Con cierta
frecuencia, me dicen
que el Judo,
no es válido
como Defensa Personal,
porque en la
vida diaria, nadie
va de Judogui
y las técnicas
son inocuas. No tendríamos de
donde agarrarles y
como además no
golpeamos, derrotar a un oponente
o más de uno,
nos sería imposible.
Por supuesto, esas
personas, no han
hecho ni siquiera
una clase de
Judo; las que
conozco, que si
han hecho una,
como mínimo, reconocen
que el Judo
tiene posibilidades. Es
suficiente con que
les despegues del
piso o sientan
un poco el
trabajo en el
suelo y ya,
si los pones
con mimo en
el tatami e
imaginan lo que
debe ser caer,
si un Judoka
quiere darte contra
el tatami y
si es fuera
de este, entonces
seguramente, dolería mucho
y podía fácilmente,
dejarte fuera de
juego. Perciben el
poder que escondemos,
con sabiduría, mucha sabiduría. Me
lo dijo un
amigo ayer, un
Budoka de verdad,
no de boquilla
y no es,
porque me lea,
sobra entre nosotros,
darnos cera; y
tiene razón: la mayoría desconoce
la realidad, las
peleas en la
calle. Un Dojo,
un Gimnasio, un
lugar entre gente
amable y educada,
que le cuesta
intentar pegarte cuando
se lo pedís,
para entrenar algo;
no se acerca
nunca, a una
pelea de verdad,
donde ni somos
educados, amables y ni
siquiera humanos y
tendemos a olvidarlo,
demasiadas veces. Por otra parte,
está el tema de
poder
probar las técnicas
a fondo: patear,
pegar, clavar, cortar;
usar cualquier objeto,
susceptible de convertirse
en arma y
hacerlo de verdad.
Es inviable, no
podemos, hay que
conformarse con marcar
y simular, buscando,
el máximo realismo
posible, estar lo más cerca
de la realidad
que podamos. Claro que
nosotros, tenemos algunas
características que nos
posicionan, ventajosamente que
son: 1- Hacemos
las técnicas, de
la misma manera,
siempre y las
repetimos tal cual,
en cualquier situación.
2- No usamos
golpes, te golpeamos
contra el piso
y podemos incluso,
caerte encima, maximizando
el impacto, ya de por sí, duro.
3- Dominamos la
distancia cero, si
conseguimos llegar al
cuerpo a cuerpo,
imponemos nuestra ley. 4- Los
campeonatos, dan otra
perspectiva más cercana,
más realista en
muchos aspectos: trabajar
ahogado y con estrés, entre otros.
5- Todos los
potenciales enemigos, tienen
brazos y cabeza,
donde prendernos. 6- Fuera
del tatami, quien
caiga, difícilmente se
levante. 7- Dominamos
el suelo, no es lucha válida, para más de
un adversario, en
general; pero si
es uno solo,
llevarlo al suelo
y controlarlo, es fácil. 8- Jardineras, coches,
paredes, rejas, papeleras
y bancos nos
proporcionan, excelentes oportunidades
de ejercer como
tatami, para nuestros
agresores, resultan definitivas
y solo se usarían en
casos extremos. 9-
Dominamos los desequilibrios. No
le damos importancia
y lo vemos
como natural; un
agresor desequilibrado, no
tiene punto de
apoyo firme para
golpearnos y ya
contamos con la
ventaja necesaria, para
llevarlo al piso
y poner fin
a la amenaza.
10- Cualquier intento
de abrazarnos el
cuello u otra
parte del cuerpo,
nos da ventaja
inmediata, porque estamos
acostumbrados, no nos
sorprende ni nos
asusta. 11- Tenemos
el cuello adiestrado,
estrangularnos puede resultar
imposible, una mala
idea. 12- Sabemos
caer, no le
tenemos miedo al
piso, ventaja nada
desdeñable. A todo
esto, sumémosle que
un Judoka, puede
elegir la intensidad
del estropicio que
quiere hacer. Puede
dominar y controlar,
evitando producir daño;
puede hacer algo
de daño; puede
hacer mucho daño
o puede asegurarse
de que no
se levanten, según sea la situación.
No es una cuestión menor,
contar con ese abanico de
opciones a disposición,
nos dan flexibilidad
y la posibilidad,
de siempre, cuidar
al agresor o
poder, elegir no
hacerlo pero manteniendo
el control nosotros
del daño que
infringimos. ¿Cómo lo sé? No
siempre fui tan diplomático, no
siempre conseguí arreglarlo
hablando, no siempre
pude huir, no
siempre quise hacerlo,
no siempre iba
solo y nunca
mire para otro
lado, si era
una mujer, estaba
sola y era
uno o eran
varios. Si entrenaste
de verdad, si
te tomaste las
cosas en serio, sentirás un
nudo en el
estomago, traspiraras, de
golpe, mucho, el corazón se
desbocara, sentirás miedo,
tendrás dudas y
cuando el cuello
de botella busque
tu cara, entonces,
o sos un
Judoka o estarías
desfigurado o muerto.
Un control del
brazo armado, la
mano libre en
la garganta, como arrancando la tráquea y
no le di
en los testículos,
porque pensé en
mi Sensei, ya
era mío, sobraba
nada mas, siempre,
siempre que el Sensei pueda
sentirse orgulloso y
no le conté,
por las dudas,
lo que había
pasado y entonces,
me lo sacaron,
como quien le
saca una presa
a un Dogo, difícil, no quería soltarlo,
quería destrozarlo. Rompió
una botella y
se me vino,
no era una
broma, no lo
fue, solo que yo, ya hacía caso y
buscaba mis limites
en el tatami.
El Judo ya ejercía de
contrapeso, pensé en mis Senseis,
con la adrenalina
al máximo, con
el corazón desbocado,
furioso, nunca hagas más daño
del necesario, atine
a evocar y
les honre.
Accidentes en
moto, caídas espectaculares, menos
de un segundo
para decidir; peleas
donde caer al
suelo habría sido
el fin; otras
donde mas valía
ser rápido, expeditivo
o no lo contaría y
las que son mayoría: correr,
huir como un
demonio. Algunas, con
enemigos a metros,
durante kilómetros. Todo
eso, con una
clase de Judo
tres veces por semana, casi
dos horas. Los sábados, correr
20 minutos, jugar algún deporte
o clase de
Judo, dos horas,
pero no siempre
teníamos los sábados.
Cuando me dicen
que no sirve
para defenderse, me
entra la risa,
pero claro, si no tenes
ni idea de
lo que es
una pelea callejera,
entonces, opinas desde
la teoría. Y
hoy, es una
actividad muy extendida,
opinar sobre lo
que no se tiene
ni idea pero
se cree que
si. El Judo
esconde, es reacio
a mostrar su
potencial, incluso a
quienes entrenan y
lo hacen con
seriedad; esta agazapado,
camina en tu
calzado, alienta en
tus pulmones, se
hamaca en tu corazón, medita
en tu mente,
se amalgama en
tu espíritu, viaja
en tus venas
y paciente, espera
a que la
vida te enfrente
a cualquier cosa
que requiera: velocidad
mental y de
toma de decisiones,
criterio, habilidad, resistencia
física y mental,
creatividad, inventiva, coraje,
humanidad y control,
entonces, aflora y
te ayuda, sacándote
del lio; ese
día descubrís que
sos Judo. Sumamente efectivo,
extremadamente efectivo, incluso
contra adversarios de
dos metros y
unos buenos 115 kilos
de peso o
mas; valido contra
uno o varios;
valido contra un
objeto punzante, un cinturón, un
palo o una
cadena, valido, valido
y valido. La sabiduría
del Judo es
inmensa, esconde por
sistema absolutamente todo,
no solo a
quien lo mira
desde afuera, sino
que incluso, de
quienes lo estudiamos;
la mayoría, no
tiene la menor
idea, del poder
del Judo fuera
del Dojo, pretender
que quienes nunca
han hecho Judo,
comprendan una parte
de su poder,
igual, no es
muy lógico. Igual están todos
invitados/as a acercarse
al estudio del
Judo, seguro hay
un Dojo cerca
de casa, anímense
y paciencia, lleva
tiempo, pero se agazapara y
esperara, paciente, a que la
vida reparta, entonces,
serán Judo.
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