La
luz de la reserva se prende en el tablero avisándome de que me quedan 5 litros
de gas oil, unos 75 kilómetros de autonomía sin apretar al motor; voy para el trabajo, el
tiempo esta cronometrado para llegar y que haya lugar donde estacionar cerca, por eso decido que pasare por una estación a
llenar el tanque cuando salga, no estaré apurado entonces. Es por eso que a las
1813 estaciono frente a un surtidor, apago el motor y me bajo para entrar a
dejar la tarjeta, así me habilitaran la manguera, no hay nadie, dejo el tanque
hasta la boca de gas oil, pongo la manguera en el soporte y entro a firmar y
recuperar mi tarjeta, son casi 40 euros.
Doy
las gracias y giro guardando el recibo y la tarjeta, en la billetera, no veo
entrar a la parejita joven, solo detecto que alguien me corta el paso y levanto
los ojos para ver a un hombre de 1,80, menos de 100 kilos de puro musculo,
morocho y requemado por el sol; eso no es de gimnasio, es de trabajar cómo una bestia,
si lo sumas al sol que durante tantas horas le ha quemado, te da: Encofrador,
un oficio duro y peligroso de las obras; eso o Marinero, Pescador pero me quede
con Encofrador.
-Rafa.
¿Sabes quién soy?
-No,
tu cara me suena mucho pero no te situó.
-Raúl.
En
mi cerebro exploto una lucecita, era aquella carita de niño travieso convertida
en la cara de un hombre; vi a su madre y a su hermana dentro del flash, ¡Raúl!
Años sin verle.
-¡Claro!
Medias metro y pico desgraciado, ¿cómo voy a reconocerte a golpe de vista? Y
menos si me cortas el paso, payaso.
Avanzo,
me abrazo fuerte, después me rodeo el cuello con el brazo derecho y giro para
mirar a la rubiecita que le acompañaba y tímida nos miraba.
-Este
es Rafa, el Uruguayo, es de quien te hablo siempre, es él que me ayudo cuando
no escuchaba a nadie, consiguió hacerme pensar.
-Y
veo que seguís necesitando que te hagan pensar Raúl. Vas en moto, a ella la
obligas a ponerse el casco pero no te parece propio de un machote, usar uno. ¿Qué
hace su vida e integridad física más valiosa? ¿Qué la amas? Ella te ama y tu vieja
y tu hermana te aman. ¿Trabajas de encofrador?
-Sí.
-Cómprate
un coche, ganas cómo para poder hacerlo y si todavía no tenes el carne, sácatelo
y déjate de joder.
No
necesitaba mirarle, miraba a su novia que pasaba de los ojos de su novio a los míos,
preguntándose casi con seguridad que estaba pasando y quién diablos era yo que
le hablaba a Raúl así y este me dejaba sonriendo.
-Tengo
el carne, puedo comprar un coche y cuando salga con ella, usarlo y dejar la
moto para cuando vaya solo.
-Siempre
que uses el maldito casco que molesta y es una mierda pero llegado el caso te
salva o le permitirá a tu vieja darte un beso en el ataúd.
-De
acuerdo, de acuerdo, mensaje recibido. ¿Judo, eh?
-Siempre;
te sirvió, no olvides aquello, úsalo; hace de cuenta que estas siempre en el
Dojo y te estoy observando; un día no lo necesitaras, imaginarme, harás lo
correcto por decisión propia, mientras, úsame. Tenes tendencia a cagarla.
-¿Vas
a Judo?
-Sí,
voy a entrenarme un poco, también tenía tendencia a cagarla.
-Jajajajajjaj,
lo repetís mucho pero no vi que jamás la cagaras.
-Eso
Raúl, no me viste, no significa que no la siga cagando.
-Gracias
por aquellos tiempos Rafa, me dedicaste tiempo, enseñaste cosas y me obligaste
a pensar. Fuiste un hermano mayor, un ejemplo, alguien que encontraba la manera
de hacerse escuchar.
-De
nada, pagaba una deuda de honor que tengo con otros que lo hicieron por mí.
-Tu
visión del Judo.
-No,
solo Judo. No es mío ni de nadie y fíjate, con él, te ayude. A mi me ayudo y ayuda; me ayudaron y siguen haciéndolo,
me observan, mis Senseis me observan y lo único que cabe, es hacer las cosas
bien; estar a la altura no de sus expectativas conmigo pero si de los mínimos
esperables o exigibles. Solo puedo ser ejemplar para otros jóvenes que me
observan esperando decidir si valgo la pena, si soy confiable y de confianza y
por los padres que hasta dejar de examinarme, lo hacen permanentemente. Me
tengo que ir.
-Ducha,
enjabonarse dos veces, ponerse el Judogui, atarte el cinturón cómo si tu vida
dependiera de que no se soltase y subir al tatami con 15 minutos de margen para
colaborar con los niños y jóvenes.
-Veo
que te lo aprendiste. Rubia, cuando quieras que haga algo o deje de hacerlo, pregúntale
que opinaría yo al respecto, no te garantizo éxito siempre pero funcionara,
pensara. De verdad, me tengo que ir.
-A
Judo no se llega tarde.
-Ni
a ningún lado Raúl.
-Rafa…,
no puedo pagarte, no tengo cómo hacerlo.
-Se
un buen Ciudadano, una persona integral, con eso estará pagado lo que creas que
me debes, estaremos a mano.
Me volvió
a abrazar fuerte y me fui, por el parabrisas lo vi agarrando a la rubiecita por
el cuello, cómo había hecho conmigo, e imagine que sin apretarle pero con un
sentimiento igual de intenso viéndome
alejarme.
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