jueves, 12 de enero de 2012

Sexto




Para terminar el liceo, el último año, conseguí ser aceptado en el 15, donde había cursado de primero a cuarto. Me rape, me senté en la primera fila y me dedique a aburrir a los profesores y a mis compañeros. Los primeros en dos semanas miraban por encima de mí y reventaban a los ocupantes de la última fila, mi lugar natural tantos años, y estos me odiaban con la misma intensidad que yo les despreciaba por nabos. Como había sido siempre, igual que pasara ahora. No ser foco de atención te permite prepararte para la jugada, para cuando te preguntan ya es casi seguro que los demás tienen una mala nota, tenes que estudiar, pero te sobra tiempo para elegir la respuesta adecuada. Y te ponen una nota más alta, para reforzar.

Al mes el odio es espeso, te quedan dos o tres aliados, aliadas en verdad, y tenes cuidado de no entrar al baño si no hay nadie. Te sabes en la mira y te cuidas, si se deciden y viene en patota sos boleta.

Repasaba unos apuntes en mi sitio cuando una compañera se para justo delante, levanto los ojos y la miro, le pregunto qué le pasa y me espeta que la hermana me considera un fenómeno. Acota que no puedo ser el mismo, que su compañero, ese soy yo, es lo contrario a fenómeno: chupamedias de los profes. Insulto duro, pesado, que amerita una respuesta adecuada. Antes es imperativo saber quién es la hermana y se lo pregunto, cuando me lo dice la miro y devuelvo la estocada: ¡imposible! Es flor de mina, no puede tenerte de hermana, te cambiaron en la cuna. Mándale saludos a la pobre, contale esta charla.

El caso es que no me cae mal la hermanita, no la veo perdida, la veo buscándose, como hacía yo hasta hacia bien poco, además algo se le tiene que haber pegado de la hermana mayor. Repaso apuntes en el patio, viene una de mis aliadas a buscarme, vamos a la clase, entro y están todos esperándome, sentados, furiosos. Me insultan, me amenazan y cuando paran a respirar les informo de que se pueden ir a la mierda, que ya perdí cinco años haciendo las boludeces que ellos hacen, que salvare el curso a la primera y que no les necesito para nada. Les dejo claro que mis dos aliadas son intocables, sin represalias o yo también me pondré a jugar duro y les digo que hablen con sus hermanos mayores, seis de ustedes son hermanos de ex compañeros míos, dos son primos de amigos míos, unos cuantos conocen a mis hermanos. Antes de empezar las hostilidades averigüen quien soy y una última cosa: dentro del liceo están a salvo, afuera no. Pegue un portazo y les deje rumiando mis palabras.

Hora libre, falto el Profesor de Contabilidad, me quedo escuchando música. Llega la que fue cambiada de cuna, pasar a mi lado sin saludar es muy feo así que para y saluda, me saco los auriculares y quiere saber que escucho. Bob Marley. No me cree, le tiendo los auriculares y se los pone, manipula el Walkman, saca la cinta, no es original por una cara Bob, por la otra Peter Tosh. Me mira sin entender nada y como de verdad quiere saber quién soy, si el amigo de la hermana o el buchón del liceo, le digo que salga conmigo. Sale decidida y en la vereda del Liceo Numero 15, Ibiráy, conquisto otra aliada. Le hablo en el idioma que manejamos afuera, le cuento que soy un careta, que tengo amigos pesados, una novia que estudia mucho, una madre preocupada. Que hay un Rafa que llega hasta la puerta, el que entra es otro, que soy los dos y más. Lo justo, tampoco todo. Me dio margen, gane tiempo, tuvo que ver cómo me abrazaba su hermana para aceptarme y empezar a defenderme.

Las cosas marchaban, mis notas eran excelentes, ninguna nube se cernía sobre el horizonte, mis compañeros se habían calmado, mi nueva aliada resulto ser de la misma madera que la hermana, tuve que pedirle perdón por insinuarle que era adoptada, le quito importancia, afirmo que no sabía quién era, un malentendido. Le pasaba mis apuntes, ella se los pasaba a los demás, una clase típica. Y una tarde termino en el despacho de la Directora por besar a mi novia en el patio. Una Profesora que me recrimina, yo que de la mano de mi novia encaro la salida, la profesora que no aloja y la mando a la mierda. Indignada me invita a seguirle, lo hago, mi novia llora desesperada, entro al matadero y sé que lo tengo muy difícil. La Directora escucha seria a la Profesora, me mira severa, ya dicto sentencia, solo falta que la verbalice. No he podido defenderme, no me deja hablar y asumo que no acabare el Liceo. Entonces entra Lucy, Filosofía, que se entero de mi situación desesperada y acude al rescate. Saluda a la amiga, y se hace la sorprendida de verme, pregunta que pasa, contesto que nada. La directora quiere que le cuente, me niego porfiado, entonces ella le pone en antecedentes y acaba preguntándole que le parece el asunto. Entonces Lucy hace la jugada maestra, la única posible, mi única oportunidad: le comenta que no puede ser imparcial. Y deliberadamente, en cámara lenta se me acerca, me da un beso, me acaricia la cabeza y dice:”Suerte Rafa” Y desaparece. La Directora mira la puerta me mira a mí y sale tras ella, me quedo sentado, ni me muevo, ya le estoy dando las gracias a mi Profe de Filosofía, entiendo la jugada de Lucy y se me llena el alma de gratitud. Cuando la Directora regresa varios minutos más tarde y se sienta, ni la miro. Empieza a hablar.”Espero que seas tan especial como Lucy afirma. Si ella me dice que olvide esto tiene que haber poderosas razones, ya sé quien es tu novia, se lo que paso y como, también que tus notas son espectaculares y que mi amiga opina que no debe hacerse un informe y que tus compañeros andan alborotados. ¿Hace falta que te vigile? ¿Mi amiga está equivocada?” Le respondí que no y me dejo volver a la clase.

Mis compañeros me aplaudieron, olvidando por un rato nuestras diferencias, había roto las reglas y volvía indultado, lo más parecido a un héroe. No me perdonan que me siente en la primera fila, que estudie, que tenga unas notas envidiables, ni que empiece a caerles bien. Consigo más aliados y algunos se hacen neutros, solo queda el núcleo duro: la última fila. Esos reconocen al igual que se cambio de banda, soy un traidor. No hay nada que hacer, el peor crimen, incluso más que cojerse a la hermana de alguno de ellos. Hacemos los últimos controles de las asignaturas que se exoneran por nota acumulada en el curso junto con los exámenes, me paso por bedelía y pregunto si ya las entregaron, me informan de que efectivamente, no falta ninguna. Llego a clase de Italiano justito, tenemos el control que decide la nota final que ya esta entregada, disfruto como el payaso que soy resolviendo las preguntas, repaso y me faltan respuestas así que le quito el suyo a una aliada que se sienta a mi derecha. Asustada me insulta usando el repertorio completo, la Profesora entorna los ojos, y yo suelto:”Ya entrego las notas” El relajo fue descomunal, todos copiando, yo también, termino y le doy los dos exámenes a mi fiel e incrédula amiga, que mira a la Profesora y acto seguido completa las respuestas que le faltan. Salen todos menos yo, que me siento otra vez miembro de honor de la última fila. Y como antaño espero la sentencia. Recoge sus papeles, abraza la carpeta y me dice que salga, cuando paso a su lado me pellizca pero es más una caricia que otra cosa.

Llegan los exámenes y los voy salvando sin problemas. En cuanto me dan la nota y confirmo que aprobé regalo mis apuntes, siempre a alguien que los comparta con los demás, que los haga rular.

Supe ser un nabo mucho tiempo y les entendía perfectamente, incluso a los de la última fila que tuvieron la deferencia de no agarrarme entre todos.                                                

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