No fue suerte,
privilegio ni herencia;
una fría determinación me
llevo al Judo,
la de conseguir
ser mejor persona
y en eso
sigo. Me ayudaron
y lo siguen
haciendo, Senseis y
compañeros; algunos me
guiaron hace tiempo,
otros caminaron a
mi lado, cierto
tiempo; todos limaron
las aristas de
mi personalidad, a
sabiendas unos, ignorándolo,
otros. No ha
cambiado nada, en
mi motivación, aunque
ya no soy
el mismo; si
bien, queda casi
tanto trabajo por
hacer, como cuando
con 13 años, decidí
cambiar mi destino,
eliminando de la ecuación
de
mi realidad, la
violencia física, las
peleas y sus
consecuencias. Debía ser
posible otra manera
de solventar los
conflictos y era mi problema,
encontrarla; buscarla y
encontrarla. Bueno, la encontré
y
trabajo en ella,
con las mismas
ganas que al
principio, aunque encuentre
obstáculos o me
los invente. ¡Qué suerte, tuviste
Judo! ¿Perdón? Tuve
la fuerza de
voluntad de mantener
una constancia, primero
solo era eso,
constancia y después de
años, hacerle caso
al Sensei y
pasaron más años
y supe que
nunca llegaría, muy
lejos y entonces,
mantuve la constancia, con fría
determinación, yo sería mejor
persona al morir
que cuando con 13 años,
llegue a un
tatami, como un
pedazo de madera,
arrastrado por el
mar, naufrago de
mi mismo. Me lo
han regalado todo
y no me
sonrojo al escribirlo
y leerlo, en
eso, aciertan los
envidiosos de siempre;
una cuota muy
escasa o siendo
becado, mal podría pagarles,
económicamente hablando, sus
desvelos ni lo
he pretendido jamás. No sé
que fue…si la fría
determinación, el
sudor, la sangre,
ignorar el dolor,
jamás faltar ni
llegar tarde, ser
compañero de todos
mis compañeros o
un maldito estorbo;
la suma de
todo eso o que supieran
que necesitaba estar ahí
y
no en una
esquina drogándome o
pensando imbecilidades que no es
ciertamente pensar; lo que sea,
les llevo a dedicarme
tiempo, ingentes cantidades
de tiempo, de
una calidad superior
y muchas veces robadas
a sus familias,
a sus hijos,
para brindármela, para regalárselas
a
un descastado. Por
eso, yo procuro,
comportarme y defenderles
con honor y
lo hago con fría
determinación, también.
Si alguien les
llama para decir
algo de mí,
que se sientan
orgullosos y siempre
puedan nombrarme, sin
sentirse defraudados. Que
sus Dojos, sean
mi casa, que
no necesite invitación para
visitarles, aunque nunca iría sin
pedir permiso y
avisar. Mi privilegio,
mi herencia, mis
regalos, me los
dieron ellos y no sé si
ustedes les conocen;
no son de
regalar nada que no te
hayas ganado y
merezcas, de mil
maneras. Les di,
lo único que
tenia, una fría determinación, sudor, sangre,
esfuerzo, superación y
defectos a montones. Naufrago de
mi mismo, mi
objetivo era el
de ellos y el de su Judo,
pero yo eso, entonces, lo
ignoraba. Hoy lo sé
y con la
misma fría determinación,
que es también la
de ellos, persigo
mi quimera personal,
como hago, desde
los lejanos 13
años; cuando decidí,
cambiar mi destino
y abrace al
Judo, probablemente, de
las pocas veces, que mostré criterio,
a lo largo
de mi vida.
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