Siendo muy
niño descubrí que
para el futbol
era un negado,
era rápido y
aguantaba, pero se me escapaba
la sutileza necesaria,
para que la
globa me obedeciera.
Dejar de jugar
no era una opción
y
eternizarme como un
patadura integral, no
me parecía adecuado. Entonces
me dedique a
aprender cómo, siendo
un candidato a
suplente y sin
cualidades técnicas, podía conseguir
mantenerme en la
cancha y que
los guachos no
me sacaran a
patadas. Lentamente, llevo
años, lo conseguí.
Aprendí a arrastrar
marcas, jugar sin
pelota, picar al
vacio, a estudiar
y adivinar los
puntos flacos de
los rivales y
la guinda: aprendí
a acariciarla con
la zurda; seguí
siendo un negado,
eso era inmutable
pero podía servir
como recambio o
para molestar al
cuadro contrario. Seguí
jugando. En
el Judo me
pasa algo similar.
Ante la evidencia
de que por
la derecha tenía
un Judo muy
ineficaz defendiendo y
atacando, me hice
zurdo. Llevo tiempo,
años, pero me
mantuve porfiado en
la idea y
tuve perseverancia, buscando
el objetivo que
al final alcance. Claro que
siendo ambidiestro, descubrí
que seguía siendo
ineficaz y era
imperativo hacer algo, entonces
fue
como derive hacia
el Judo que
hoy uso sobre
todo en Randori.
Hago muchas cosas
que me tratan
de corregir, porque
en teoría, son
contraproducentes, pues asumo
riesgos inmensos, como
evidencian mis vuelos,
con destino al
tatami. Y otras,
confunden a mis
compañeros, pues se
salen de lo
que ellos han
aprendido o directamente
son cosas que
les han dicho
que no hagan
o ellos no están,
preparados para
intentar, todavía. No
soy consciente de esto, hasta
que, lo verbalizan
y dicen que,
yo no lo
hago asi o asa; que
me paro de
otra manera, pongo
los pies como
no toca y
agarro de cualquier
manera, menos de
la ortodoxa, me
pego a los
grandotes como una
lapa y no
pongo los brazos
como columnas; que
les proyecto con
barridos, agarrando con
una sola mano,
a la solapa
o que les
esquivo, dejándoles pasar
y contraatacándoles para
derribarlos o me
escapo por el lado que
no esperan. Es verdad, incluso
se quedan cortos.
Lo hago asi
porque me divierto
y caer, no
me importa ni
preocupa; yo quiero
conseguir poner en
aprietos al compañero
fuerte, grande, rápido,
técnico y joven,
mientras sigo entrenando
y aprendiendo. Con
los que saben
menos, aflojo y
hago un Judo
accesible, descifrable, con
poquitas gotas de
veneno y disfruto
también. Podría haber
abandonado, puedo hacerlo
hoy y no
lo hare, me gusta el desafío implícito en
buscar mejorar y
el premio de
divertirme, mientras lo
hago. Es un
juego en el
que soy mi
adversario; mis compañeros
participan, ayudan, suman,
interaccionan, pero yo
me enfrento a mí mismo
y en este
juego, nadie pierde,
todos ganan, incluso
yo. Como cuando
era el futbol,
quiero seguir jugando
y entonces, sumo
lo necesario para
poder seguir haciéndolo,
aunque algunas tácticas parezcan
inocuas, inútiles o
poco practicas; a mí me
funcionan y me mantienen jugando,
haciendo Judo, uno de los
objetivos.
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