Mi hermano pequeño estuvo practicando un tiempo Sipalkido,
como quería aprender a usar el Bo, palo de unos cuatro o cinco centímetros de diámetro
y un largo de metro veinte, el Profesor le dijo que construyera uno y lo
llevara a clase. Mi hermano pidió en una carpintería que se lo hicieran y fue
con él a la clase. El Profesor le explico la manera correcta de llevarlo por la
calle, que no debía jugar y que si le veía hacerlo no le enseñaría. La manera
de llevarlo era agarrándolo con una mano y pegándolo a la cadera con el extremo
superior asomando apenas por encima del hombro.
El profesor le dijo que ahora que tenía un Bo y que sabia
como transportarlo le observaría un tiempo para ver si de verdad quería aprender
a usarlo y si cumplía las reglas. Porque en cuanto no lo hiciese podía olvidarse
de que le enseñara.
Leo iba y venía por el barrio a entrenar y luego a casa y
los muchachos del barrio se burlaban al verle pasar. Situación de lo más típica
que se mantuvo durante meses. Pero una noche especialmente aburrida decidieron
que le darían un susto. Unos ocho ociosos muchachos se emboscaron en una zona
especialmente oscura y atacaron a Leonel cuando llego a su altura. En un santiamén
empezó a repartir palazos y patadas a velocidad de vértigo.
El resultado de la emboscada fueron ocho muchachos magullados
y un Bo roto. Durante un tiempo consideraron vengarse pero impero la cordura y decidieron
dejarlo en paz. Ya podían estar aburridos que no idearon mas emboscadas.