Aceptar una invitación para ir a
determinado Dojo, presentarme ahí, lamentablemente sin Judogui; y ver que se
saluda con respeto, ganas y convicción y que el Judo que se enseña es de
calidad, me emociono. Tuve que escuchar durante años que no era posible, viable
ni asumible y si bien es cierto que yo me lo tome a pecho y conseguí que se
saludara y se hiciera casi perfectamente, fue una cuestión puntual mía, tipo
una concesión al loco. Es grato constatar que no era una quimera que es algo perfectamente
posible y arrancando de cero o casi. Los niños aprenden rápido e imitan lo que
ven y siguen los ejemplos, con ellos es súper fácil conseguir una línea
perfecta y un saludo coordinado, bien ejecutado.
Verles saludar al empezar o terminar un
ejercicio también resulto reconfortante, mucho; que en ese Dojo se cuente con
un Sensei Japonés invitado que a estas alturas es de la casa, no le quita
merito al Sensei titular del Dojo e incluso me atrevo a decir que es más
meritorio pues aquella invitación y posterior visita, se ha vuelto algo normal
y el Sensei les visita por tercera vez, en esta ocasión tras invitarle a Japón
donde ejerció de anfitrión entusiasta y se le ve no solo integrado, también comprometido
con todos y cada uno, especialmente con los niños. Trabaja
duro, empapa el Judogui y te hace sentir el poder de las técnicas cuando
trabajas con él; por supuesto corrige y enseña permanentemente. Un Sensei en
plenitud.
Por supuesto hay mucho más, pero solo
quería incidir en estos aspectos, sobra lo demás, queda para ellos que lo
disfrutan y para quienes somos invitados a visitarles y lo vemos de pasada.
Volvía a casa en el coche y masticaba lo que acababa de ver, lo que primaba era
la felicidad por ese joven Sensei que contra todos y todo, creo su Dojo y lo
fue vistiendo con su trabajo honesto y constante; también me gusta que esos
niños y jóvenes accedan al Judo en ese entorno, conozco los beneficios de
estudiar Judo y evitar los tiempos muertos que solo generan aburrimiento e
ideas equivocadas.
Por esta comarca donde Aníbal paso con sus
elefantes y ciertas gentes prefirieron morir quemadas antes que rendirse,
florece un Dojo y tengo el privilegio de ser invitado a visitarles; él Sensei insistió,
sobran Judoguis esperando usuario, solo tengo que plantarme ahí y pedir volada.
Hare algo mejor: me escapare antes del trabajo e iré con el mío, cómo yo
entreno martes y jueves y ellos prácticamente todos los días, lo tengo fácil
para no faltar a mi clase y disfrutar su invitación, por lo menos una vez antes
de que el Sensei vuelva a Japón. A ver si consigo no desentonar en la fila del
saludo.
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