sábado, 13 de febrero de 2016

Rafa y Raúl.


La luz de la reserva se prende en el tablero avisándome de que me quedan 5 litros de gas oil, unos 75 kilómetros de autonomía  sin apretar al motor; voy para el trabajo, el tiempo esta cronometrado para llegar y que haya lugar donde estacionar cerca,  por eso decido que pasare por una estación a llenar el tanque cuando salga, no estaré apurado entonces. Es por eso que a las 1813 estaciono frente a un surtidor, apago el motor y me bajo para entrar a dejar la tarjeta, así me habilitaran la manguera, no hay nadie, dejo el tanque hasta la boca de gas oil, pongo la manguera en el soporte y entro a firmar y recuperar mi tarjeta, son casi 40 euros.
Doy las gracias y giro guardando el recibo y la tarjeta, en la billetera, no veo entrar a la parejita joven, solo detecto que alguien me corta el paso y levanto los ojos para ver a un hombre de 1,80, menos de 100 kilos de puro musculo, morocho y requemado por el sol; eso no es de gimnasio, es de trabajar cómo una bestia, si lo sumas al sol que durante tantas horas le ha quemado, te da: Encofrador, un oficio duro y peligroso de las obras; eso o Marinero, Pescador pero me quede con Encofrador.

-Rafa. ¿Sabes quién soy?

-No, tu cara me suena mucho pero no te situó.

-Raúl.

En mi cerebro exploto una lucecita, era aquella carita de niño travieso convertida en la cara de un hombre; vi a su madre y a su hermana dentro del flash, ¡Raúl! Años sin verle.

-¡Claro! Medias metro y pico desgraciado, ¿cómo voy a reconocerte a golpe de vista? Y menos si me cortas el paso, payaso.

Avanzo, me abrazo fuerte, después me rodeo el cuello con el brazo derecho y giro para mirar a la rubiecita que le acompañaba y tímida nos miraba.

-Este es Rafa, el Uruguayo, es de quien te hablo siempre, es él que me ayudo cuando no escuchaba a nadie, consiguió hacerme pensar.

-Y veo que seguís necesitando que te hagan pensar Raúl. Vas en moto, a ella la obligas a ponerse el casco pero no te parece propio de un machote, usar uno. ¿Qué hace su vida e integridad física más valiosa? ¿Qué la amas? Ella te ama y tu vieja y tu hermana te aman. ¿Trabajas de encofrador?

-Sí.

-Cómprate un coche, ganas cómo para poder hacerlo y si todavía no tenes el carne, sácatelo y déjate de joder.

No necesitaba mirarle, miraba a su novia que pasaba de los ojos de su novio a los míos, preguntándose casi con seguridad que estaba pasando y quién diablos era yo que le hablaba a Raúl así y este me dejaba sonriendo.

-Tengo el carne, puedo comprar un coche y cuando salga con ella, usarlo y dejar la moto para cuando vaya solo.

-Siempre que uses el maldito casco que molesta y es una mierda pero llegado el caso te salva o le permitirá a tu vieja darte un beso en el ataúd.

-De acuerdo, de acuerdo, mensaje recibido. ¿Judo, eh?

-Siempre; te sirvió, no olvides aquello, úsalo; hace de cuenta que estas siempre en el Dojo y te estoy observando; un día no lo necesitaras, imaginarme, harás lo correcto por decisión propia, mientras, úsame. Tenes tendencia a cagarla.

-¿Vas a Judo?

-Sí, voy a entrenarme un poco, también tenía tendencia a cagarla.

-Jajajajajjaj, lo repetís mucho pero no vi que jamás la cagaras.

-Eso Raúl, no me viste, no significa que no la siga cagando.

-Gracias por aquellos tiempos Rafa, me dedicaste tiempo, enseñaste cosas y me obligaste a pensar. Fuiste un hermano mayor, un ejemplo, alguien que encontraba la manera de hacerse escuchar.

-De nada, pagaba una deuda de honor que tengo con otros  que lo hicieron por mí.

-Tu visión del Judo.

-No, solo Judo. No es mío ni de nadie y fíjate, con él, te ayude. A mi  me ayudo y ayuda; me ayudaron y siguen haciéndolo, me observan, mis Senseis me observan y lo único que cabe, es hacer las cosas bien; estar a la altura no de sus expectativas conmigo pero si de los mínimos esperables o exigibles. Solo puedo ser ejemplar para otros jóvenes que me observan esperando decidir si valgo la pena, si soy confiable y de confianza y por los padres que hasta dejar de examinarme, lo hacen permanentemente. Me tengo que ir.

-Ducha, enjabonarse dos veces, ponerse el Judogui, atarte el cinturón cómo si tu vida dependiera de que no se soltase y subir al tatami con 15 minutos de margen para colaborar con los niños y jóvenes.

-Veo que te lo aprendiste. Rubia, cuando quieras que haga algo o deje de hacerlo, pregúntale que opinaría yo al respecto, no te garantizo éxito siempre pero funcionara, pensara. De verdad, me tengo que ir.

-A Judo no se llega tarde.

-Ni a ningún lado Raúl.

-Rafa…, no puedo pagarte, no tengo cómo hacerlo.

-Se un buen Ciudadano, una persona integral, con eso estará pagado lo que creas que me debes, estaremos a mano.


Me volvió a abrazar fuerte y me fui, por el parabrisas lo vi agarrando a la rubiecita por el cuello, cómo había hecho conmigo, e imagine que sin apretarle pero con un sentimiento igual de  intenso viéndome alejarme.

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