domingo, 28 de mayo de 2017

Estudiando el Nague No Kata.

Está costando. Mucho. Son innumerables los detalles que tenemos que pulir, prácticamente tienden al infinito. Sé cómo se debe hacer, lo prepare para examinarme dos veces; lo enseñe en varias ocasiones a otros para que fueran a examen y obtuvieron excelentes notas…pero le falta trabajo, horas y horas para llegar a un nivel aceptable para pararnos frente a un tribunal.                       
Con mi compañero vamos a los cursos que se imparten para perfeccionar dicho Kata; contar con varios Senseis especialistas en Katas ayuda a ir corrigiendo dichos detalles; así fue como ayer fuimos a un curso impartido por los hermanos Camacho que vienen compitiendo en campeonatos de Nague No Kata desde hace más de dos décadas.
Es evidente que llevan miles de horas trabajándolo, estudiándolo e incluso han ido varias veces al Kodokan; lo hacen fácil y lo explican, desmenuzándolo, de igual manera. Insistieron en que hacerlo bien, perfecto, es bastante difícil y que siempre se puede mejorar. Viéndoles parece complicado llegar a hacerlo de manera que salga parecido o se acerque al resultado que ellos obtienen.                                                     

Tres horas intensas que pasaron volando; suficiente para captar algunas claves y ciertos detalles que en caso de conseguir incorporarlos harán que el Nague No Kata que conseguimos hacer gane en calidad y se parezca más a un Kata; poco tiempo, se podría estar una semana, dos o más de un mes viéndoles y escuchándoles y todavía quedarían cosas para corregir.
Llegando al final, piden voluntarios para hacer frente a todos los presentes, un grupo del Nague No Kata. No se mueve nadie. Absolutamente todos se han quedado helados. Giró la cabeza y miro a mi compañero que niega con la cabeza casi desesperadamente; no le gusta nada eso de que le miren, pararse frente a gente se le hace cuesta arriba y niega firme. Nadie se mueve. No hay voluntarios. Espere unos segundos y avance ofreciéndome como Uke. Solito me pare frente a los presentes y mi compañero asumió que le había metido en un lío y salió también. Así me lo explico en el coche volviendo a Valencia; dijo que sabía que yo saldría, lo sabía perfectamente y que al hacerlo le obligue a él a salir. Le recordé nuestros problemas con la caída de Uki Otoshi y que me ofrecí como Uke, disipándolas en parte, eso le provocó risas; evidentemente yo había pensado en todo, en esos escasos segundos decidí muchas cosas, cubrí posiciones y salve el obstáculo más complicado. Todas las demás técnicas y caídas nos salen aceptables, por descontado son mejorables, pero Uki Otoshi no sale para nada. Soy mejor de Uke que de Tori y si tengo que hacer el Kata con alguien con quien no hemos practicado el mismo, mi mejor aporte será de Uke sin lugar a dudas, pero si salía él, había evitado el escarnio, el más que probable desastre: Beneficio y prosperidad mutuos. Piensa en los demás y no solo en ti mismo,  generoso. No busques lucirte ni quedar bien, busca disimular en la medida de lo posible las carencias, propias y ajenas, pero no te pongas por encima de nadie y si hay que sacrificar a alguien, que seas tú antes que un compañero. Piensa el peor escenario imaginable y prepárate para afrontarlo con unas garantías mínimas sin buscar beneficiarte a costa de otros. En esos segundos fui Judo. Y recién ahora caigo en que fue así.
Primer Grupo. Me equivoque en el saludo, no caí bien, mientras lo hacía era consciente de todo lo que necesitaba ser mejorado y de que pasara lo que pasara, no debía parar ni dudar, solo intentar que saliera lo mejor posible. Un aplauso cerrado puso el broche.                
Esperaba mil correcciones, solo nos dijeron que siguiéramos trabajando y nos dieron las gracias por salir delante de todos; recalcaron lo difícil que era; algo que mi compañero tenía muy claro y que en mi caso solo se trata de seguir el ejemplo que aquellos a quienes observaba cuando era un aspirante y tiempo después, cuando ya casi podía decirse que parecía que sería un Judoka; la Vieja Guardia siempre se ofrecía voluntaria, no se paraba a pensar que podían decir o qué dirían; salían y hacían lo que se pedía: Un Kata, una técnica, una combinación o participar en un randori o shiai.
Varios Senseis nos felicitaron, un par recalcaron la valentía requerida para pararse frente a todos los presentes y uno nos invitó a visitar su Dojo, su casa tenía las puertas abiertas para nosotros. Probablemente habría sido bien recibido en ese Dojo sin haber hecho el Primer Grupo del Nague No Kata; ahora la invitación es firme; esperan que les visite. Demasiado premio teniendo en cuenta el pobre nivel demostrado; lo destacable es como a un océano de distancia, rigen los mismos códigos y se valoran las mismas cosas.                                                                                                                         
No premiaron nuestra habilidad, tan escasa, reconocieron la humildad necesaria para aceptar lo que falta trabajar, aprender y/o mejorar y aun así exponerse; mostrar públicamente dichas carencias es un acto que requiere muchas cosas y todas son deseables en un Judoka.           
Sin alharacas y fuera de los focos nos dijeron los errores más graves; con mimo, con respeto; la clase de respeto que solo se consigue haciendo Judo, siendo honesto; mostrándote tal y como eres; la clase de respeto que se guarda para cuando tratas con iguales. No soy Sensei, pero intento ser un Judoka; mi compañero también y si caminas como Judoka, respiras como Judoka, transpiras como Judoka, trabajas como un Judoka…pueden confundirte con uno y serás tratado con el respeto y la consideración que implica; más vale que de alguna manera tengas los mínimos necesarios para estar a la altura pues no es fácil engañar mucho tiempo a los Senseis y si, como en mi caso, todavía falta trabajo y quedan ingentes cantidades de cosas que aprender y/o mejorar, con transpirar el Judogui honestamente estarás en el camino de conseguir mantener ese respeto y hacerlo crecer.                              



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