sábado, 17 de noviembre de 2018

Sorpresa absoluta.


Algunas cosas tienen que pasar, pasarte para que te percates de que suceden. Nadie te las cuenta, no están escritas ni filmadas; no sabes que son posibles ni que podés trabajar para que ocurran. Y hasta que las vivís, ignoras que existen.
Un compañero me manda un video donde Muneta da una lección de efectividad, oportunidad, capacidad técnica, rapidez mental y de acción, uso de la sorpresa, del desequilibrio, de la fuerza, de la oportunidad y un largo etcétera. Lo habrá visto mil veces, yo lo he visto unas cuantas pues es una maravilla que no te cansa por mucho que la visiones.
Hasta acá, normalidad: Un compañero te pasa un video de Judo, conducta habitual, diaria y sistemática en el chat del Dojo. Y ahí se termina la cotidianidad empezando otra cosa, la sorpresa absoluta.                                                                                                                                    
Hace tres o cuatro años cuando llegue a su Dojo buscando asilo, roto desesperado, buscando cordura en el Judo, única certeza; él entrenaba sin poner toda la carne en el asador, cumplía lo justo; hoy cuándo ve ese video ve que ese agarre lo tengo y cree que soy capaz de hacer esa técnica y me lo manda para que yo también me vea haciéndolo. En el medio, infinidad de clases, randoris, explicaciones, trabajo, sudor, risas y lesiones. Le he ayudado a pulir su Judo, a mejorarlo, a mejorar él como luchador; mientras él me cuidaba y cuida con exquisitez Judoka, me trata con mimo, se cuida mucho de pasarse, aunque sepa exactamente cual es mi límite físico y se quede justo apenas por abajo para ayudarme a seguir creciendo.
Rápido aprendió que soy intenso, exigente y se amoldo. Aprendió, aprende y trabaja, poco a poco se fue implicando, escucha con atención como si yo supiese más de lo que se y obediente transpira buscando conseguir que salgan las cosas.                  
Se ríe cómplice cuando vuelvo locos a los jóvenes pidiéndoles que se aten bien el cinturón, que no hablen, que se sienten bien o cuando se quejan amargamente de lo tramposo que soy cuando empiezan a trabajar conmigo y van descubriendo el arsenal del que dispongo y como ejecuto algunas de las técnicas que se van perdiendo y se ven o sufren poco. Él ya pasó por ese proceso, les lleva ventaja y les entiende perfectamente, no soy un compañero cómodo el tiempo justo en el que descubrís que mi amor por el Judo no me cabe en el pecho, cuando lo sabes, aceptarme y/o tolerarme es hasta fácil. (Llegar a quererme es harina de otro costal.)         
Es la primera vez que quiere aportar algo a mi Judo, ayudarme a mejorar y es una sensación espectacular pues implica que ha dado el salto y está implicado a fondo: vive al Judo. Que al ver a Muneta crea que soy capaz de algo remotamente parecido, que lo vea y que lo piense y además me lo mande es indescriptible. Y es una sorpresa, no lo imagine, no lo esperaba, no sabía que era posible vivir algo así.    
Ayer lo empecé a intentar y le vi sonreír, era mi Uke. ¡Disfrutaba tanto como yo! Ya no le pesa caer, ya no le pesa el cansancio, ya no le pesan los dolores, ya no le lastra el posible fracaso, ya no le importa cuánto pueda costar, se enfoca en conseguirlo o propiciarlo. ¡Propiciar que el compañero crezca, mejore, se supere! Notable.
En el medio me ayudo a conseguir estabilidad, algo de cordura, contribuyó a proporcionarme un lugar donde me siento respetado y querido, apreciado…valorado… al que me fascina ir; al que necesito.
Beneficio y prosperidad mutuos: ¿Les suena?                                                                     
Judo, gente…Judo.

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