que lo podes
conseguir, antes habría
sido impropio, sin
saber de que estas
echo.”
“Estás loco
de remate, muy
loco. Sería un
Ipponazo, tuyo, hacerme
conseguirlo.”
“No. Todo
merito tuyo, cuando
lo logres. Dar
ideas es fácil,
estar aquejado de
diabetes y abrazarlas,
requerirá fe, en vos
mismo.”
“Sera a
medias, si consigo
cualquier mejora por
encima de mi
desempeño actual, serás
responsable al 50 %, me
tengo fe y
te tengo fe,
nunca lo plantee
asi, gracias por
preocuparte.”
“De nada,
ya sabes.”
“Si, lo sé, si
creo deberte algo,
le debo pagar
a los jovencitos,
a los que
vengan por detrás,
ayudándoles, guiándoles, apoyándoles.”
“Y enseñándoles,
Leo y enseñándoles Judo,
sobredosis de Judo,
sin miedo.”
Lo hizo
gradual, muy despacito,
como si fuera
normal, natural y
hasta fácil. Dejo
de faltar, aumento
el ritmo, el
esfuerzo; los meses
se hicieron años
y sus técnicas,
también mejoraron, su
mente se volvió
inmune a todo,
focalizaba con energía
y ¡se divertía!
Letal su barrido
en el momento
de agarrar, sorpresivo,
explosivo y letal. Leo es
un campeón, uno
de los grandes,
no dejo de
estudiar ni de
entrenar y se
recibió, sin dificultades.
Hoy da clases
de Judo, a
jóvenes, donde seguro,
les enseñara buen
Judo y a
ser, como es
él y más
que nada, a
superarse. Sigue haciendo
Judo, traspirando el
Judogui y esa
es su victoria,
más importante. Asi
como para nosotros,
hacer Judo es
fácil, para él,
conseguir seguir haciéndolo,
no lo fue,
pero le puso
unas ganas inmensas,
una fe en
sí mismo, más grande
que él y
yo juntos. Sumemosle:
determinación, coraje, valentía,
inteligencia, compañerismo y
amistad; Leo le
puso mucho Judo
a su vida
y de momento,
gana por Wazari,
pero no se
resigna y busca
el Ippon, sin
importarle saber que no puede
conseguirlo, la diabetes,
no se cura.
Leo no dudo
de él, de
mi, ni del
Judo que nos
unía, simplemente, aprendió
mas Judo y
me enseño, el
poder del respeto,
hacia el compañero
de mas grado,
que implica mucha
confianza y obliga
a estar a la altura.
A nadie más,
le habría escuchado,
a nadie más
le habría aceptado
el desafío y
absolutamente, nadie más,
se atrevió a
planteárselo, esa fue
mi responsabilidad, mis
dudas, mi temor
que no podía
mostrarle, solo le
deje ver, que
lo creía sobradamente
capaz y le
ayude, presionándolo como
si no fuera diabético,
muy atento a
su evolución y
reacciones, hasta que vi a
que habia entendido
la idea, ya
era suya, la
adaptaba a su
conveniencia y si: ¡Funcionaba! Mi
compañero ya no sufría ni
se desesperaba, tampoco
se hundía, al
contrario, se crecía
y sacaba su
mejor Judo a
pasear. Sigo asustado
por la inmensidad
de mi osadía
y me consuelo
pensando en Leo,
con el Judogui,
entrenando a la
par que los
demás o serio,
explicándole algo a
sus alumnos, al
día de hoy.
Estaba todo perdido,
abandonaría y tendría
menos calidad de
vida, tenía que
haber algo que
se pudiera hacer,
tenía que poder
ayudarlo y yo,
yo solo sé,
un poco de
Judo y de
su magia y
por eso, use
Judo para de
alguna manera, mejorarle
un poco las
cosas. De puro
atrevido que soy. En
verdad, fui un
mero instrumento, él
entendió de primera
lo que le
dije, porque estaba
maduro su Judo,
para entenderlo y
le resulto fácil,
visualizar el plan
y ponerlo en práctica.
No
le fue nada fácil
concretarlo, en
absoluto y ese,
es, merito suyo.
Bueno, todo es
merito de Leo,
un Judoka diabético, mi
amigo.