sábado, 13 de mayo de 2017

Dos cuestiones.

Primero -  Va pasando el tiempo y voy percatándome o simplemente en algún momento caigo en la cuenta de que el fundador del Judo, Jigoro Kano, consiguió algo excepcional. Aunando, amalgamando distintos estilos de Jiu Jitsu, tras haber aprendido en diferentes escuelas con distintos Maestros; proceso durante el que fue retirando las técnicas que eran peligrosas y solían generar lesiones de manera sistemática o con frecuencia, llegó a lo que es su legado: El Judo; que pueden aprenderlo y/o practicarlo los niños desde una edad temprana sin que se lastimen y es normal ver clases de niños a rebosar. Resulta un espectáculo digno de ser disfrutado y verles trabajar y progresar es una maravilla. No es baladí que la UNESCO lo recomiende para los niños por los beneficios que les aporta su práctica. 
Todos podemos aprender Judo y si se hacen las cosas bien: no hay lesiones. El Judo no excluye a nadie, está disponible para cualquiera. Por fuerza, Jigoro Kano debió ser un hombre excepcional pues su legado lo es. Por fuerza quienes lo pervierten están alejados del Espíritu del Judo y no honran la memoria de su fundador.                   

Segundo.-  Desde siempre nos ha costado trabajar los aspectos ortodoxos. Preocupados y/o ocupados, distraídos en la vertiente competitiva, deformamos nuestro Judo y descuidamos los Katas al punto de abandonarlos e ignorarlos; asimismo a la correcta ejecución de las técnicas y cuando llega la hora de preparar un examen, tenemos que hacer un esfuerzo para conseguir hacer las cosas bien. Es radicalmente diferente demostrar un dominio técnico que proyectar a quien no está por la labor de permitírtelo; o de conseguir estrangularlo, por dar un par de ejemplos y en la persecución de ser efectivos introducimos cambios en las técnicas que no son válidas para un examen donde nos van a exigir la correcta ejecución de cada una.                  
Por otra parte, es necesario enseñar las bases y como se deben hacer las cosas; de ahí la insistencia en que se haga debidamente y la necesidad de los exámenes.                                                                       
Estoy en el proceso de revertir eso pues pretendo presentarme a examen de Ni Dan en España y me han llamado la atención: me paro como un competidor y me muevo como tal, entre otras observaciones. Tendré que esforzarme para desterrar esos vicios y acercarme a lo que debe ser un aspirante a pasar un examen con la máxima nota posible. Siendo que ya lo hice en el año 1998; sé que puedo, pero ya no tengo 28 años y también se nota. Además, he estado desde el 2004 sin hacer un Kata y deformando cada técnica que utilizo, carburando como las puedo modificar para que, a pesar de mis limitaciones, consiga mantener cierta efectividad. Y la verdad es que no hay excusas, siempre se puede encontrar un hueco para los Katas, basta con tener ganas y recordar su importancia.              
Definitivamente no caeré en el mismo error y procurare no descuidar los Katas en adelante que por otra parte mientras los estudias y aprendes entendes aspectos que de otra manera se te escapan.

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