viernes, 23 de enero de 2015

¿Cómo diablos, llegamos a esto?


He dedicado un tiempo a meditar porqué ciertas cosas son para mi tan evidentes y para otros no. La conclusión a la que llegue es esta: me enseñaron perfectamente las bases. Perfectamente. El edificio dependería más de mi, pero los cimientos, puestos por los Senseis, son firmes, profundos y soportan la erosión provocada por el paso del tiempo, se que esa era, exactamente la idea. Pude aprender de Senseis, supongo que no todos pueden decir lo mismo y que quienes podrían hacerlo, estaban muy distraídos y no aprendieron nada, nada relevante.

Aprender a caer y saber todos los tipos de caídas, para un Judoka, no es algo opcional, es fundamental. Saber saludar correctamente y hacerlo siempre que se debe saludar, no es algo opcional. Ser puntual, respetuoso, no faltar, esforzarse, colaborar con los compañeros, no llevar nada que pueda lastimarte u a otros, ser humilde y etcétera, no es opcional.

Son cuestiones de obligada observancia. ¿Lo digo yo? Si, claro, pero no lo especifique yo, así me lo enseñaron; simplemente me limito a seguir las enseñanzas que recibí en su día.

No soy quien para calificar la calidad del edificio que estoy construyendo, eso compete a otros pero no me verán llegar a clase descalzo, con el cinturón colgado del cuello o en la mano, ni llegar tarde, dejar el teléfono bien a mano para que suene en medio de la clase o explicar algo y al ver las caras de pasmo de quienes soportan mis explicaciones persistir en la misma explicación, emperrado en que entiendan; muy por el contrario, me verán desmenuzarles la técnica, movimiento o lo que sea que haya mostrado, para que les sea fácil entender y ponerse a practicarlo. O incluso, adaptarlo para alguien en concreto, que por la razón que sea, lo necesita.

Nunca me verán dejar a un compañero, relegado a un costado, desatendido y si, enseñarles a todos, lo que yo sepa que repito y no me canso, es poco pero ese poquito, lo aprendí de dos fenómenos, inmensos en sus conocimientos: Sensei Luis Angel Firpo y Sensei Marcelo Erlich.

Otros Senseis, me enseñaron o apuntalaron también bases, fundamentos; les nombro menos y no olvido a ninguno.

¿Saben una cosa? Cuando alguien me para en la calle, sea una joven o su madre; un joven o su padre o cualquier combinación posible y me agradecen el tiempo compartido, siempre me quedo asombrado, solo hacíamos Judo, solo les pedía las bases, solo quería ayudarles a encontrar su camino. Y no era mi clase, ni eran mis alumnos cómo muy bien se encarga de dejar claro el profesor titular con muchos danes. Cuando me pasa eso y es seguido, me quedo muy tranquilo, tantos padres no pueden estar equivocados y sus hijos no me quieren por ser guapo, lo hacen porqué saben que les brinde lo mejor de mi y que volvería a hacerlo y de la misma manera. Cuando tenes las bases, te podes equivocar, pero seguramente, mucho menos que si las olvidaste o no te las enseñaron.

Entonces, así cómo me resulta tan raro y perverso, ver a varios Judokas, con Sho Dan, sentados en el suelo y una Judoka, también Sho Dan, sentada sobre su novio; o ver a un niño con una maquina jugando con ella, en un costado del tatami. O a alguien dando clases, con pulseras en muñecas y tobillo; o a una reconocida competidora con muchos danes, enseñando sin tener la menor idea de cómo hacerlo para que la entiendan ni saber cual es el punto fundamental de cada técnica y explicársela a los alumnos viendo que están turulatos. O que un Judoka de veinte años, haga llorar a otro de doce y nadie diga nada. Entonces, digo, a los demás puede parecerles perverso que yo observe estas bases y que pretenda que las aprendan las nuevas generaciones y las observen.

Ademas, se suma que los nuevos Sho Dan o superiores, están convencidos de que saben Judo cómo para regalar y por lo tanto, no están en condiciones de aprender nada, por la falta de las bases, cómo por la arrogancia del ignorante que al desconocer su condición, esta lejos de querer aprender lo que cree que domina.

Así cómo yo les juzgo con dureza, ellos lo hacen conmigo; lo que al final, me aleja también a mi, del objetivo que no es otro que crecer cómo persona.

¿Cómo diablos, llegamos a esto? Es un tema también para meditar, para seguir haciéndolo.

miércoles, 21 de enero de 2015

Trincheras del Sensei.


Hace décadas, por los primeros años setenta, una familia numerosa hacia equilibrios, para llegar a fin de mes. Los cabeza de familia trabajaban duro y hacían lo imposible e incluso más para sacar adelante a la prole. El hombre era Judoka, había obtenido cierta fama en los tatamis entrenando y participando en campeonatos; antes su vida había sido trabajar y hacer atletismo, pero un Sensei se cruzo en su camino y se paso al Judo, al que abrazo con la misma determinación que usaba cuando competía en Decatlón o cuando entrenaba para hacerlo. La situación económica, era insostenible y le ofrecieron enseñar a soldados a combatir sin armas, que les enseñara su, el, Arte, Judo, a los militares. Era un trabajo extra y también era una dictadura y esos soldados no iban a una guerra, combatían dentro de las fronteras y no siempre se preocupaban de distinguir a quien apaleaban o desaparecían. Denegó una y otra vez la oferta, firme. Otro si que acepto, él nunca lo hizo y necesitaba el dinero para su hogar, cómo el que más, tenía necesidad...claro pero era un Judoka, no fingía serlo ni creía que lo sería; también tenia muy fresco que no se hace negocio con él Judo y no se le enseña a quien no se lo merece o no va a defenderlo o va a usarlo mal.

No todo se compra y no todo esta en venta. El Judo es un tesoro que compartimos y hasta regalamos pero que no pervertimos mercantilizandolo, vivimos para nuestros alumnos, no te permitas olvidarlo cuando llegue el día que tengas alumnos o compañeros para los que seas ejemplo.” Muchas veces me lo dijo, parecía algo a lo que le daba importancia y hoy, casi tres décadas después, empiezo a entender la profundidad que esconden esas palabras.

Si le preguntas hoy, que piensa de aquella actitud, sonríe con toda la cara y palabra arriba, palabra abajo, afirma: “Haría lo mismo. Nos dan un poder y nos piden que lo usemos para el bien y beneficio de los demás, no solo el nuestro. Era la única trinchera que tenía para combatir la dictadura y cada uno combate dónde y cómo puede.”

Cuando la democracia volvió y desde un cuartel de Rivera, el Profesor de Judo que era un oficial, en persona le pidió ayuda, él fue y colaboro con los soldados, enseñándoles Judo. Iba seguido. Gratis.

No tuve que preguntar nada, no pensaba hacerlo, me ilumino: “Ahora están con todos y cada uno de nosotros, costara años, sacrificios, necesitan que les ayudemos a sentirse hombres, mi aporte es enseñarles un poquito de Judo, si quieren más, deberán ir a un Dojo. He cambiado la trinchera, ahora construyo, no se trata siempre de combatir.”

Socarrón, disfrutando con mi perplejidad, supongo que defraudado por mi obtusa y pertinaz, cabesoneria pero apostando a que las semillas que sembraba en tan infertil tierra, germinaran a su tiempo y supiera, entonces, elegir, mis propias trincheras y nunca, pervirtiera al Judo.

viernes, 2 de enero de 2015

Los examenes de Judo actuales.


Esta semana estuve debatiendo con un amigo, tocamos el espinoso asunto de los exámenes; espinoso hoy, actualmente, no lo era en absoluto, hace tres décadas cuando empece a entrenar.  Hay que considerar varias cosas. Una es que él tiene a su Maestro vivo, por lo tanto es su Maestro quien le examina y cuando lo hace, evidentemente sabe que esta preparado para pasar de grado, claramente no estudia Judo y no ve ninguna necesidad de pasar un examen ante una terna de otros Maestros.  En segundo lugar, él solo ha visto el Judo que se hace en Europa, principalmente en España y desconoce otras realidades, cuestión fundamental, si no has visto algo, si no lo has vivido de primera mano, puede ser que creas que no existe, que no sea viable o posible y tenderas a creer que solo es valido lo que conoces. Aunque en su caso, no se cierra en absoluto y matiza que es el Judo que hay en Europa o prácticamente en toda ella. En tercer lugar y creo que es un aspecto fundamental, hay que decir o digo que la endogamia, ese pertenecer a un Dojo y no salir nunca a visitar otros, a conocer otros y ver cómo se trabaja en ellos, nos hace perder perspectiva, si solo conocemos el nuestro, creeremos que solo hay una manera de hacer las cosas, de enseñar o aprender y nos perderemos la variopinta variedad de formas y nos dejaremos de sorprender al ver que las importantes, las básicas, mantienen su preponderancia, su vigencia y son destacadas en cualquier Dojo que tenga un Sensei de Judo que sepa Judo, el matiz no es baladí. No lo es en absoluto y parece mentira, pero es tal cual y por eso no me cansare de decirlo, porque no basta con creerse un Sensei, no basta con tener muchos Danes colgados en la cintura, si no hay un respaldo de conocimientos firmes que le den sentido, autenticidad y veracidad a esa creencia que en definitiva, solo sera real, si los Senseis, los de verdad, te consideran un igual o que tenes posibilidades de llegar a serlo, con tiempo y trabajo, cosa que prácticamente cualquiera puede conseguir, con años y trabajo.En esa charla-debate entendí que poner un limite de tiempo mínimo de permanencia en un grado, es una absurda manera de igualar hacia abajo. Cada practicante tiene sus tiempos, sus habilidades, sus defectos y todos y cada uno deben llegar a dominar unos conocimientos y adquirir ciertas habilidades que no son solo físicas o técnicas, están las espirituales, las mentales y las morales. Unos lo conseguirán antes que otros y poner una cantidad de tiempo mínima, es una manera de encorsetar y asegurar la mediocridad, cumpliendo el tiempo sentiré que tengo derecho a pasar de grado, algo muy humano y occidental, puede que no tenga los conocimientos pero cumplí el plazo y quiero pasar.Cumplí el plazo, ¿pero se todo lo que debo saber? Y ahí entra quien me enseña, si es un Sensei, si lo fuera, él me explicaría que no estoy preparado, me diría que aspectos tengo que trabajar y que depende de mi y no de él o los compañeros. En casos raros y extremos, el Sensei obligara a su alumno a rendir examen, el polo opuesto de la inmensa mayoría. Y lo hará expeditivamente, haciendole ver que solo hay dos caminos: examinarse o mandarse mudar de ese Dojo.Como no suelen serlo, Senseis, apenas creen serlo y solo quieren tener muchos alumnos, por las cuotas y que en la clase hayan cinturones negros, lo antes posible, la calidad se pierde, se difumina y aquel refrán que decía: “Vive para tus alumnos y no de tus alumnos” se da la vuelta.  Cuando iba a un examen, sabia que lo salvaría, sabia que seria con buena nota y quería conseguir la máxima, para eso me había preparado el Sensei, para dejar muy claro que su criterio era acertado, yo estaba para pasar de grado y así quedaba demostrado frente a una terna. Lo mas loco, lo más hermoso de todo era que Sensei Marcelo Erlich me dedicaba esas horas extras para que yo me sintiera efectivamente preparado, para que quedara grabado, bien profundo lo que debía saber, así jamas pasaría vergüenza. ¿Y yo? Yo me presentaba al examen dispuesto a bordarlo, un homenaje al Sensei, por tantos sinsabores, por tantas metidas de pata, por tantos fallos, quería que la terna, el veedor y los testigos presenciales, lo felicitaran; no iba a ver si pasaba el examen, iba a conseguir la maximiza puntuación, porque así me enseño otro Sensei que debían ser las cosas: Luis Angel Firpo. Me enseño otra cosa: “Si perdés el examen para Sho Dan o superior, abandonas la practica del Judo.” Me lo dijo siendo un Kyu, mirando unos exámenes que critico ácidamente, en petit comité, explicándome que hacían mal y porque; los exámenes abiertos eran para él, imprescindibles. Una perla muy suya: “ Si haciendo el Kata no transpiran, esta mal.”  Tuve suerte de tenerles, con ellos, bajo su tutela, solo salís mediocre si querés serlo, alguno hay, pero no sera porqué no se hayan empleado a fondo contigo, sera porqué no te empleaste a fondo, siguiendo sus enseñanzas. Ni siquiera Jigoro Kano, él menos que nadie, se encorsetaba con eso de los tiempos y llego a pasar varios Danes de una vez, pero esa es otra historia que no contare, les dejo los deberes, y quiero contarles que con cierto Judoka, lo hizo en dos ocasiones y que en aquella época, la mayoría eran asiduos practicantes de Ju jutsu al llegar al Judo y abrazarlo, lo que les daba enorme ventaja en cuestión de tiempos, solo debían ver la luz que enseñaba Jigoro Kano, readaptarce para ser excelentes Judokas y que los exámenes eran combates contra otros Judokas de mayor grado, jejejejjejejje, sin categorías de peso, jajajajjajajjaj, sin tiempo limite; lo que no se es si les arbitraban, puede que ni siquiera hiciera falta. Hoy en España, concretamente en Valencia, no hace falta ni siquiera ir al examen, estas en otro lado pero es cómo si estuvieras y pasas a Sho Dan y supongo que todos estarán contentos, incluido el promocionado y todos los involucrados en el fraude. Hace más de dos décadas era la FUJ la que pasaba a todos, si, si, a todos de grado, salvo honrosas excepciones; en todos los pucheros se ablanda el caracú.  Aunque mis diplomas sean papel mojado y no valgan ni para papel higiénico, curiosamente los de otros Uruguayos si valen; invalidando esos exámenes de los que hablo y defiendo, quedan las enseñanzas de esos Senseis que me posibilitan seguir aprendiendo, en humildad y con trabajo, de otro Sensei; nadie, nada, puede negar mi Judo; todavía ningún Sensei se ha mostrado defraudado y si al contrario, en cuanto tuve la oportunidad de hablar o entrenar con ellos y me lo dijeron de la única manera posible: “Felicita a tu Sensei, excelente trabajo”.Claro que me falta mucho camino por recorrer, para ser com0 ellos necesitaría mil vidas, para acercarme a cualquiera de los dos en habilidad técnica debería entrenar diariamente varias vidas encadenadas. Siendo eso cierto y real, el Judo original, el verdadero, me ha salvado la vida en peleas, accidentes de coche y moto, accidentes en el trabajo; me ha proporcionado control sobre mis impulsos, me permite dominar mi temperamento. Me permite afrontar desafíos que me sobrepasan, aplastándome, haciéndome sentir derrotado, me permite en definitiva vivir y ser mejor persona de lo que los dados habían decidido que sería; que pongo de mi parte, evidentemente, el gran catalizador es el Judo y sus enseñanzas, esa filosofía tan inabarcable que lo contempla todo, algo que probablemente sea lo más desconocido del Judo, que propugna entre otras cosas que seas siempre responsable de tus actos y busques el bien común.Por eso es aberrante que la gente pase de grado, solo por méritos deportivos, pura y exclusivamente. Deben saber exactamente, lo imprescindible para cada grado. En el apartado de los Senseis, que los promocionen por sus méritos me parece adecuado, claro que la responsabilidad de promocionar recae en los Senseis que los proponen y estos deben elegir bien a los candidatos, asegurarse de que no solo cumplen el tiempo establecido, jajajjajajaj, también que pueden ser o son de facto, un verdadero ejemplo a seguir y sus conocimientos les avalan.                                                                                                                                   Yo no quiero más grado, quiero saber más, entender más, ser capaz de explicar mejor, no solo las técnicas, los Katas, todo lo que este a mi alcance conocer y me sea trasmitido, ya se encargara el Sensei de obligarme, literalmente, a rendir un examen, llegado el caso y si cree que debo ascender, por conocimientos acumulados, no por tiempo transcurrido, negociaremos. El color negro del cinturón refleja e implica infinidad de cosas, responsabilidad y compromiso entre ellas,  y  el  rojo  ni  les  cuento; algunos lo han olvidado o nunca se lo enseñaron; el examen es un mero tramite, un final a muchos entrenamientos, a una preparación exhaustiva y a una evidencia, para el Sensei, su alumno esta preparado para jamás pasar vergüenza pasando a un grado superior al que tiene. También se ha olvidado esto. Olvidamos  demasiadas  cosas  y  no  es  bueno.