lunes, 10 de junio de 2019

De límites, limitaciones y perlas.


De límites y limitaciones todos los Judokas entienden; perlas en este caso son los testículos. Este caso es mi caso, agarro a mis compañeros de sus perlas y ellos mansamente se giran quedando inmovilizados. Puede que falle miserablemente, soy un maldito desastre técnicamente y agarre tela, pelos y un buen pedazo de carne del muslo o si consigo aferrar el cinturón simplemente lo uso para aplastar las perlas del que tenga la mala suerte de hacer Ne Waza conmigo y pretenda defenderse de mi en cuatro patas o boca abajo si estoy muy inspirado. No falla, se giran y son inmovilizados. Mis compañeras conocen el dolor que genera mi agarre en sus muslos que es igual de efectivo, siempre les digo que toparan con gente complicada y estarán capacitadas de sobra para sobrevivir; soportarme es un precio ínfimo si llegado el caso salen indemnes. Desgraciados como yo, no hay muchos, tenerme en la clase las prepara para hacer frente a otros desgraciados, incluso fuera del Dojo. Les digo: “Aguantame, soportame un tiempo; cuando te veas amenazada por uno o más tipos, pensa en que ninguno es yo, ni se me parecerán; pensa que me tuviste templándote, enseñándote adaptaciones específicas de técnicas que dominas, llena de eso el cerebro, avanza un paso, eso demostrara coraje, determinación; transmitirá que sos capaz de merendártelos y que el Diablo reparta suerte si se animan a entrarte.”
¿Legal? A llorar al cuartito, es Judo, sigue siéndolo y es un combate o lo representa. No se les ocurra hacérselo a quien tenga con que bailarles un malambo si se enoja, léase en un campeonato; quien lo sufre no suele estar en disposición de guerrear por un rato, pero puede pasar que no le ganen y le motiven a destrozarles. Si el árbitro les ve les sancionará, incluso les expulsara. Los compañeros maldecirán y entrenaran más fuerte buscando crecer y en un futuro pasarte las boletas correspondientes con intereses, si todo va bien, cuando sean capaces de cobrarse me lo condonaran, estaré muy veterano y no tendrá gracia usar esos recursos, pero los conocerán, podrán usarlos y sabrán defenderlos. He mencionado uno, tengo varios que me legaron mis Senseis y otros de mi cosecha. Un artista procura ser creativo, jejejejejejejeje, efectivo y sorprender.                                                        
Mis compañeros saben que no deben defender de esa manera, algunos ya no me permiten pescar perlas, nunca me dan facilidades; otros caen por diferentes motivos: se olvidan que están conmigo, no tienen la velocidad necesaria para evitar la situación y les pesco por el camino o todavía no han hecho suficientes randoris conmigo.
Un compañero tiene la espalda afectada desde hace años. En su día el médico le dijo que nada de Judo y obedeció. Tras más de una década larga, las crisis eran una constante, el dolor crecía y con el la culpa: no hacía nada para estar mejor. Sobrepeso, sofá, dolor y culpa; les regalo la combinación. Una noche se presentó en el Dojo, en su casa, era un Judoka, había hecho caso, pero no estaba consiguiendo un resultado aceptable y se proponía cambiar eso, fue entonces que le conocí. Le propusimos con el Sensei que retomase el estudio del Judo y en tanto Judoka formado aceptó a pesar de su limitación clara.
Hoy aguanta la clase cuasi entera, hace randori, se salta los ejercicios que su espalda no le permite afrontar; las crisis han menguado, ha perdido kilos, se ha fortalecido físicamente y espiritualmente se siente bien: hace frente a su limitación con determinación y eso es energía positiva, es motivación, es fortaleza. El dolor existe, pero ya no le lastra; ha recuperado sensaciones y es posible verle disfrutar, incluso cuando le pescó las perlas con su hijo observándonos puro ojo.  
Le deje solo en un entrenamiento de veteranos y le lesionaron un hombro, el ayudante del fisioterapeuta que le atiende al que fue a ver para que le ayude a recuperarlo le dijo que nada de Judo, su amigo que le conoce corrigió al ayudante: “Es Judoka, puede ir a entrenar.” Y por supuesto hace lo que puede en la clase, mejor que tirado en el sofá, por poco que haga, es.
Amparo tiene tendinitis, es azul, entrena vendada. Yo soy Bipolar, no me médico, mi terapia es el Judo con el que me mantengo a raya, funcionando fuera del hospital, encandilando a la psiquiatra que no sabe que es el Judo pero que está por recetárselo a todos sus pacientes ante los resultados que obtiene conmigo. Sergio tenía la rodilla destrozada y se entregaba. Roque la espalda. El resto, menos mal, no tiene lesiones ni limitaciones salvo las propias por edad, estado físico y nivel de Judo.  

Para Roque y para mí, el Judo es la diferencia entre hacer frente a nuestras limitaciones, cruzando los límites o sucumbir aplastados. En tanto Judokas apretamos los dientes y nos esforzamos por superarnos contagiando a Amparo, a Sergio y al resto a imitarnos, cada uno acorde a su nivel. Entrenando le regalamos al Sensei nuestro sudor, nuestras risas y la entrega máxima; hay días que somos los que con más intensidad trabajamos, cierto es que nuestra velocidad es la de una tortuga sin patas, pero el ejemplo queda, se fija en los jóvenes aspirantes.
En un futuro ellos deberán cruzar límites, superar limitaciones y no descarto del todo que también pesquen perlas.                                                     

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