En cuestión de
un mes, este último, conseguí
tres Ippones en
Randori. Ippones. Nada
fuera de lo
normal y los
tres están fuera
de cualquier normalidad.
Cuando conseguí el
primero, valiéndome de
un De-Ashi-Barai, Hidari;
cuando mi Uke, retrocedía
y
solo lo tenía
agarrado con la
mano izquierda; sentí y creí que
no se repetiría nada
igual, para ese,
pasaron 31 años,
el próximo seria
dentro de otros
tantos años, como mínimo, no
lo viviría. Ver a
mi Uke en
el aire, a
la altura de
mis hombros, sin
haber hecho nada
especial y sin
usar fuerza, bueno,
no sé, como
lo conseguí, igual
se tiro él,
porque no puede
ser tan fácil.
Y si lo
fuera, soy un
negado, me costó
tres décadas, conseguir
el primero. Fácil,
rápido, limpio, un
paso de baile
precioso…una belleza simple
y tan esquiva
que parece una
quimera, me lo
sigue pareciendo. Con poco más de
una semana de
diferencia, me vi
acorralado en un
Randori, dominado y
no veía una
salida distinta a
terminar proyectado al
tatami. Cuando todo está perdido,
todavía te quedan
recursos, no pienses,
sentilo, déjate llevar,
que tu Judo
aflore, no lo
busques, no lo
convoques, solo deja
de pensar y
preocuparte, saldrá solo,
eso decía Sensei
Luis Ángel Firpo
y casi tres décadas
más
tarde, finalmente obedecí
al Sensei o
me llevo todo ese tiempo
acercarme a lo que me pedía porque
él, si sabía,
de que hablaba.
No sé porque,
fue Ko-Uchi-Gari, Hidari;
no sé como elegí ese
momento, no sé,
no sé, no sé, pero
derribe a mi
Uke que milésimas de
segundo antes, era
claramente Tori. Fácil
y limpio, perfecta.
¡Era demasiado! Como
se hubiera destapado
la Caja de
Pandora iba a
ser muy gratificante,
haber entendido un
poquito de las complejidades del
Judo que se hace
en el tatami.
Ojala fuera eso,
pensaba. Entonces, en
otro Randori, dos
semanas más tarde,
ataco con un
Hanei-Goshi, Hidari; fallo
lamentablemente y me va a
proyectar con Ushiro-Goshi
y el milagro
se repite: meto Ko-Uchi-Gari,
Hidari, pero lo
hago barriéndole muy
largo, larguísimo, aguantándole su
pierna izquierda en
el aire y
obteniendo un Ippon antológico. Mis compañeros
me felicitan y
la sonrisa del
Sensei es ancha;
yo pienso en los
dos
Senseis que trabajaron
esto en mí:
Firpo y Erlich,
lo grabaron para
que si yo me tomaba
el trabajo de
entrenar, estuviera ahí,
dormitando, hasta que
fuera el momento
de hacerse visible.
Es increíble, tal
y como ellos
lo decían, lleva
añossssssssssss conseguirlo, tal y como
ellos prometían. No
puede ser una
coincidencia, tres en
menos de un
mes, después de
casi tres décadas
de destrozar las técnicas
y
sus combinaciones, emperrado
en reinventar al
Judo creyendo que
la fuerza es
determinante y aunque
no se repita,
ahora, yo también se
que se puede
conseguir, ahora lo
experimente, lo viví
y les aseguro
una cosa: nadie
que no lo
haya vivido, puede
imaginarse ni de
cerca, que se
siente. Y lo más importante:
si yo lo conseguí, cualquiera
puede, nunca destaque
por mis habilidades
técnicas o por
hacer caso. La sensación
de
estar consiguiendo un
derribo perfecto, sin
poner una gota
de fuerza, a
puro momento, desequilibrios y
la elección de
la técnica adecuada,
es espectacular, no te lo
podes creer, sencillamente
no te lo
podes creer y
te preguntas como
lo hiciste. En
mi caso, se
que no fui
yo, en absoluto,
fueron dos Senseis,
hace casi tres décadas, regalándome una
experiencia que viviría,
solo si, solo
si, me mantenía en
un tatami, haciendo
Judo. Entrenando como
ellos me enseñaron
que debía hacerse,
cada clase es
la última, cada
ejercicio es el
final, no hay
Uke grande; solo
el cansancio y
entrenar, creyendo que te
morís,
te acercara a
entender un poco,
un poquito, las
maravillosas complejidades de
este Arte Marcial.
Si no
consigo otro Ippon
que se les
parezca, será una lástima, eso
no me inquieta,
conozco el camino,
puedo volver a
recorrerlo y esa
es la certeza,
que si importa.
Antes, habia oído hablar,
de esto, ahora
puedo hablar y
escribir, sobre esto
y ahora, es
cuando debería poder
ir a charlar
con los Senseis
Firpo y Erlich,
tratar de convencerles,
de que me
enseñen Judo, mas Judo y
me corrijan todo
lo que hago
mal. Hay mucho
que corregir, mucho
que aprender y
mucho que perseguir
y la obligación de
ser ejemplar de
cara a los
ojos jóvenes que
miran con la
misma curiosidad que
yo tenía a
su edad. El
trabajo, en el
Judo, es infinito;
no hay tiempo
para aburrirse, en ningún
apartado, depende
de cada uno,
conseguir avanzar, porque
nadie puede traspirar
por mí, nadie
puede entrenar
y esforzarse por mi; nadie
puede vivir el
Judo por mí. Me pregunto
que mas, programaron
mis Senseis en
mi, que otras
sorpresas, me tienen
preparadas y la expectación
es
inmensa, solo tengo
una manera de
averiguarlo: ¡entrenando!
No hay comentarios:
Publicar un comentario