El viernes,
30 de mayo,
el viernes próximo
pasado; una amiga,
chiquita, muy joven,
todavía, no cumplió
los 19 años
y que es
más hermana, que
amiga, a quien conocí,
con
13 años, en
el tatami y
a quien no veía, desde
hace tres años,
me pregunto cómo
estaba. Le dije,
que estaba bien,
entrenaba en un
Dojo, tenía un
Sensei y excelentes
compañeros. Comento que
siempre quería volver
a entrenar, nunca
se hacia el
rato, le dije,
donde estaba yo
y es, cerquita,
de su Universidad
y por supuesto,
le dije, que
volviera, donde entrenaba
yo. Se rio,
si decide volver,
será donde yo
este, los dos
lo sabemos y
sobra, nada más. Ella no
necesito, hacer más
preguntas, si yo
entreno, lo demás,
lo arreglo, sobrellevo
o soporto, no me, quiten
el tatami, si
lo hacen, sufro. Como compañero
de Judo, soy
insufrible y siempre,
estoy pidiendo u
obligando, a cumplir,
las reglas, todas
y si bien,
a estas alturas,
no soy tan
exigente, aguantarme, si no sos
un Judoka o
queres serlo, es difícil; más,
si sos joven,
no sabes que es el
Judo y tampoco,
entendes, que busco. Siempre
pido una entrada
más, un combate
más, un segundo
más, aguantando la presión, en
el cuello, el
codo, o el
pecho. A esa
niña de 13 años, también
la sometí, a
esta denostada, forma
de enseñar y
el viernes, la
mujer joven, que todavía está
muy cerca de
aquella niña, reconoció, que esa dureza
mía, la había
ayudado; el miedo,
seguía existiendo, pero
era diferente, acostumbrada
a trabajar, con
mi exigencia y
conmigo, ningún hombre
la atemorizaba, lo
suficiente, como para
bloquearla. Para los
estudios, también funcionaba: más, más,
más. Aquello de
no me hagas
20 mal, haceme
15 excelentes, calidad,
sobre la cantidad;
usa la cabeza,
pensa, cuesta, pero
se puede. Fue
un placer verla
en su vestido
negro, en esas
plataformas, que me daba
vértigo a mí, vérselas a
ella. Recordé la
noche en que su padre,
me la dejo
y a su
hermano, encargados, para que
los acercara a
casa, después de
entrenar, me quedaba
de pasada. No
me conocía de
nada, pero yo
llevaba un Judogui,
y el también
era Judoka, eso
vale más, que
muchos contratos. Hora de
irme, le hice
señas, espere, que
quedara libre y recibí un
abrazo de los
que, duelen, de
tan tiernos y
sinceros. Fue
poco tiempo y
aun, así, a ella le
sirve, el Judo
es magico.
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