miércoles, 29 de febrero de 2012

Leonel y el palo.


Mi hermano pequeño estuvo practicando un tiempo Sipalkido, como quería aprender a usar el Bo, palo de unos cuatro o cinco centímetros de diámetro y un largo de metro veinte, el Profesor le dijo que construyera uno y lo llevara a clase. Mi hermano pidió en una carpintería que se lo hicieran y fue con él a la clase. El Profesor le explico la manera correcta de llevarlo por la calle, que no debía jugar y que si le veía hacerlo no le enseñaría. La manera de llevarlo era agarrándolo con una mano y pegándolo a la cadera con el extremo superior asomando apenas por encima del hombro.

El profesor le dijo que ahora que tenía un Bo y que sabia como transportarlo le observaría un tiempo para ver si de verdad quería aprender a usarlo y si cumplía las reglas. Porque en cuanto no lo hiciese podía olvidarse de que le enseñara.

Leo iba y venía por el barrio a entrenar y luego a casa y los muchachos del barrio se burlaban al verle pasar. Situación de lo más típica que se mantuvo durante meses. Pero una noche especialmente aburrida decidieron que le darían un susto. Unos ocho ociosos muchachos se emboscaron en una zona especialmente oscura y atacaron a Leonel cuando llego a su altura. En un santiamén empezó a repartir palazos y patadas a velocidad de vértigo.

El resultado de la emboscada fueron ocho muchachos magullados y un Bo roto. Durante un tiempo consideraron vengarse pero impero la cordura y decidieron dejarlo en paz. Ya podían estar aburridos que no idearon mas emboscadas.