De límites y limitaciones todos los
Judokas entienden; perlas en este caso son los testículos. Este caso es mi
caso, agarro a mis compañeros de sus perlas y ellos mansamente se giran
quedando inmovilizados. Puede que falle miserablemente, soy un maldito desastre
técnicamente y agarre tela, pelos y un buen pedazo de carne del muslo o si
consigo aferrar el cinturón simplemente lo uso para aplastar las perlas del que
tenga la mala suerte de hacer Ne Waza conmigo y pretenda defenderse de mi en
cuatro patas o boca abajo si estoy muy inspirado. No falla, se giran y son
inmovilizados. Mis compañeras conocen el dolor que genera mi agarre en sus
muslos que es igual de efectivo, siempre les digo que toparan con gente
complicada y estarán capacitadas de sobra para sobrevivir; soportarme es un
precio ínfimo si llegado el caso salen indemnes. Desgraciados como yo, no hay
muchos, tenerme en la clase las prepara para hacer frente a otros desgraciados,
incluso fuera del Dojo. Les digo: “Aguantame, soportame un tiempo; cuando te
veas amenazada por uno o más tipos, pensa en que ninguno es yo, ni se me parecerán;
pensa que me tuviste templándote, enseñándote adaptaciones específicas de técnicas
que dominas, llena de eso el cerebro, avanza un paso, eso demostrara coraje, determinación;
transmitirá que sos capaz de merendártelos y que el Diablo reparta suerte si se
animan a entrarte.”
¿Legal? A llorar al cuartito, es
Judo, sigue siéndolo y es un combate o lo representa. No se les ocurra hacérselo
a quien tenga con que bailarles un malambo si se enoja, léase en un campeonato;
quien lo sufre no suele estar en disposición de guerrear por un rato, pero
puede pasar que no le ganen y le motiven a destrozarles. Si el árbitro les ve
les sancionará, incluso les expulsara. Los compañeros maldecirán y entrenaran
más fuerte buscando crecer y en un futuro pasarte las boletas correspondientes
con intereses, si todo va bien, cuando sean capaces de cobrarse me lo
condonaran, estaré muy veterano y no tendrá gracia usar esos recursos, pero los
conocerán, podrán usarlos y sabrán defenderlos. He mencionado uno, tengo varios
que me legaron mis Senseis y otros de mi cosecha. Un artista procura ser
creativo, jejejejejejejeje, efectivo y sorprender.
Mis
compañeros saben que no deben defender de esa manera, algunos ya no me permiten
pescar perlas, nunca me dan facilidades; otros caen por diferentes motivos: se
olvidan que están conmigo, no tienen la velocidad necesaria para evitar la situación
y les pesco por el camino o todavía no han hecho suficientes randoris conmigo.
Un compañero tiene la espalda afectada
desde hace años. En su día el médico le dijo que nada de Judo y obedeció. Tras
más de una década larga, las crisis eran una constante, el dolor crecía y con
el la culpa: no hacía nada para estar mejor. Sobrepeso, sofá, dolor y culpa;
les regalo la combinación. Una noche se presentó en el Dojo, en su casa, era un
Judoka, había hecho caso, pero no estaba consiguiendo un resultado aceptable y
se proponía cambiar eso, fue entonces que le conocí. Le propusimos con el
Sensei que retomase el estudio del Judo y en tanto Judoka formado aceptó a
pesar de su limitación clara.
Hoy aguanta la clase cuasi entera,
hace randori, se salta los ejercicios que su espalda no le permite afrontar;
las crisis han menguado, ha perdido kilos, se ha fortalecido físicamente y
espiritualmente se siente bien: hace frente a su limitación con determinación y
eso es energía positiva, es motivación, es fortaleza. El dolor existe, pero ya
no le lastra; ha recuperado sensaciones y es posible verle disfrutar, incluso cuando
le pescó las perlas con su hijo observándonos puro ojo.
Le deje solo en un entrenamiento de
veteranos y le lesionaron un hombro, el ayudante del fisioterapeuta que le
atiende al que fue a ver para que le ayude a recuperarlo le dijo que nada de
Judo, su amigo que le conoce corrigió al ayudante: “Es Judoka, puede ir a entrenar.”
Y por supuesto hace lo que puede en la clase, mejor que tirado en el sofá, por
poco que haga, es.
Amparo tiene tendinitis, es azul, entrena
vendada. Yo soy Bipolar, no me médico, mi terapia es el Judo con el que me
mantengo a raya, funcionando fuera del hospital, encandilando a la psiquiatra
que no sabe que es el Judo pero que está por recetárselo a todos sus pacientes
ante los resultados que obtiene conmigo. Sergio tenía la rodilla destrozada y
se entregaba. Roque la espalda. El resto, menos mal, no tiene lesiones ni
limitaciones salvo las propias por edad, estado físico y nivel de Judo.
Para Roque y para mí, el Judo es la
diferencia entre hacer frente a nuestras limitaciones, cruzando los límites o
sucumbir aplastados. En tanto Judokas apretamos los dientes y nos esforzamos
por superarnos contagiando a Amparo, a Sergio y al resto a imitarnos, cada uno
acorde a su nivel. Entrenando le regalamos al Sensei nuestro sudor, nuestras
risas y la entrega máxima; hay días que somos los que con más intensidad
trabajamos, cierto es que nuestra velocidad es la de una tortuga sin patas,
pero el ejemplo queda, se fija en los jóvenes aspirantes.
En un futuro ellos deberán cruzar
límites, superar limitaciones y no descarto del todo que también pesquen perlas.
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